La pasarela de las aves

La observación de pájaros es una de las actividades más sencillas para iniciarse en la pasión por la naturaleza, y España es el lugar de Europa con mayor variedad de especies y ecosistemas para disfrutar con esta práctica. El turismo ornitológico ha experimentado un importante auge en todo el territorio español y cada vez son más los viajeros que introducen en sus vacaciones y escapadas de fin de semana las visitas a parques naturales y la observación de aves. Aunque aún es una práctica en desarrollo, ya existen pequeños hoteles rurales, guías profesionales y una amplia red de observatorios y centros de interpretación. Se acaba de crear la Asociación Profesional Española de Guías de Observación de Aves (APGOA), pero quien más tiempo lleva empeñada en fomentar el interés por las aves es la Sociedad Española de Ornitología (SEO / BirdLife), que lleva 50 años defendiendo a los plumíferos y organizando excursiones y cursos para conocerlos mejor.

España es un lugar privilegiado para practicar el birdwatching (observación de aves) en Europa, no sólo por la gran cantidad de especies diferentes que se pueden ver -alrededor de 500-, sino también por el número excepcional de endemismos y rarezas que campan por todo el territorio. Aunque la joya más preciada para los pajareros europeos es el parque nacional de Doñana y sus alrededores, si hay que destacar una amplia región española por sus valores ornitológicos, ésa es, sin duda, la tierra extremeña y sus centenarias dehesas de encinas y alcornoques.

Extremadura cuenta con algunas de las poblaciones mejor conservadas de avifauna en peligro de extinción y con un número de especies inventariadas que ronda las 340, de las que 228 se consideran nidificantes habituales. El buen estado ecológico de sus hábitats más representativos ha convertido sus dehesas y estepas en el reducto preferible para aves tan singulares como la cigüeña negra, el águila imperial, el buitre negro, la avutarda, el cernícalo primilla o el águila-azor perdicera. Tres cuartas partes de la superficie de Cáceres y Badajoz se consideran de importancia internacional para las aves, según un inventario realizado por SEO / BirdLife en 1999.

Durante el fin de semana del 2 al 4 de marzo de 2007 se celebrará en Villarreal de San Carlos, en el que para entonces será parque nacional de Monfragüe, la II Feria Internacional de Turismo Ornitológico Extremadura Birdwatching Fair. Un escaparate donde se expondrán todas las posibilidades y productos que genera esta peculiar forma de disfrutar del ocio y la naturaleza.

La época invernal, por la cantidad ingente de pájaros que eligen estas latitudes para resguardarse del frío nórdico, y la primavera, por la temporada de cría, son los mejores momentos para la observación en Extremadura.

1 Parque natural de Monfragüe

Nombrar los pájaros de Monfragüe implica hablar de la mayor concentración de buitres negros del mundo, pero, además, de alimoches, águilas imperiales y perdiceras, cigüeñas negras y buitres leonados. El rincón más singular del parque se llama el salto del Gitano, sobre las aguas del río Tajo, con la peña Falcón al otro lado, donde nidifican en buena vecindad buitres, alimoches, cigüeñas negras, halcones, cernícalos, golondrinas dáuricas, aviones y roqueros solitarios, separados de los atónitos mirones por tan sólo el ancho del cauce. Un impresionante espectáculo que se disfruta fácilmente desde los miradores y observatorios del parque, siempre con la posibilidad de contar con la ayuda de guías especializados.

2 Comarca de La Serena

La mayor estepa sin cultivar de Europa extiende sus campos ondulados entre las aguas del río Zújar y las sierras y terruños de Hornachos y Azuaga, con más de 100.000 hectáreas de pastizales. Desarbolada y abierta, esta tierra fue uno de los principales destinos de la trashumancia de ovejas merinas durante muchos siglos, al mismo tiempo que se convirtió en el mejor refugio de aves esteparias de España. Avutardas, sisones, alcaravanes, canasteras, gangas, aguiluchos cenizos y calandrias comparten los rasos con las ovejas. El alto del puerto Mejoral, en la sierra de Tiros, es uno de los mejores miradores de toda la comarca, pero para encontrarse con la fauna esteparia hay que recorrer los caminos y cordeles, como el que sale de la ermita de Belén, en Almorchón, y traspone la llanura por la mina Peña Lobosa.

3 Embalses de Orellana y García Sola

Al noreste de Badajoz, el cauce del río Guadiana se embalsa entre un rosario de grandes presas para dar forma al mar de agua dulce más grande de la Península. En las orillas del embalse de García Sola, los farallones de cuarzo de puerto Peña y la sierra de los Golondrinos dejan caer sus riscos inaccesibles sobre las aguas, habitados por buitres leonados, cigüeñas negras, águilas reales, alimoches y búhos reales. Otro espectáculo inolvidable es la colonia de garcillas bueyeras, con más de 2.000 parejas, que se asienta en los tarajes junto al canal de las Dehesas, en la cola del embalse de Orellana. Pero el gran acontecimiento invernal de la zona son las idas y venidas de los bandos de grullas, entre las dehesas de la sierra de Pela y sus dormideros a orillas del embalse de Orellana. El centro de interpretación dedicado a las grullas de Moheda Alta, en Navalvillar de Pela, recoge toda la información sobre estas aves.

4 Comarca de las Villuercas

Las sierras de Guadalupe, Altamira y las Villuercas rematan la espina serrana de los Montes de Toledo entre crestas de cuarcita pobladas de chovas piquirrojas, roqueros rojos y halcones peregrinos, pero reinadas por las grandes águilas reales y perdiceras. Mientras, los extensos melojares, castañares, encinares y pinares de estas medias montañas son el hábitat del halcón abejero, el pico menor, el arrendajo o el rabilargo. Cualquiera de las carreteras que recorren estos valles encajados, entre Castañar de Ibor, Guadalupe y el puerto de San Vicente, o entre Cabañas del Castillo y Navezuelas, propician el encuentro con cualquiera de estas especies.

5 Sierra de San Pedro

Estos montes mediterráneos, a caballo entre las dos provincias extremeñas, se prodigan poco por pertenecer casi en su totalidad a manos privadas, pero albergan en sus dehesas uno de los mejores santuarios para las águilas imperiales ibéricas, con más de 20 parejas, y para los buitres negros, con 200 parejas reproductoras. También las cigüeñas negras mantienen una buena población, entre los cursos fluviales y el pantano de la Peña del Águila. Las carreteras entre San Vicente, Salorino, Herreruela, Alburquerque, Aliseda, Puebla de Obando y Villar del Rey son la mejor opción para recorrer las sierras, pudiendo adentrarse en ocasiones por alguno de los caminos que llevan a las fincas particulares.