Mutilado un joven en Pakistán porque se casó sin permiso de la familia de la novia
Una turba de 30 hombres le cortó las orejas y la nariz e hirió a su madre y a su hermano
Casarse por amor le ha costado a un joven de 22 años las orejas y la nariz. Una turba de 30 hombres, parientes de la chica, le asaltó en casa de su madre el lunes pasado en venganza por haberse casado sin que el matrimonio fuera autorizado previamente por este clan, considerado de clase superior. El hermano y la madre de Mohammed también resultaron heridos. Los asaltantes aprovecharon el regreso de la pareja al pueblo, en el Estado paquistaní de Punjab, para celebrar la fiesta musulmana del cordero. Los novios habían escapado poco después de casarse el año pasado.
Mohammed Iqbal y su esposa, Shahnaz Bibi, de 19 años, se casaron "por amor" hace un año frente a un juez de la ciudad de Multan, cercana a su pueblo, Inayatapur Mahota. Poco después, huyeron. El pasado lunes por la noche, 30 hombres armados con cuchillos, dagas y hachas, asaltaron la casa de la madre de Iqbal. A Mohammed le cortaron las orejas y la nariz, y le rompieron las piernas golpeándolas con las hachas. A su hermano Mohammed Yasin le cortaron también las orejas y a su madre le dispararon en el muslo y le cortaron en la mano.
Shahnaz no estaba en la casa porque vivía en otro pueblo desde hacía dos meses porque al volver a Multan con motivo del Ramadán, sus familiares ya habían roto los dedos a su esposo en una primera parte de la venganza. La pareja tiene una hija de tres meses, Shaista.
"Han embadurnado nuestro honor con mugre", cuenta Isqbal desde el hospital en el que se recupera de sus heridas. "Nos arrastraron por el suelo y nos insultaron antes de cortar nuestros miembros", apunta su hermano, ingresado, al igual que la madre, en el mismo centro sanitario de Multan.
Manzoor Ahmed, oficial de la policía de Multan, informó ayer de que siete hombres sospechosos de haber participado en el asalto ya habían sido detenidos, mientras que la policía continúa la búsqueda de otros 22 miembros del clan Bibi.
"Nos casamos en el juzgado con nuestro consentimiento", continúa Isqbal, "nos gustábamos, y el islam nos da permiso para casarnos si ésa es nuestra elección". Sin embargo, los prejuicios sociales todavía pesan mucho en estas regiones.
Mohammed y Shahmaz se conocieron en una de las huertas de mangos que posee la familia de ella. Mohammed siempre compraba los mangos a la familia Bibi y luego los vendía en el mercado.
En esta zona, un comerciante es menos que un propietario de tierras y la familia de Shahmaz no aceptaba el matrimonio. Pocos días antes de la ceremonia, Isqbal narra cómo le detuvo la policía alegando que la familia de su novia le había denunciado por secuestrarla. No le liberaron hasta que ella prestó declaración en el juzgado y aseguró que se casaba libremente por voluntad propia.
En las zonas rurales de Pakistán, el año pasado murieron más de mil personas, la mayoría de ellas mujeres, en los llamados crímenes de honor, según destacó la Comisión de Derechos Humanos de Pakistán citando fuentes gubernamentales.
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