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Entrevista:La crisis de Oriente Próximo

"El tiempo para un acuerdo de paz se está acabando"

Carl Bildt, ex primer ministro de Suecia (1991-1994) y ahora jefe de la diplomacia del flamante Gobierno de centro-derecha, tiene el tiempo medido y la agenda repleta. Convencido europeísta, experto en los Balcanes y actor de primer orden en el proceso de paz de la antigua Yugoslavia, Bildt cree inaplazable que la comunidad internacional se implique en una solución definitiva al conflicto israelo-palestino. Con ese propósito ha asistido al encuentro sobre Oriente Próximo patrocinado por España, Suecia, Noruega y Dinamarca, que pretende "recuperar el espíritu" de la Conferencia de Paz de Madrid de 1991, coincidiendo con su 15 aniversario, y que ha reunido en la capital española a analistas, investigadores y políticos.

"Hay un consenso en que la solución pasa por la coexistencia de dos Estados"
"Siria debe ser parte de un acuerdo global; Irán no es necesariamente un actor importante"
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Un cuarteto de cinco miembros

Pregunta. Madrid, 15 años después. ¿La conmemoración de un fracaso?

Respuesta. No, el aprendizaje del pasado. Hace 15 años había muchas esperanzas, y no todas se han cumplido. Ha habido errores, retrocesos, pero también progresos. Hoy hay un reconocimiento más universal de cuáles son las soluciones, lo que no era el caso hace quince años.

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P. ¿Para qué sirve una conferencia como ésta? Vemos un despliegue de energía y de dinero, escuchamos las mismas conclusiones, pero luego la realidad va por otros derroteros.

R. La realidad, por el momento, va por otros derroteros, pero estamos llegando a un punto en el que todas las partes reconocen que el tiempo se está acabando. Ha habido la guerra del Líbano, ha habido incertidumbres en Israel, con el rumbo después de Ariel Sharon, y en el lado palestino, con las elecciones legislativas de 2006 [que dieron el triunfo al movimiento fundamentalista Hamás], la preocupación norteamericana con Irak, la lentitud de la diplomacia europea, la inactividad del Cuarteto en los últimos meses... La gente ahora es consciente de que el proceso de paz es apremiante.

P. Pero ahora las cosas parecen más complicadas. El ascenso de Hamás...

R. Sí y no. Los hechos indican que sí, que es más complicado. Pero frente a lo que pasaba hace 15 años, cuando se creía que el tiempo estaba del lado de la paz, que bastaba con esperar y que las cosas mejorarían, ahora hay el temor de que el tiempo no va a favorecer necesariamente a la paz. Que hay ciertas fuerzas y tendencias que trabajan en otra dirección, y eso da una sensación de urgencia. Ya no se trata de esperar. Se trata de acelerar. De lo contrario, estas fuerzas pueden imponerse y complicar aún más la situación. Otro factor es que, ahora, hay un consenso en que la solución pasa por la coexistencia de dos Estados. Todo el mundo lo sabe. Tiene que haber un ajuste a las fronteras de 1967, una solución global a los refugiados y a Jerusalén Este, algún tipo de vínculo entre Gaza y Cisjordania... Ésos son los parámetros esenciales, y tres cuartas partes de la población de Cisjordania e Israel, según las encuestas, lo apoyan.

P. ¿Cómo puede avanzar el proceso de paz con la injerencia de Siria e Irán?

R. Hay que implicar a Siria en el proceso, porque Siria debe ser parte de un acuerdo global, que tiene que ver con los altos del Golán. Con Irán tenemos una agenda diferente, en la que la cuestión nuclear es dominante. El actual liderazgo en Teherán usa el tema palestino para consumo interno y también para espolear sentimientos en el mundo exterior, pero ellos no son necesariamente un actor importante.

P. Pero Irán está financiando a Hamás o Hezbolá.

R. Puede que lo estén haciendo, pero eso no obsta para que, entre los palestinos, haya un apoyo muy amplio a casi el mismo tipo de acuerdo de paz que entre los israelíes. Luego están esos grupos marginales que intentan romper el proceso. Pero creo que nos tenemos que concentrar en las fuerzas que respaldan en las líneas generales del acuerdo, en el entendido de que si esperamos demasiado, las fuerzas destructoras pueden cobrar ímpetu.

P. Suecia dona una ayuda cuantiosa a los palestinos. ¿Cómo analiza su situación interna, la corrupción rampante o los enfrentamientos entre Hamás y Al Fatah?

R. Es muy preocupante, sobre todo después de la gran esperanza que generaron los comicios presidenciales de 2005. La elección de Mahmud Abbas coincidió con la apuesta de Ariel Sharon por la retirada unilateral de Gaza. Ambos, en Palestina e Israel, aislaron a los opositores al proceso de paz, pero no estaban listos para comprometerse el uno con el otro, y eso fue un error. Se esperó demasiado. Y eso determinó la victoria de Hamás en las elecciones parlamentarias un año después. Lo bueno es que Hamás, que se había mantenido al margen, participó y ahora está dentro del proceso democrático. Lograron un resultado mucho mejor de lo que ellos mismos esperaban, y eso tuvo que ver, más que con su agenda, con dos cosas: la disolución de un liderazgo de Al Fatah que era percibido como corrupto e ineficiente, y la disolución de un proceso de paz que no daba resultado. Fue un voto de protesta, en gran medida. Ahora lo mejor sería lograr la formación de un Gobierno de unidad en Palestina. Algo que, por cierto, Hamás sugirió el año pasado, y que Al Fatah rechazó. Hay que ver si puede retomarse esa propuesta.

El ministro de Exteriores de Suecia, Carl Bildt, en Madrid.
El ministro de Exteriores de Suecia, Carl Bildt, en Madrid.CLAUDIO ÁLVAREZ

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