Destrucción y renacimiento
Desde que se afincó en 1985 en París, ha sido traducido por fin masivamente (también al castellano) la voz más importante de la poesía árabe contemporánea, el poeta sirio Ali Ahmad Said, más conocido como Adonis. Si bien en su ámbito cultural natal es un personaje sumamente controvertido por el carácter iconoclasta de su poesía, nadie le disputa el mérito de haber integrado la lengua árabe en la poesía moderna universal. Adonis fusiona el imaginario clásico del mundo islámico con las formas y procedimientos de la poesía occidental moderna. Desde que en los años sesenta adoptó el poema en prosa y revolucionó el lenguaje poético, demostró que la literatura árabe puede acercarse a la modernidad occidental sin prescindir de su identidad cultural.
ÉSTE ES MI NOMBRE
Adonis
Traducción, prólogo y notas de Federico Arbós
Alianza. Madrid, 2006
161 páginas. 20 euros
Adonis es un renovador radical, y esto queda especialmente patente en la presente publicación que reúne tres largos poemas épicos de marcado cuño político, entre los que figura el provocador Epitafio para Nueva York (en encendido homenaje a Walt Whitman y García Lorca): una declaración de guerra al establishment religioso y las fuerzas retrógradas de las sociedades musulmanas, pero también a nuestros esquemas maniqueístas acerca de la autoconciencia de los árabes innovadores -se cuestiona la revolución que "se precipita cuesta abajo" si sirve sólo para satisfacer los deseos de consumo- y su rendición admirativa ante los avances del capitalismo: "NUEVA YORK, / cultura con cuatro patas. Cada distrito es un crimen / y un camino hacia el crimen. / En la distancia / entre uno y otro, el lamento de los ahogados".
Poemas contra la guerra, la represión, la pérdida de patria componen tanto Prólogo a la historia de los reyes de taifas como la epopeya que da título al conjunto, Éste es mi nombre. Adonis invoca la zona conflictiva de su origen desde la distancia y rememora su historia funesta. "Te veo, filas de niños que arrastran / sus entrañas, escuchan y obedecen, / se prosternan ante las cadenas, mudan / la piel con cada golpe de látigo". El dolor de la pérdida se manifiesta en la voz del poeta, transformada en voz colectiva de los damnificados de las guerras en la región, y, en concreto, del pueblo palestino expulsado de Israel en la guerra de 1967: "Yo soy el río Jordán".
La sorpresa que depara Éste es mi nombre reside, precisamente, en sus referencias a la actualidad política, cuyas metáforas, si bien se remontan a finales de los años sesenta, resultan tristemente familiares: "Puedo cambiar las cosas, hacer que la civilización salte por los aires: éste es mi nombre". La severa dialéctica del renacimiento desde la destrucción que traspasa el libro, inevitablemente produce extrañeza en el lector de hoy, mucho más que su fogoso tono hímnico o el noble pathos de sus exhortaciones, reforzadas por preciosas y poderosísimas imágenes. La ejemplar edición bilingüe se redondea de la manera más afortunada con un excelente prólogo y unas notas muy provechosos del experimentado traductor Federico Arbós.
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