_
_
_
_
_
Feria de Durango

Cómo atraer a un pequeño lector

Astrid Lindgren, la escritora sueca creadora de Pipi Calzaslargas, recelaba de los autores de literatura infantil que incluían en sus obras guiños dirigidos a los lectores adultos. Quería así dar a entender que escribir libros para niños exige olvidarse de todo aquello que no pertenezca al mundo de éstos. "Yo creo que cuando escribes literatura infantil debes desnudarte, olvidarte de juegos de metáforas que sólo tienen sentido para los mayores", explica Patxi Zubizarreta, último Premio Euskadi de Literatura Infantil y Juvenil, quien el miércoles firmó en Durango ejemplares de Pantaleon badoa, la obra publicada por Pamiela por la que obtuvo dicho galardón.

Zubizarreta presenta estos días, además, Arroza eta tinta, un cuento didáctico escrito por encargo de la editorial valenciana Algar en el que una niña ayuda a su abuela, una inmigrante árabe con problemas de visión, a orientarse por la ciudad. Habituado a dar charlas a los niños en los colegios, este autor se interesa por conocer la reacción de sus pequeños lectores ante sus creaciones. "A veces me preguntan por qué uso tantas conjunciones", explica. "Simplemente intento acercarme al lenguaje de los niños, que está muy cerca del lenguaje oral. Trato de usar pocas palabras para crear un mundo de fantasía", añade.

El escritor recuerda lo que en cierta ocasión le sucedió a José Saramago, a quien, durante una presentación en Italia de su obra La flor más grande del mundo, una niña le confesó que no había entendido el libro. "Se le debió caer el mundo encima", dice Zubizarreta, quien se dedicará durante los próximos meses a su otra faceta, la de traductor, con la adaptación del francés de L'Armée du Salut, del marroquí Abdellah Taïa.

Antton Kazabon, uno de los autores más prolíficos de la literatura infantil en euskera, coincide con su colega en las claves de este género: "Magia, imaginación, escribir con mimo y, por supuesto, conocer el mundo de los niños".

Kazabon, quien presenta dos libros de cuentos en Durango (Txoria txori y Elurrezko pilotak, editados por Ibaizabal y Aizkorri, respectivamente) apuesta por acercarse al mundo de los niños para saber qué es lo que les interesa. "En ese sentido tengo suerte, porque además de escritor soy profesor", confiesa. "Es una ventaja, porque paso con ellos siete horas cada día".

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_