Helicópteros y carros de combate etíopes se despliegan en Somalia
Miles de civiles huyen de la zona donde luchan tropas del Gobierno y los islamistas
Carros de combate y helicópteros de ataque etíopes entraron ayer en el este de Somalia, donde combaten tropas del Gobierno y de la milicia islámica desde hace cuatro días. La dureza de los enfrentamientos y el uso de artillería pesada ha provocado la huida de miles de civiles. La Unión de Tribunales Islámicos, que controla la capital, Mogadiscio, quiere unificar Somalia, dividida de hecho en tres países, y aplicar la ley islámica a sus nueve millones de habitantes.
Vecinos de Baidoa, la última ciudad de importancia en manos del Gobierno, informaron ayer a la agencia Associated Press de que cientos de tropas gubernamentales se dirigían al frente tras una noche de intenso fuego de artillería. También aseguraron haber visto cuatro helicópteros artillados (sin duda etíopes, pues ninguno de los combatientes locales los tienen) en el interior de un cuartel a las afueras de Baidoa.
El portavoz de la milicia islamista, Ibrahim Shukri Abuu-Zeynab, dijo ayer que lo ocurrido era solo un aperitivo de lo que está por llegar. "Ahora vamos a comenzar nuestro verdadero ataque contra los invasores y obligaremos a los etíopes a salir del país".
Un diputado del Parlamento en transición explicó ayer que la presencia etíope era imprescindible para evitar la caída de Baidoa. "El Ejército etíope les está bombardeando cada minuto. Miles de islamistas vienen hacia acá para derribar el Gobierno", dijo. Otros testigos aseguran que hay cadáveres en las aldeas próximas y que miles de personas han huido dejando atrás sus pertenencias. Se están produciendo desplazamientos de población hacia Mogadiscio, a 245 kilómetros al sur. "Nos disponíamos a recoger la cosecha y hemos tenido que huir. Atrás han quedado nuestros cerdos y pájaros", decía ayer Malable Aden al llegar a la capital.
El Gobierno de transición y el resto de las instituciones provisionales somalíes surgen de un pacto entre las distintas facciones logrado en Arta (Yibuti), en 2000. Un proceso de paz posterior, dirigido por Kenia y amparado por Naciones Unidas, concluyó en 2004 con la elección del presidente Abdulahi Yusuf Ahmed, líder de Puntland, región del noroeste que funciona como una zona casi independiente. El Gobierno de transición se asentó en Baidoa al no lograr el control real de Mogadiscio, que siguió en manos de los señores de la guerra. La Unión de Tribunales Islámicos, que conquistó la capital en junio, no oculta que su objetivo es reunificar el país (incluyendo Puntland y Somaliland, región del noreste que fue colonia británica) y aplicar la ley islámica.
Estados Unidos, que ha pedido públicamente a Etiopía que no se inmiscuya en los asuntos somalíes, apoya de hecho la actual incursión militar, pues teme de los Unión de Tribunales Islámicos se conviertan en un caballo de Troya de Al Qaeda en el cuerno de África.
Pese a las evidencias, el Gobierno somalí insiste en negar el apoyo de Addis Abeba: "[Los islamistas] dicen que hay etíopes peleando con nosotros. Es algo completamente falso", dijo ayer el portavoz oficial, Zemedkun Teckle. "Cuando tengamos algo que decir informaremos a la población".
La ONU advirtió ayer que los combates, la ruina de la cosecha y las últimas inundaciones colocan al país en la dirección de padecer otra gran hambruna, como la de los años ochenta.
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