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La OTAN mata a decenas de talibanes que se infiltraban en Afganistán desde Pakistán

La incursión pone en entredicho la actuación de Islamabad contra las bases integristas

Decenas de talibanes, entre 80 y 150, según las fuentes aliadas, murieron en la madrugada de ayer al ser machacada con fuego aéreo y terrestre la columna de camiones con la que acababan de penetrar en Afganistán desde sus santuarios en Pakistán. De confirmarse las cifras, sería el más intenso enfrentamiento entre la OTAN y los islamistas radicales desde los librados en septiembre, que costaron cientos de vidas. Pese a la nueva infiltración desde Pakistán, el general David Richards, responsable de las fuerzas aliadas en Afganistán, elogió la contribución de Islamabad a la disminución de los incidentes.

Fuerzas de la OTAN y del Ejército afgano observaron la concentración de insurgentes en Waziristán, un distrito tribal paquistaní al otro lado de la frontera. Esperaron a que la caravana de camiones entrara en la provincia afgana de Paktika y a un kilómetro de la frontera les cayeron con todo. "Hubo entre 130 y 150 muertos", explicaba anoche Mark Laity, portavoz de la Fuerza Internacional de Asistencia (ISAF). El Ministerio de Defensa afgano en Kabul habló de 80 muertos, mientras un representante de los talibanes dijo que todo eran mentiras y que no había muertos suyos, sino "víctimas civiles".

Los aliados dijeron haber encontrado cargamentos de munición en los camiones, lo que suscitó de nuevo dudas sobre la utilidad del acuerdo suscrito el pasado año por el Gobierno paquistaní con las autoridades tribales de Waziristán del Norte (en 2004 pactaron con las de Waziristán del Sur) con el propósito de pacificar los dos distritos fronterizos. Islamabad retiró sus tropas de los Waziristán a cambio de que los jefes locales no aceptaran la presencia de los talibanes. Laity consideró que es pronto para juzgar la eficacia del acuerdo, si bien reconoció que "no ha habido reducción en la movilidad fronteriza" de los integristas afganos. Un análisis de International Crisis Group aseguraba en diciembre que los talibanes han asentado sus bases en las áreas tribales de Pakistán.

El de ayer es el primer choque serio del año después de que 2006 se cerrara con la muerte de más de 4.000 afganos en enfrentamientos con las fuerzas de ISAF y de EE UU. Los aliados perdieron unos 170 soldados. La sensación aliada es que, a pesar de sus derrotas, los talibanes podían refugiarse y recuperarse al otro lado de la frontera. Es la tesis del presidente afgano, Hamid Karzai, que acusa a su homólogo paquistaní, Pervez Musharraf, de relativa pasividad con los talibanes y le reclama el cierre de las escuelas coránicas que alientan la guerra santa.

Musharraf está considerando ahora el vallado y minado de partes críticas de los 2.500 kilómetros de frontera con Afganistán, a lo que se opone Karzai por estimar que será inútil para combatir el terrorismo y porque dividirá a los dos países. Parte de la frontera, trazada a finales del siglo XIX por los británicos, atraviesa terreno de los pashtunes, el grupo al que pertenece el propio Karzai y del que procede también la dirección de los talibanes.

El minado de la frontera tampoco gusta en la OTAN, que tenía previsto abordar la cuestión ayer en la reunión tripartita Afganistán-Pakistán-OTAN en Islamabad.

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