Un libro recupera la memoria de 1.500 andaluces muertos en Mauthausen
La publicación nace tras un viaje de los familiares al campo de concentración
"No estoy seguro sí resucitar los recuerdos es saludable o no para todos. Hay muchos para los que la recuperación de la memoria ha sido un sufrimiento", reflexiona el escritor, periodista y fotógrafo granadino Ricardo Martín, autor del libro Andaluces en los campos de Mauthausen junto a Sandra Checa y Ángel del Río, que ha editado el Centro de Estudios Andaluces de la Consejería de la Presidencia.
El libro Andaluces en los campos de Mauthausen es un documento, tan necesario como doloroso, que recoge los nombres de los 1.494 andaluces que fueron deportados a los campos de exterminio de la Alemania nazi. Es la lista más completa de cuantas se han conocido hasta ahora y, además, cuenta la historia de 26 de esos hombres que pasaron por un auténtico infierno.
Tan sólo dos ellos, Alfonso Cañete Jiménez, que nació en Montalbán (Córdoba) en 1920, y Eduardo Escot Bocanegra, de Olvera (Cádiz), 1919, la han podido relatar en primera persona. En la lista aparecen las áreas más castigadas en cada provincia como las zonas del río Guadalhorce y Centro-Sur, en Málaga, con 113 deportados; o Los Pedroches, con 117, y Campiña Baja, con 109; ambos en Córdoba.
"El libro nació con el viaje que los miembros de la Asociación Memoria Histórica y Justicia de Andalucía y el Foro por la Memoria organizaron a los campos de Mauthausen en mayo de 2005. Querían honrar a sus familiares asesinados por los nazis", comenta Ricardo Martín (Granada, 1953), quien formó parte del equipo fundador del diario EL PAÍS, ha sido editor gráfico del semanario Tiempo y realizador de informativos de Tele 5, entre otros trabajos.
Sandra Checa, investigadora de la Universidad de Málaga especializada en el sistema de campos de concentración nazi, inició el proyecto y es la autora de la introducción histórica; mientras que Ricardo Martín y el antropólogo de la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla) Ángel del Río han realizado todo el trabajo de campo, es decir las entrevistas a los familiares y a los dos supervivientes.
"No todos afrontan los recuerdos de la misma manera. Ha habido casos muy dolorosos, como el de Antonio González Merino que cuando puso un pie en Mauthausen dijo: 'nunca me he sentido tan cerca de mi padre". Su padre era el republicano cordobés Juan González que partió al exilio a Francia en 1936 y murió en 1942.
"Me he hecho cargo de aquel dolor. El viaje me sirvió para madurar un poco más, para conocer mejor las razones por las que tantos millones de hombres murieron: para que vivan los demás. Tanta generosidad derrochada por nuestros derechos... El mundo tiene que cambiar, hace falta generosidad. El grito de 'nunca más' te sale de las entrañas, por eso hay que conocer Mauthausen", dice Antonio González Merino en el libro.
Entre las fotografías que aparecen en la obra, la que más estremece a Ricardo Martín es la de la chaqueta de Eduardo Escot Bocanegra, uno de los dos deportados que aún vive. La prenda tiene cosido el número 5151 que el gaditano llevó durante el último año de su reclusión, pero también tiene agujeros de bala y otro número el 31553, el preso a quien perteneció antes.
"Creo que hay que ser muy cauteloso con la memoria que se usa como instrumento para escarbar en algo que todavía no ha cicatrizado del todo. Es un tema que aún suscita polémica y hay que tratar con mucha delicadeza, por eso estamos seguros que una de las mejores maneras de lidiar con todos estos recuerdos es informar de lo que aún no se sabe", concluye Ricardo Martín.
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