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Nadie en la empresa después de las seis

El I Congreso de Horarios Racionales aconseja trabajar menos horas para rendir más

Las trabajadoras de la sucursal española de la firma Louis Vuitton decidieron un día plantar cara a los jefes e imponer su horario laboral: se entra a las 7 y se sale a las tres; una hora para comer y nada de reuniones por las tardes. Pasado el susto, el jefe de personal accedió. Hoy, dos años después de aquel plante, estas 500 mujeres han conseguido aumentar la productividad de la empresa más de un 20%, reducir un tercio el absentismo laboral y mantener un nivel de satisfacción poco frecuente en la difícil conciliación entre vida laboral y familiar. El jefe de personal, ascendido, dirige ahora las sucursales de América del Sur.

La plantilla de esta empresa de maletas y bolsos han conseguido ya el objetivo que el I Congreso para Racionalizar los Horarios españoles, clausurado ayer en Madrid, tiene como meta para el año 2010. En este congreso han intervenido cerca de un centenar de especialistas -algunos lo han hecho personalmente y otros mediante cartas- y todos sin excepción, desde ministros a frailes, pasando por académicos, banqueros, futbolistas, cocineros, ejecutivos, militares y arquitectos, han coincidido en que gestionamos pésimamente nuestro tiempo y que resulta casi una utopía adelantar esas dos horas que España lleva de retraso con respecto a los usos horarios de países de la Unión Europea. El astronauta Pedro Duque, testigo privilegiado de la curvatura del tiempo, reflejó el problema con ironía: "Si llamas desde Alemania a cualquier empresa española a primera hora te dicen que aún no han llegado; a las 11, que están con el café; a las 14.00, que acaban de salir a comer, y a las cinco, cuando empiezan a regresar a los despachos, nosotros ya nos hemos ido porque acabó nuestra jornada laboral".

"España arrastra hábitos laborales de la posguerra, típicos del pluriempleo"

En esta línea, el portavoz de la asociación de televisiones privadas UTECO, Jorge del Corral, radiografió la España castiza: llegar tarde a la oficina, cafelito, largas comilonas, tapas y cañas a la salida y cena de trabajo como colofón. ¿Es esta vida aceptable? ¿O debemos acabar a las cinco, como los lapones, para cenar carne de reno?, se preguntó. En un tono más serio, Antonio Garrigues Walker, presidente de la Fundación Ortega y Gasset, reflexionó: "Hay algo preocupante en esta resistencia de la ciudadanía a racionalizar el horario. Nos estamos aislando de Europa ¿Qué nos ocurre?". Dejó la pregunta en el aire. Ignacio Buqueras, organizador de este congreso, responde: "Seguimos arrastrando un horario de posguerra, típico de pluriempleados. Hasta después de la República, en España se comía y cenaba con horario europeo".

El congreso, que ha declarado la guerra a la jornada partida y a la actividad en los despachos más allá de las 18.00, ha premiado a la agencia Servimedia, a la mensajería MRW y a la Fundación Once por su flexibilidad horaria. A Servimedia, además, por aplicar el teletrabajo; a MRW, por los comedores para empleados con sala adjunta para breves siestas, y a la Fundación Once por apagar la luz al caer la tarde. "Si algún pelota quiere usar después el ordenador encuentra tantas pegas que acaba por abandonar", comenta su presidente, Alberto Durán.

En este congreso, los calientasillas tienen mala imagen -el porcentaje más repetido sitúa a España a la cabeza en horas de trabajo y a la cola en productividad, tras Portugal y Grecia-, y los adictos al trabajo tampoco están bien vistos. Nuria Chinchilla, directiva de la escuela de negocios IESE, lleva 25 años estudiando el factor humano en las grandes empresas. Y está convencida de que trabajando menos horas se rinde más. "Los adictos rompen equipos y crean mal ambiente. Los empresarios se están dando cuenta de que, a medio plazo, salen caros", asegura.

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