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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Tres constataciones

El atentado de la T-4 y el posterior comunicado de ETA ponen de relieve, en mi opinión, tres constataciones esenciales que se abren paso entre los dimes y diretes de las interpretaciones a instancia de parte:

1. ETA puede declarar si le place la cuadratura del círculo, la derogación de la ley de la gravedad o el mantenimiento del alto el fuego permanente mientras sigue atentando, pero tales pretensiones son conceptualmente imposibles. Un alto el fuego permanente, frente a una tregua indefinida, presupone la voluntad apriorística de abandonar la vía violenta en el futuro pase lo que pase en las negociaciones, sin que ello implique ni reconocer retroactivamente el error de su adopción histórica ni que bloquee la posibilidad de apelar a la movilización social de la clientela en favor de sus objetivos. Tras el atentado, la viabilidad de este proceso de negociación y su mantenimiento por parte del Gobierno debe ser cero.

2. El atentado de ETA no evidencia un error del Gobierno al iniciar el proceso de negociación, ni da la razón a los que desde el principio estuvieron en contra de ese proceso. Pero sí indica que la distinción necesaria entre el ámbito del terrorismo y el ámbito de lo político, negando a la banda cualquier posibilidad de plantear reivindicaciones o agenda en el segundo, no ha quedado lo suficientemente clara en las conversaciones de partida. De ahí que ETA y su entorno parezcan tener la impresión de que ellos ya habían dado todo lo que podían dar, mientras que el Gobierno aún no había hecho ninguna concesión.

3. La situación actual nos retrotrae, no al momento de la suscripción del Pacto por las Libertades, sino a la situación anterior al Pacto de Estella, pero con toda la experiencia acumulada en este tiempo. Hora es ya de aceptar, tras los errores cometidos, que la única opción posible para acabar con el terrorismo no es la unión de los constitucionalistas contra los nacionalistas o viceversa, sino la unión de los demócratas contra los violentos. Si no somos capaces de negociar entre nosotros, difícilmente podremos negociar con los otros cuando llegue el momento.

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