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Las estaciones de esquí catalanas dan por perdida la temporada por la falta de nieve

Antes de llegar al ecuador de la campaña, facturan un 40% menos que hace un año

Temporada en blanco. El sector de la nieve empieza a echar números de la que vaticina la peor temporada desde 1990. Cuando aún no se ha llegado al ecuador de la campaña, las estaciones de esquí catalanas han recibido un 30% menos de esquiadores y han ingresado un 40% menos que el mismo periodo del año anterior, que se cerró con 2,4 millones de forfaits vendidos y 150 días de plena actividad, según la Asociación Catalana de Esquí y Actividades de Montaña (ACEM). La falta de nieve también repercute al sector hotelero del Pirineo, que está facturando hasta un 60% menos.

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Las cifras asustan. Según ACEM, las estaciones de esquí alpinas catalanas han dejado de ingresar unos 7 millones de euros de los 18 que se facturaron durante el mismo periodo del pasado invierno. Han vendido 240.000 forfaits menos respecto a los 800.000 del año anterior. La temporada 2005-2006, calificada de "muy buena", se cerró con una cifra de negocios de 56 millones de euros, que generó un gasto inducido de 450 millones de euros.

El impacto económico va más allá del esquí. Las 16 estaciones de esquí (10 alpinas y 6 nórdicas) son uno de los principales motores de desarrollo del Pirineo catalán. El esquí afecta al conjunto de las economías de los valles, con el turismo y la construcción como principales beneficiarios. Cada esquiador se gasta entre 160 y 170 euros de media por día, pero la mayor parte se destina a la hostelería y los servicios, según datos de la Generalitat.

El impacto sobre el empleo es notable. Casi un tercio de la población ocupada en las comarcas de montaña, unas 17.000 personas, vive directamente de las actividades turísticas y residenciales. Y el esquí tiene mucho que ver.

En las últimas seis temporadas, a día de hoy se había podido esquiar en prácticamente todas las pistas, abiertas desde principios de diciembre, coincidiendo con el puente de la Inmaculada. Esta temporada, 9 de los 10 centros de esquí alpinos catalanes abrieron parcialmente sus pistas en Navidad -Tavascan aún permanece cerrado- gracias a los 1.806 cañones de fabricación artificial de nieve que proporcionan un dominio esquiable de 148 kilómetros de los 689 existentes.

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"Nos planteamos cerrar"

"Estas pérdidas ya no se recuperarán en los próximos meses, aunque caiga la gran nevada", coinciden en señalar las estaciones de esquí. Y el problema amenaza con ser mayor si no nieva pronto. "Si no hay precipitaciones y las temperaturas siguen por encima de los cero grados, algunas estaciones de esquí podrían plantearse cerrar", aventura Joaquim Alsina, director de ACEM.

Un presagio, sin embargo, que descartan las previsiones meteorológicas, que indican que a partir de la próxima semana empezará a nevar o, como mínimo, se registrará un descenso brusco de las temperaturas que permitirá volver a poner en funcionamiento los cañones de fabricación artificial de nieve parados la útima semana por las altas temperaturas.

El consejero de Innovación, Universidades y Empresa del Gobierno catalán, Josep Huguet, ha emplazado a las estaciones de esquí catalanas a potenciar su actividad en verano y convertirse en "estaciones de montaña" para mantener su solvencia y hacer frente al cambio climático, en línea con el Plan Director de las Estaciones de Montaña, aprobado hace medio año por el tripartito.

Baqueira-Beret, la única estación de esquí catalana que presenta una situación financiera saneada, según datos de la Generalitat -sin endeudamiento y con unos beneficios que rondan los cuatro millones de euros anuales-, también ha acusado la ausencia de nieve. Hasta el pasado lunes, había recibido una afluencia de 120.000 esquiadores, la mitad de los últimos años cuya media por estas mismas fechas era de 250.000. "Nuestra facturación es entre el 45% y el 50% inferior a la de las últimas temporadas", señala Roberto Buil, director comercial de Baqueira-Beret. Pese a la gravedad de la situación, Buil recalca: "No hay que rasgarse las vestiduras. Sabemos que cada 10 o 15 años sale un invierno muy malo".

Cada estación, sin embargo, tiene sus peculiaridades. La Masella, en la Cerdanya, ha sido la que menos ha sido afectada por la falta de nieve gracias a su ubicación hacia la cara norte pirenaica. Maite Martí, directora comercial, reconoce: "Hubo días en Navidad, incluso, que se superó la afluencia del año pasado".

A las cifras del esquí alpino se han de sumar las del esquí nórdico de Cataluña, que carecen de cañones de fabricación artificial de nieve y que en la temporada pasada sumaron 80.000 visitantes. Hoy, sólo uno de los seis complejos, el de Sant Joan de l'Erm (Alt Urgell), ha podido abrir, aunque sólo 0,8 kilómetros de circuito marcado de los 38 que tiene.

Menos contratos

La falta de nieve y la apertura parcial de las estaciones de esquí ha perjudicado también al ámbito laboral, con 2.400 trabajadores directos. La Molina y Port Ainé admiten que se han visto obligados a reducir sus plantillas en un 30%, sobre todo eventuales. En otros casos, como Baqueira-Beret o Boí Taüll, la plantilla está casi completa. "Lo que sí hemos hecho esta Navidad ha sido dar vacaciones a los empleados fijos, para poder establecer unos turnos", cuenta Buil. "No nos podemos arriesgar a que caiga una nevada de repente y no tengamos personal para abrir la estación al completo en 24 horas".

Quienes más están notando la crisis son los profesores de esquí, que no son contratados por las estaciones, sino por las escuelas de instructores. Un afectado explica haber facturado sólo 50 horas frente a las 150 de diciembre de 2005.

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