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Reportaje:

Comerciantes de Chamberí quieren recuperar los serenos en las calles

Cada familia, según el proyecto de los empresarios, tendría que pagar un euro al mes

Jesús Sérvulo González

Una asociación de comerciantes de Chamberí está enviando a las comunidades de vecinos una propuesta para recuperar los serenos en el distrito. El plan de los empresarios es que los serenos vigilen los barrios de once de la noche a seis de la mañana. Cada comunidad o negocio tendría que pagar entre 20 y 150 euros al mes. Los vecinos se oponen a la medida porque dicen que vigilar la vía pública corresponde al Ayuntamiento. La Junta Municipal de Chamberí rechaza la medida. La edil socialista Carmen Sánchez-Carazo pide que se informe a los vecinos sobre la ilegalidad del proyecto.

La Asociación de Comerciantes, Pequeñas y Medianas Empresas Chamberí Excelente (Ache), que agrupa a unas 480 empresas, está enviando un informe a las comunidades de vecinos y a los establecimientos comerciales del distrito, en el que presenta el proyecto de recuperación de los serenos en la zona. El presidente de Ache, Eduardo Molet, es propietario de una inmobiliaria y, según critican los vecinos, a través de la iniciativa de Ache está promocionándola.

Molet explica que la idea es crear un "cuerpo de ciudadanos ejemplares" que aporten seguridad a los vecinos de los barrios, como ocurre en Gijón o Vitoria. "Serían necesarios unos 30 trabajadores para todo el distrito, pero empezarían seis en algunos barrios", apunta. Ache realizó una encuesta que arrojaba que el 53% de los vecinos de Chamberí estaba a favor de los serenos y de pagar por ellos. Según el estudio elaborado por la asociación de comerciantes, los precios rondarían entre 20 euros al mes, para pequeños comercios, y 150 euros, para comunidades de propietarios de más de 100 vecinos. Los vecinos del distrito pagarían de media un euro al mes por el servicio.

Pero la idea no ha encontrado el apoyo ni de los vecinos ni del Ejecutivo municipal. Un portavoz del Ayuntamiento de Madrid aseguró: "Se trata de una iniciativa privada sobre la que no tenemos nada que ver". Y recuerda cómo hace un año presentaron una propuesta que la Junta de Distrito de Chamberí rechazó. "El concejal del distrito, Ángel Garrido, no tiene nada que ver", recalca el portavoz.

El Ayuntamiento lo rechaza

El representante de la asociación de vecinos El Organillo de Chamberí, Diego Cruz, asegura que este tipo de propuesta no es nueva. "Fue presentada al Ayuntamiento hace unos meses y nos dijeron que ya habían logrado un acuerdo con los responsables municipales. Eso no es cierto", aclaró Cruz. El representante vecinal explica que "cualquier vigilancia de la vía pública es competencia de la Administración pública". Por eso, expresó con contundencia: "Los vecinos no nos planteamos una medida como ésta, que no tiene ningún sentido. Si quieren mejorar la seguridad, que reclamen más presencia policial", sentenció.

La concejal socialista Carmen Sánchez Carazo se expresó en el mismo sentido. "La vigilancia de las calles corresponde al Ayuntamiento", insiste. Y avanza que presentará una propuesta en el próximo pleno del distrito para que esta iniciativa sea rechazada de plano. "Es inviable que una empresa privada vigile las calles. Hay que frenar esto, porque están llenando las calles de carteles", criticó la edil socialista.

Pero Eduardo Molet se defiende y argumenta que el servicio que pretende instaurar no es ningún cuerpo de seguridad. "No llevarían armas, ni porras. No son serenos al uso, son ciudadanos ejemplares, próximos y cercanos a los vecinos, y cuya función sería informar a los madrileños que vivan en los barrios donde se aplique el servicio", precisa el empresario. "Si hay follón, no van a intervenir. Su función es preventiva, como acompañar a los residentes al portal o vigilar que no se dejen las ventanillas de los coches bajadas", añade.

Los trabajadores que desempeñen esta función formarían un grupo autónomo que no pertenecería a ningún cuerpo o fuerza de seguridad pública, aunque tendría una relación de colaboración con éstos, según se explica en la información remitida a las comunidades de propietarios. "Por eso, los serenos no deben confundirse con otras profesiones como la de policía municipal o vigilante de seguridad", indica Molet.

Según el presidente de Ache, "ya hay más de 60 comunidades de propietarios que han comunicado que están dispuestos a adherirse al proyecto".

Para acceder a este cuerpo, se exigiría un curso de capacitación de 250 horas, "como ocurre en Gijón, que hay una academia para serenos", cuenta Molet.

La antigua levita, la gorra de plato y el farol darían paso a un chaleco reflectante, un teléfono móvil y un transmisor conectado a la policía y los servicios de emergencias de Madrid.

Se les podría ver en las calles a partir de las once de la noche y hasta las seis de la mañana durante los 365 días al año.

Los serenos tendrían una agenda con los teléfonos de los presidentes de las comunidades de propietarios y los dueños de los comercios. Así podrían ponerse en contacto con ellos en caso de que ocurriera alguna incidencia, según explica el informe.

Los vecinos que tuvieran contratado el servicio dispondrían del número de teléfono del sereno para llamarlo por si fuera necesario: acompañar a los mayores al portal o ir a buscar medicinas.

Sus quejas en lectores.madrid@elpais.es

Tres serenos que trabajaban en Madrid en abril de 1986.
Tres serenos que trabajaban en Madrid en abril de 1986.RICARDO GUTIÉRREZ

Sin rastro desde los ochenta

Los serenos desaparecieron de las calles de la capital hace tres décadas. Eran 185 trabajadores municipales que se encargaban de vigilar las calles. El puesto de sereno estaba catalogado como vigilante nocturno y eran considerados trabajadores autónomos. Ganaban unas 75.000 pesetas de la época (450 euros) financiadas por la aportación vecinal. Tocaba a unas 2.000 pesetas por vivienda (12 euros) y unas 5.500 (33 euros) por comercio.

El cuerpo de serenos municipales de la capital no presta servicios desde 1988, cuando fue sustituido por seis coches de policía. Los trabajadores que desempeñaban esa función fueron trasladados a otros servicios municipales.

Fue una figura criticada a principios de los ochenta por los partidos políticos, debido a la inutilidad de su labor, porque al hacer rutas fijas, los vigilantes nocturnos quedaban en situación de indefensión contra los presuntos delincuentes. No obstante, sus herramientas de trabajo eran una porra y un aerosol paralizante.

La última convocatoria para el puesto de sereno la realizó el Ayuntamiento de Madrid en 1986. Entonces, sacó a concurso 250 plazas y exigía a los aspirantes tener nociones de defensa personal.

A mediados de los noventa, el entonces consejero de Economía, Luis Blázquez, tuvo la idea de desplegar a 30.000 vigilantes nocturnos en barrios de la capital y algunos distritos. El proyecto consistía en que los serenos fueran pagados por empresarios y vecinos. Finalmente, la idea cayó en el olvido.

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Sobre la firma

Jesús Sérvulo González
Redactor jefe de Economía y Negocios en EL PAÍS. Estudió Económicas y trabajó cinco años como auditor. Ha cubierto la crisis financiera, contado las consecuencias del pinchazo de la burbuja inmobiliaria, el rescate a España y las reformas de las políticas públicas de la última década. Ha cursado el programa de desarrollo directivo (PDD) del IESE.

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