_
_
_
_
Reportaje:

'Desprivatizar' Sant Cosme

A los dos meses de su despliegue, los Mossos se proponen recuperar el espacio público de este barrio de El Prat

Jesús García Bueno

La calle es de todos. Es el espacio público por excelencia. Pero hay excepciones. Como la del barrio de Sant Cosme, en El Prat de Llobregat. Muebles viejos y destartalados, sofás para sentarse tan ricamente y hasta fogatas en invierno que congregan a decenas de personas. Todo eso puede encontrarse en las calles del barrio. Algunos vecinos sacan estos trastos y convierten la vía pública en una suerte de extensión de sus propios domicilios. El resultado: muchos otros ciudadanos tienen problemas para caminar por el barrio y, a veces, desisten de hacerlo.

"La gente tiene la sensación de que Sant Cosme se ha convertido en una especie de territorio privado", explica Ferran López, intendente de los Mossos d'Esquadra y jefe de la Región Policial Metropolitana Sur. El pasado 1 de noviembre, la policía autonómica se hizo cargo de la seguridad ciudadana y el orden público de cuatro municipios del Baix Llobregat, entre ellos El Prat. La comisaría de los Mossos en esta localidad está ubicada precisamente en Sant Cosme.

Algunos vecinos han convertido la calle en la extensión natural de sus viviendas

Ante la magnitud de este problema de incivismo, la policía autonómica ha decidido elaborar un plan de choque. El primer objetivo de su despliegue es precisamente devolver las calles a la normalidad; en otras palabras, desprivatizar Sant Cosme. "La gente de El Prat puede tener la sensación -y está justificada- de que no es bienvenida en el barrio. Lo que queremos es que todos los ciudadanos sientan suya también esa parte de la ciudad", añade López.

La manera de hacerlo, al menos en una primera fase: el diálogo. Ya desde antes del despliegue, los Mossos mantienen contactos, tanto formales como informales, con el tejido asociativo del barrio. "El objetivo es aprovechar esta interlocución para conseguir objetivos a corto plazo", señala el intendente. La vía escogida -la de la persuasión- enlaza con la voluntad de los Mossos de mostrarse ante los ciudadanos como una policía "de proximidad". De ahí que desde el primer día se hayan reforzado las patrullas, tanto en vehículo como a pie, por el barrio.

Pero si no se producen cambios en un tiempo "razonable", se podrían seguir otros derroteros. "Tampoco somos inocentes. Agotaremos la vía del diálogo, pero si es necesaria otra intervención, se hará".

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

En apenas dos meses, los mandos han elaborado una "radiografía" de Sant Cosme, aunque el intendente matiza que es todavía "provisional". "Hemos querido poner el contador a cero y salir sin prejuicios". Lejos de criticar la herencia dejada por los agentes del Cuerpo Nacional de Policía, López señala que la situación de partida es relativamente positiva: "No hay una sensación de dejadez policial ni de impunidad". En este sentido, la colaboración con la policía municipal -con la que se reúnen una vez por semana- es esencial.

El primer fin de semana tras su llegada, los Mossos realizaron una serie de controles, sobre vehículos y personas, a la entrada del municipio. La hipótesis tácita de que se encontrarían numerosos casos de trapicheo de drogas -pequeños camellos en busca de consumidor- no se cumplió. "Apenas se abrieron actas por consumo o venta de drogas", apunta López. Sant Cosme, habitado mayoritariamente por ciudadanos de etnia gitana, es un barrio estigmatizado también por el pozo negro de las drogas.

El caso de Sant Cosme es similar -que no idéntico- al del barrio de La Mina, en Sant Adrià de Besòs. A juicio de López, es evidente que en ambos casos "existe un cierto grado de tráfico de estupefacientes" y por eso indica que se tendrá en cuenta el ejemplo de lo que se ha hecho en La Mina. Sin embargo, según el intendente, la situación que encontraron los Mossos en este barrio era más urgente y alarmante que la que existe en Sant Cosme.

El plan de choque para Sant Cosme incluye el control del tráfico de drogas. "Empezaremos por lo que es más fácil de controlar: el espacio público. A partir de ahí, cuando el asunto pase a los domicilios particulares, requerirá más investigación y por eso llevará más tiempo".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Jesús García Bueno
Periodista especializado en información judicial. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona, donde ha cubierto escándalos de corrupción y el procés. Licenciado por la UAB, ha sido profesor universitario. Ha colaborado en el programa 'Salvados' y como investigador en el documental '800 metros' de Netflix, sobre los atentados del 17-A.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_