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Reportaje:

Relatos en la cola del juzgado

Cuatro ciudadanos cuentan cómo les ha afectado la huelga de la Administración de Justicia

Pedro Gorospe

La huelga indefinida de los trabajadores de la Administración de Justicia cumplió el domingo dos meses. La movilización en demanda de la equiparación salarial arrancó el 24 de octubre convocada por los cinco sindicatos del sector (CCOO, CSIF, ELA, LAB y UGT) y desde entonces los juzgados sufren un bloqueo casi total. Los principales afectados, quienes sufren las consecuencias de los reiterados aplazamientos de los juicios o la imposibilidad de cumplir otros trámites son los ciudadanos.

El Tribunal Superior de Justicia no ha procesado todavía los datos que los secretarios judiciales le han remitido sobre las consecuencias que están teniendo los paros, pero la situación es claramente delicada. La Sala de Gobierno del Tribunal, el Consejo Vasco de la Abogacía y los colegios de abogados y procuradores le han pedido a ambas partes que flexibilicen sus posturas para cerrar un acuerdo urgente.

Los sindicatos han anunciado que en enero, si no media una solución, podrían endurecer las movilizaciones y ampliar los paros, que ahora se celebran de martes a jueves, a toda la semana. Los miles de ciudadanos afectados por la situación tienen nombres y apellidos. Éstas son cuatro de sus historias.

Ahmed S. Tres intentos de separación

Amed S. tiene 36 años, trabaja en una empresa de la construcción en San Sebastián y pretende separarse de su esposa. En enero lo intentará por tercera vez.

El problema es que tiene un niño con su pareja y el retraso le está causando serios problemas. "Tengo un lío tremendo con la casa, porque tenemos que vivir juntos, no hemos resuelto la custodia y, por lo tanto, tampoco la pensión, pero yo no quiero ir a vivir a una pensión. Yo no lo voy a decidir por si pierdo derechos". Según explica, "el juez no dice nada, sólo suspende la vista y nada cambia. Igual la semana que viene hacen alguna medida provisional hasta que salga otra vez el juicio, pero cada vez que vengo pierdo toda la mañana y ahora estoy en una obra en Oiartzun".

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Ahmed S. lleva en Euskadi más de 18 años. Todavía se acuerda de cuando llegó de Almería. Era el 20 de enero de 1988. El viento era tremendo y nada más bajar del coche vió a medio centenar de niños vestidos de militares. "Dónde me he metido" pensó. Debía de ser la Tamborrada infantil.

Luis Javier Agirre La deuda del seguro

Luis Javier Agirre reclama a su seguro unos 100.000 euros por daños a unas piezas industriales. Tiene "cincuenta y tantos" años y para la única vez que ha reclamado algo en un juzgado "hay huelga". "Es un dineral, pero tengo una póliza que pagué religiosamente y el seguro no quiere hacer frente. Ya se sabe: para cobrar son muy rápidos y todo son buenas palabras, pero a la hora de pagar la cosa se complica". El proceso de su reclamación dura ya siete meses.

De momento, tras la suspensión de la vista, no sabe cuándo se estudiará su causa. Llegó el martes a la capital donostiarra, porque el caso estaba señalado para esta semana. "Vivo en Madrid y, desgraciadamente, mi abogado también". El pasado viernes tenía previsto regresar a la capital de España, pero con las manos vacías. "Con las manos vacías y con los bolsillos un poco más vacíos, porque está claro quián va a pagar, además de mis gastos, los que ha generado la suspensión en el abogado".

Marisa Ruiz Un agujero en el piso

A Marisa Ruiz, una empresa de demoliciones le abrió un agujero en la pared de su casa. A su domicilio le temblaron los pilares un aciago día de 2003 a las 8.20. Es el problema de algunas zonas del Casco Viejo de Bilbao. Los edificios se apoyan unos contra otros y muchos todavía tienen estructuras de madera.

El caso es que la empresa de demoliciones que trabajaba en el solar contiguo no quiso hacerse cargo de la reparación de su vivienda, y tampoco el promotor de la obra que se iba a levantar en el solar ni la constructora que había subcontratado la demolición. "Se te queda la cara de gilipollas, y es que no puedo llamarlo de otra manera. No nos mataron de milagro, y como se han negado a pagar, porque cada uno se echa la culpa al otro, pues los agujeros están sin tapar", relata. "Tuvimos que pedir los vecinos un crédito para arreglar la casa. Tuvimos que pagar a los peritos para que, al menos, dejaran constancia de la avería, y los sinvergüenzas de la empresa no nos hicieron ni caso".

"En el Ayuntamiento [de Bilbao] también se las traen. No había licencia municipal para demoler, pero todo da igual. El juicio se ha suspendido y el problema es que llevamos ya dos renegociaciones del crédito que gracias a la BBK no nos está costando más de lo normal".

Maria Antonia López Al Registro con su hijo

De todos los consultados, María Antonia López es la única que está contenta. "He podido venir yo misma al Registro Civil [de Vitoria] para dar de alta, ¿se dice así, no?, a mi hijo". Koldo nació el pasado martes, "sin dar demasiada guerra". El cierre del Registro de martes a jueves por la huelga ha dado tiempo a su madre a recuperarse, salir del hospital y acercarse con la criatura en el cochecito a inscribirle personalmente. "Estoy más o menos recuperada, pero mi marido tenía que ir a trabajar, así que poco a poco he venido".

María Antonia López, de 27 años, debe de estar en plena forma, porque su casa dista casi dos kilómetros del Palacio de Justicia de la capital alavesa. "Veo a la gente muy enfadada y crispada por aquí. Un señor se ha marchado jurando, porque es la cuarta vez que venía. Yo no hubiera pensado que iba a venir al Registro con mi propio hijo, pero estoy encantada", concluye.

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Sobre la firma

Pedro Gorospe
Corresponsal en el País Vasco cubre la actualidad política, social y económica. Licenciado en Ciencias de la Información por la UPV-EHU, perteneció a las redacciones de la nueva Gaceta del Norte, Deia, Gaur Express y como productor la televisión pública vasca EITB antes de llegar a EL PAÍS. Es autor del libro El inconformismo de Koldo Saratxaga.

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