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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La hormiga de la mafia

Javier Ocaña

Hemos visto a los padrinos de la mafia, a los capos intermedios que les rinden cuentas, a los lugartenientes de los capos y a los guardaespaldas de éstos, incluso a los chivatos y rateros emparentados esporádicamente con la Cosa Nostra. Pero el cine pocas veces ha centrado sus historias en un colaborador necesario, en uno de esos hombres invisibles que no existen para nadie. Como el que describe con tanta parsimonia como verisimilitud, con tanta distancia como inquietud, el italiano Paolo Sorrentino en su segundo largometraje: Las consecuencias del amor, extraña, inclasificable película dramática con toques de intriga, de romance e incluso de thriller, presentada en la Sección Oficial a concurso del Festival de Cannes de 2004, que ahora se estrena en España.

LAS CONSECUENCIAS DEL AMOR

Dirección: Paolo Sorrentino. Intérpretes: Toni Servillo, Olivia Magnani, Adriano Giannini, Rafaele Pisu. Género: drama. Italia, 2004. Duración: 100 minutos.

Como la aún en cartelera Algunos días en septiembre, que narraba la cotidianidad de un grupo de espías contemporáneos, Las consecuencias del amor se acerca a la ordinaria existencia de un tipo gris que va de hotel en hotel, de cita en cita, con la apariencia de la normalidad, con la coraza de la falta de sentimientos, haciendo diversos encargos para la camorra alejados en principio de la violencia y centrados en el traslado de diversas maletas cargadas de millones. Sin embargo, detrás de su carácter metódico, expuesto por Sorrentino con calma, incluso con tedio (necesario para mostrar su anodino devenir), hay un ser humano con sangre en las venas, capaz de sentir más allá de su profesionalidad. Y el amor acaba con su metodología de hormiga de la que nadie se ocupa.

Sorrentino imprime a buena parte de sus secuencias una rara poesía en la que ayuda la magnífica partitura de Pasquale Catalano y el bellísimo rostro de la actriz Olivia Magnani (nieta de la gran Anna). Sin embargo, en la parte final, cuando la película deriva hacia el territorio de la acción, Sorrentino se muestra algo perdido, sobre todo en la narración del desenlace del personaje femenino.

Da la impresión de que los tejemanejes criminales le importaban mucho menos que el sometimiento de la normativa diaria del protagonista. Y ello hace que su película, con la virtud de la originalidad narrativa, pierda algo del vuelo conseguido en sus dos primeros tercios.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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