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Tribuna:POLÍTICAS SOCIALES
Tribuna
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Gobernar para los satisfechos

De vez en cuando es útil, saludable y -por qué no decirlo- necesario para oxigenanos del asfixiante debate identitario que tomemos la temperatura de los efectos y resultados de las políticas económicas de nuestro Gobierno vasco y sus efectos en el bienestar social de la ciudadanía.

Hay que hablar de los perdedores y de los déficits de redistribución social de las políticas económicas. Sin duda alguna, el debate presupuestario es una buena oportunidad, que se debe aprovechar por todos, tanto por la oposición, como por el Gobierno, con el objetivo compartido de acercar la política a la ciudadanía.

El optimismo como bandera es la medicina que emplea el Gobierno vasco, junto a la permanente insistencia en las reivindicaciones soberanistas e identitarias, identificando con escaso rigor más autogobierno con más bienestar. Tengo la seguridad de que esto ni motiva ni entusiasma a una parte de la ciudadanía, sino todo lo contrario. Me siento incluido en esa percepción, ya que en el debate político están ausentes los problemas concretos de la Euskadi real, no la ficticia, mítica o utópica.

Le endogamia identitaria provoca una ausencia de debate sobre los problemas de la cotidianidad
Todo demuestra el debilitamiento de los mecanismos de redistribución de las políticas públicas

La endogamia identitaria dirigida y promovida por un nacionalismo agobiante provoca una ausencia de debate sobre los problemas de la cotidianidad. Esta es la razón de la asimétrica y preocupante abstención catalana y del altísimo número de votos blancos.

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El profesor V. Navarro suele hablar de la "sombra de los números" para poder contar las cosas por su nombre. El Gobierno vasco presenta como éxitos propios los efectos de una situación económica históricamente positiva y prácticamente irrepetible. Me pregunto: ¿se está aprovechando el continuo e ininterrumpido crecimiento económico, de más de una década -en la actualidad, por encima del 4%- para socializar el bienestar y hacer que la sociedad vasca sea un poco más justa? Mi respuesta es negativa. Una parte importante de la ciudadanía vasca no se ha enterado de dicho bienestar.

La Euskadi del malestar se oculta o se ignora con fuertes dosis de triunfalismo económico. Es necesario y urgente relacionar crecimiento económico con la vida de la gente. El intelectual francés P. Bourdieu suele insistir en la obligación de los políticos de abordar los debates con datos y hechos concretos, para comprobar si las políticas económicas son eficaces para cambiar la vida, sobre todo, de los más pobres.

Comienzo con el empleo, la llave de la ciudadanía y de la autonomía de las personas, y ya me encuentro con una manipulación estadística interesada. La EPA del tercer trimestre de 2006 nos da 69.100 parados en la comunidad autónoma.

El paro registrado en el Inem son 76.227 personas. La PRA que elabora el Instituto Vasco de Estadística-Eustat fija el número de parados en 36.200. Sin embargo, los preceptores de prestación de desempleo son 42.729. Es difícil que pueda ocurrir que haya 7.000 ciudadanos más que cobren prestaciones de desempleo que los que están parados.

Por encima de ésta desgraciada manera de medir el paro hay algunos datos que demuestran que el buen momento económico no ha mejorado nuestra calidad de empleo. Tenemos la tasa de actividad mas baja desde el año 2002. Esto hace que el paro baje algo.

La temporalidad afecta a 197.890 personas más y hay 24.600 que no tienen contrato o padecen otras situaciones; es decir, más de 220.000 personas, prácticamente uno de cada tres que trabajan como asalariados. En los jóvenes menores de 25 años la temporalidad alcanza a dos de cada tres (64%).

La temporalidad también afecta a la salud laboral. La siniestralidad de los temporales es más del doble que la de los indefinidos -la tasa de accidentes por mil trabajadores es del 46,3% en los indefinidos y en los temporales, el 98,8%-. En contratos indefinidos somos la tercera comunidad autónoma por la cola, tras Extremadura y Andalucia. Sólo ocho de cada cien son indefinidos.

Estas cifras muestran la baja calidad del empleo en Euskadi, fruto de una clara inhibición institucional. La única política practicada ha sido esperar pasivamente que el crecimiento económico arregle todos los problemas del empleo.

La estrella de nuestra política social ha sido la de vivienda. Veamos algunos datos sobre sus resultados. Somos la segunda comunidad más cara tras Madrid, por encima de los 2.700 euros el metro cuadrado. Por provincias ocupamos los siguientes puestos: (3º) Guipúzcoa, (4º) Vizcaya, (5º) Álava. En cuanto a la VPO, también tenemos los precios más caros por metro cuadrado (1.166 euros). El presupuesto en vivienda ha crecido en términos absolutos, pero el gasto en PIB sigue estancado en el 0,27%.

Este gasto está siendo superado ampliamente por la deducción por adquisición de vivienda en la declaración del IRPF, que en el ejercicio de 2003 fue de 356 millones de euros. El importe medio de las hipotecas en Euskadi es de 154.864 euros, situándose por encima de la media de España (143.604).

Para finalizar este recorrido, en el que intento demostrar que el crecimiento económico no ha servido para modelar una sociedad más justa, abordo la dualidad de nuestro sistema educativo y sanitario.

En educación se puede hablar de peligrosa polarización social. A pesar del Pacto Escolar de 1992, que comprometía el equilibrio entre la redes, el desajuste de matriculaciones entre la enseñanza pública y la concertada ha aumentado, presentando diferencias escandalosas en algún nivel como la ESO o el dato de que es la pública la que escolariza al 70% de los inmigrantes y a los alumnos con mayores necesidades de atención educativa.

Todo ello, según el consejero de Educación, atendiendo a la libre elección de centro por las familias. Nuestro PIB destinado a educación decrece. Del 3,8% en el 2004 al 3,5% en el 2005. La media de la UE-15 es del 5,25% y la de la UE-25, el 5,22%.

Por lo que se refiere a nuestra sanidad hay una realidad de fondo que atenúa la polarización social entre lo público y lo privado: la complejidad de los servicios sanitarios y la exigencia de una mayor infraestructura científica y tecnológica obligan a realizar grandes inversiones económicas que la medicina privada ni puede ni arriesga a realizar.

Pero lo importante y lo significativo es que somos los últimos de la UE-15 en gasto público total en sanidad (el 4,4% del PIB frente al 6,4% europeo). Converger con Europa supondría incrementar en más de mil millones de euros nuestro gasto público en sanidad.

Todos estos datos demuestran el debilitamiento de los mecanismos de redistribución de las políticas públicas vascas. Es muy importante tomar conciencia de que la redistribución es el núcleo político del modelo social, ya que lo determina y lo hace posible. La corrección de la mala distribución que realiza el mercado exige políticas públicas diferentes. Nuestra política fiscal silenciosamente reformada ha reducido a partir de 1998 en 11 puntos su tipo marginal a las rentas más altas. Esto erosiona nuestra capacidad recaudatoria y nuestra equidad fiscal. Va en la dirección contraria del esfuerzo de gasto que necesita la sociedad vasca, tanto para cambiar el modelo productivo como para la mejora y reforzamiento de nuestro modelo de protección social. El horizonte es una redistribución a la americana.

Nuestra Constitución afirma que somos un Estado social y democrático de derecho, que garantiza la igualdad de oportunidades y obliga a la intervención pública para corregir las desigualdades. Recojo una cita del poeta Luis Garcia Montero, que me parece motivadora y comprometedora: "El cinismo suele ser el disfraz intelectual de la falsa inocencia".

Las cosas se pueden corregir, cambiar, defender o mejorar. Hay pulsos que se ganan a los Gobiernos más duros. Y para esto es imprescindible recuperar el orgullo del pensamiento crítico, defender la utilidad social y económica de los valores solidarios, denunciar la mitología interesada del neoliberalismo, atreverse a iluminar la sombra de los números.

Carlos Trevilla es representante de UGT en el Consejo Económico y Social (CES) vasco

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