Recordando al maestro
La minigira 'Acordes con Leonard Cohen' reúne a un público maduro
Leonard Cohen sigue estando de actualidad. Su nombre está siempre presente entre todos esos que, en cosas de música, huyen conscientemente de modas y listas de éxitos. Prácticamente puede afirmarse que ya es más un icono que una voz y que invocar su nombre suele ser siempre un buen señuelo.
No sucedió así en la noche del sábado: el Auditori de Sant Cugat del Vallés (Barcelona) no acabó de llenarse con la nueva versión de Acordes con Leonard Cohen, el homenaje que ya el pasado verano recorrió varios puntos de la península. Ni siquiera la presencia de algunos pesos pesados del panorama peninsular o internacional consiguió colgar el ansiado letrero de agotadas las localidades. A pesar de ello, el calor en el interior del moderno auditorio se mantuvo en todo momento sin llegar nunca a desbordarse como corresponde a un público bastante maduro que estaba allí más por el conjunto, más por Leonard Cohen, que por cada una de las piezas del puzzle.
La nueva puesta en escena poco tiene que ver con lo estrenado el pasado julio en el Festival de la Porta Ferrada de Sant Feliú de Guixols. Entre aquel bolo veraniego y la actuación del pasado sábado, un verdadero estreno, la distancia es abismal; por suerte, para bien. Acordes con Leonard Cohen es ahora (aceptando el formato manido pero aún eficaz del todos para uno y uno para todos) un espectáculo con fuerza.
Siguió siendo demasiado largo: más de dos horas y media sin pausas que se podrían haber acortado sólo con un buen ritmo escénico y eliminando algunos recitados de Constantino Romero (todos interesantes pero excesivos en número). Los cambios respecto a su primera versión han servido para redondear el producto y el añadido de Adam Cohen, hijo del homenajeado, sin aportar nada musicalmente, completa la panoplia emotiva, en especial al cantar a dúo con su madrastra Anjani Thomas.
Incluir en el programa a Elliott Murphy fue otro acierto, como prescindir de las actuaciones de Kiko Veneno, un coro de aficionados y Luz Casal, reducir la presencia escénica del prescindible Javier Colis y de los entonces mal ubicados Son de la Frontera (ahora simples acompañantes sin protagonismo). También fue positiva la eliminación de las presentaciones de cada tema y su cambio por poemas leídos por Romero.
El público siguió con placer el nuevo Acordes con Leonard Cohen y sólo hacia el final comenzó a notarse el cansancio, tanto de ellos como de los artistas. Sólo invocando al cansancio puede aceptarse la participación de Luis Eduardo Aute con una cansina versión de El futuro.
Las versiones de John Cale y Jabier Muguruza (en euskera y castellano) brillaron alto. También Gerard Quintana, Jackson Browne, Duquende, Toti Soler, Santiago Auserón y Christina Rosenvinge mantuvieron alto el estandarte sobre magníficos arreglos de Javier Más y Kevin McCornick. La actual compañera de Cohen, Anjani Thomas, derrochó encanto y Perla Batalla se mostró mejor acompañante que solista.
En su nueva versión Acordes con Leonard Cohen, que ayer ofreció su última representación en Lleida, funciona perfectamente como el homenaje que pretende ser.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.