La doble mirada
Hay gente que piensa que la parte más estable, más bonita y menos peligrosa del amor es la del enamoramiento. Cuando el receptor aún no conoce los sentimientos del emisor y, por tanto, aún no hay posibilidad de rechazo.
Asunto bien distinto es el de la parada en seco del proceso ante el miedo al fracaso, y que el amor se transforme en un mero seguimiento, casi demente, donde el sentimiento pase a ser pura y llama obsesión.
Con esta base, el debutante español Javier Rebollo confeccionó recientemente la excelente Lo que sé de Lola y, con semejantes apoyos narrativos, el también novel Paolo Franchi ha creado La spettatrice, singular paseo por la degradación romántica donde destaca el bellísimo rostro de la actriz Barbora Bobulova, omnipresente todo el metraje, a la que sorprendentemente el director convierte no en perseguida sino en perseguidora.
LA SPETTATRICE
Dirección: Paolo Franchi. Intérpretes: Barbora Bobulova, Andrea Renzi, Brigitte Catillon, Mateo Mussoni. Género: drama. Italia, 2004. Duración: 98 minutos.
Franchi, como también Rebollo, acude a un voyeurismo de lo más cotidiano para narrar el seguimiento de la chica a un vecino al que ni siquiera conoce personalmente.
En la órbita del cine de Michelangelo Antonioni (Blow up siempre anda al acecho) lo hace de forma pausada, marcando cada tiempo a fuego lento para que el espectador real (que somos nosotros) se convierta en la espectadora ficticia y experimente con ella su bajada a los infiernos de la libertad.
De este modo, la película lleva a su audiencia a un extraño estado observatorio que se efectúa por partida doble. Una situación en la que el mirón se siente ofuscado por la irracionalidad de la mujer, pero en la que también se muestra fascinado por su irresistible belleza.
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