Denuncias y comunicados
En apenas unos años, el constructor Enrique Ortiz se ha convertido en el hombre más poderoso de Alicante. Y si no en el más poderoso -la afirmación quizá podría considerarse excesiva- sí, desde luego, en uno de los más influyentes de la ciudad. No hay asunto importante en Alicante en el que no se pretenda ver, de una forma u otra, la mano de Enrique Ortiz. Digamos que el propio constructor no parece sentirse demasiado molesto por ese protagonismo. Si habitualmente es persona que tiende a la discreción, no ha dudado, cuando ha convenido a sus intereses, en utilizar la fama a su favor. Hombre con un excelente olfato para los negocios, Ortiz no podía actuar de otra manera.
La pasada semana -semana abundante en fiestas, donde la actividad informativa tiende a reducirse- Enrique Ortiz regresó a la actualidad y lo hizo de la mano del profesor José María Asencio Mellado. Asencio, catedrático de Derecho en la Universidad de Alicante, habría enviado una carta a la dirección federal del PSOE, denunciando la infiltración del empresario en la agrupación socialista alicantina. Asunto serio pero, sobre todo, asunto llamativo. La noticia la publicó el diario Información, en su edición del pasado viernes. Lo hizo, como es natural, con la cautela con la que suelen publicarse estas cuestiones en las que los hechos están por demostrar.
La denuncia de José María Asencio recogía un rumor que desde hace tiempo circulaba por la ciudad y que había suscitado numerosos comentarios. Cuando los socialistas cambiaron su postura sobre el plan de Rabassa, para oponerse a él, se dijo que empleados de Enrique Ortiz se habían afiliado al PSOE con el ánimo de influir en la asamblea local. Planteado de ese modo el asunto tiene trazas de ser verosímil; que resulte cierto es, sin embargo, otra cuestión muy diferente. En cualquier caso, parece difícil encontrar una ilegalidad en el hecho de que unas decenas de personas decidan afiliarse a un partido político. En otras ocasiones que se han planteado casos similares, no se ha llegado a ninguna conclusión efectiva.
¿La denuncia de José María Asencio se debe a un simple desacuerdo de carácter personal, como se ha insinuado en algún momento? No estamos en condiciones de asegurarlo. Quizá podría haberlo hecho el comunicado que la dirección socialista de Alicante publicó el sábado pasado pero, por desgracia, el comunicado no contribuyó a aclarar las cosas. Atribuir la acusación a un intento de debilitar la candidatura de Etelvina Andreu no parece una razón convincente. La conducta pública que Asencio ha mantenido hasta el momento no es, ni mucho menos, la de un enemigo de los socialistas. En el comunicado ha faltado claridad y disposición para hacer frente al conflicto. Una ocasión perdida.
El problema de los dirigentes alicantinos es que su actuación diaria parece confirmar la acusación de Asencio. Es cierto que se han opuesto públicamente al plan de Rabassa, y que lo han hecho en varias ocasiones, pero también es verdad la indolencia que muestran ante las próximas elecciones, y que ya hemos comentado en estas mismas páginas. Si tuviéramos que juzgarles por los hechos, diríamos que a estas personas no parece preocuparles que las encuestas les den como perdedores. No obstante, de suceder tal cosa, la derrota de Etelvina Andreu a nadie beneficiaria más que al constructor Enrique Ortiz. Una nueva mayoría del Partido Popular dejaría la alcaldía de Alicante en manos de Luis Díaz Alperi, y no hace falta decir que, en esas circunstancias, el plan de Rabassa tendría el camino desbrozado.
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