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Reportaje:

Los hijos del 'tsunami'

India autoriza operaciones para que vuelvan a ser fértiles mujeres esterilizadas que perdieron hijos en la catástrofe

Nitis nació gracias al tsunami. Hace dos años la catástrofe mató a más de 200.000 personas en el sureste asiático. A él le dio la vida. Hace tres meses, vio la luz en Nagapattinam, un pueblo donde todos son supervivientes.

Sus padres vivían en la playa. La gran ola llegó allí con todo su poder de destrucción y los arrastró en su casa de paja. Las dos únicas hijas de la pareja, de cinco y tres años, no lograron sobrevivir. A Geetha, la madre, se le vino el mundo encima. Los programas de control de natalidad del Gobierno de India la habían obligado a someterse a un proceso de esterilización después del nacimiento de su segunda hija. Pensó que no volvería a ser madre de nuevo.

Sin embargo, al poco tiempo se enteró de que el Gobierno promovía la reversión de la ligadura de las trompas de Falopio para las madres que habían perdido a sus hijos con el desastre. En los hospitales públicos se realizaron intervenciones quirúrgicas de forma gratuita y, en los privados, el Gobierno asumió una parte del coste. En Nagapattinam, un pueblo de pescadores al sureste de India, hubo más de 7.000 víctimas mortales, más de un tercio de ellas bebés o niños pequeños que no lograron cobijarse en un lugar seguro.

Por ahora, los médicos han operado a 50, de las 120 mujeres que lo solicitaron. La operación para revertir la ligadura de trompas, llamada recanalización tubárica, no representa un riesgo vital para las mujeres, pero sus posibilidades de éxito son bajas. Menos de un 20% de las pacientes que se someten al proceso pueden volver a tener hijos, según aseguran los expertos.

De las operaciones han nacido seis hijos y una mujer espera un niño más. "La recanalización ha sido exitosa", asegura el doctor Padmamaban, director de Salud Pública de Tamil Nadu, estado al que pertenece el distrito de Nagapattinam.

Las escasas posibilidades que tienen de ser madres contrasta con la esperanza de las mujeres que han vuelto a operarse pero aún no han conseguido tener nuevos hijos en Nagapattinam. "Estoy segura de que tendré otro. Me lo ha dicho el doctor", dice sin dudar Mahadevi. A ella la ola le arrancó a dos de sus tres hijas y a un hijo. Ahora sus necesidades son especiales: quiere un varón. "Para que nos cuide a su padre y a mí cuando estemos viejos. Las hijas se van a vivir a las casas de los suegros y los hijos son los que se hacen cargo de los padres", explica.

Las madres que perdieron hijos confirman que el Gobierno les ha compensado económicamente por las pérdidas materiales y por cada familiar muerto. "Pero nada nos puede devolver a nuestros hijos, que son lo único por lo que vivimos", asegura Kumari, una de las mujeres que ha conseguido tener un niño.

Después del tsunami las mujeres que perdieron hijos tuvieron tendencias suicidas, incluso dos lo consiguieron, asegura Vanaja, la encargada de este tipo de operaciones para Sneha, una ONG local. "Desafortunadamente aquí la mujer que no tiene hijos no es mujer. Lo dicen los hombres y ellas lo creen", afirma.

Para esta organización, el Gobierno debería haber optado por la recanalización como última alternativa, por su escasa efectividad, y debería promover la adopción. El número de huérfanos en la localidad se duplicó de 1.000 a 2.000 tras el desastre natural. "Pero están viviendo en orfanatos porque las políticas de adopción son muy estrictas y lentas. Algo ilógico si se tiene en cuenta el número de mujeres que están ansiosas por tener un hijo".

La adopción en la cultura tamil, que predomina en la región es todavía un tabú. "Cuando el tsunami me quitó a mis hijos pensé en quedarme con un huérfano, pero cuando supe que había una posibilidad, aunque fuera pequeña, de tener otra vez hijos de mi sangre, opté por ella", concluye Arimalaya,

Geetha, una de las mujeres que perdieron a sus niños en el <i>tsunami,</i> posa con su nuevo hijo, Nitis.
Geetha, una de las mujeres que perdieron a sus niños en el tsunami, posa con su nuevo hijo, Nitis.A. G. R.

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