El imperio del gas
El acuerdo forzado entre Minsk y Moscú sobre el gas tranquilizará a otros países europeos que temían que esta disputa llevara a nuevos recortes de suministro en pleno invierno como ocurriera el año pasado tras el encontronazo con Ucrania, pues por Bielorrusia pasa un 20% de esa energía. Sin embargo, también es un nuevo paso más por parte de Rusia en su intento de reconstruir por medio del gas su imperio perdido. En este caso, Bielorrusia no sólo ha aceptado, dos minutos antes de que acabara el año ante la amenaza de corte de suministro, pagar el gas ruso al doble de lo que lo venía haciendo y subirlo a precio de mercado en cinco años, sino también vender la mitad de Beltranzgaz, su monopolio de gasoductos, a Gazprom, que ya controla totalmente el sector de la distribución en Rusia. La empresa rusa, tras una fugaz privatización, está bajo un férreo control del Kremlin, que ha logrado así un poderoso instrumento de dominio ruso sobre su entorno próximo y más allá.
Los países de la vecindad de Rusia, incluida la hasta ahora leal Bielorrusia, no podían aspirar a una independencia real con un gas subvencionado. Ésa no es la cuestión central, aunque sí para los consumidores: Bielorrusia ve ahora doblar su precio a 100 dólares, aún lejos de los 235 que paga Georgia tras su propia crisis con Moscú. Como Minsk no puede pagarlo, se ha decidido a vender la mitad de su red de distribución. Lo positivo es que quede en aprietos el dictador pos-soviético Alexander Lukashenko, que ha sobrevivido sin reformar a fondo la economía de su país en buena parte gracias a este gas ruso barato.
No son buenas noticias para una Europa que busca una asociación estratégica con Rusia en materia de suministros de gas. Gazprom, al constituir un monopolio del transporte de esta energía y lanzarse a una estrategia de maximización de sus exportaciones, no deja que otros productores independientes en Rusia entren en el juego, pero sí ha logrado acuerdos con muchas empresas europeas. Y ayer se anunció su millonaria subvención al Schalke 04, actualmente el segundo equipo de la Liga de fútbol alemana. Es parte del nuevo imperialismo ruso, que también juega con la imagen.
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