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La guerra de Irak

Bush encuentra la coartada que buscaba

La Casa Blanca se aferra al informe para justificar el cambio de estrategia - P El presidente aprovechará la oportunidad para reconstruir el consenso con los demócratas sobre la guerra

George W. Bush descubrió ayer la realidad de Irak a través del informe del Grupo de Estudios. Naturalmente que el presidente, por mucho que repitiera "estamos ganando", sabía que las cosas no eran así, y la derrota en las legislativas de hace un mes le ayudó mucho a abrir los ojos, pero después de entrevistarse con la comisión, alabó el documento, que "hace una valoración muy dura de la situación en Irak", y dijo que el Gobierno "se tomará muy en serio unas propuestas realmente interesantes". Reconocer los errores nunca ha sido uno de los puntos fuertes de Bush; el presidente tiene ahora una magnífica cobertura -la comisión bipartidista dirigida por un hombre de confianza de la familia, James Baker- para rectificar su discurso y su estrategia sobre la guerra.

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Cuando Bush dijo, en dos ocasiones, que hay que tomarse muy en serio el análisis del grupo, estaba aceptando implícitamente conclusiones enormemente significativas: que la situación es "grave y en proceso de deterioro" y se corre el riesgo de que tanto Irak como la zona "se deslicen hacia la catástrofe"; que la guerra no se está ganando -como señaló horas antes el nuevo jefe del Pentágono, Robert Gates, otro veterano, como Baker, del grupo de Bush padre al auxilio de Bush hijo-; que hay que dar un giro en las prioridades para que los soldados se alejen del frente y se dediquen a entrenar a los iraquíes, y que hay que hacer un despliegue de diplomacia, para hablar con Siria e Irán y para abordar el conflicto israelo-palestino.

Es cierto que Bush señaló que ni la Casa Blanca ni el Congreso necesariamente harán suyas todas las recomendaciones del grupo, pero el acento lo puso en la palabra "oportunidad", que repitió dos veces y que dejó al descubierto uno de sus grandes fracasos, la política partidista. "Este informe nos da a todos la oportunidad de encontrar un terreno común para bien del país (...), en cuestiones de guerra y paz, lo mejor es que trabajemos juntos", dijo, como si fuera culpa de otros el no haberlo hecho hasta ahora y como si el electorado no hubiera expresado su opinión sobre la guerra hace un mes.

Las directrices del Grupo de Estudios -al que pertenecía Robert Gates hasta hace un mes- van a marcar la pista del gran cambio estratégico sobre Irak: la revisión política que la Casa Blanca lleva a cabo y la revisión militar que efectúa el Pentágono. Pese a que Bush tratará de poner distancia entre este proceso y las recomendaciones del grupo, y de que interpretará como mejor le convenga los puntos del informe que tienen que ver con el repliegue y la diplomacia, en los próximos meses se concretarán los cambios en la estrategia, igual que ocurrió con las conclusiones de la comisión del 11-S. Es tarde para muchas cosas, y el objetivo de Bush de tratar de salvar el juicio de la historia sobre sus decisiones tiene un dudoso futuro, pero, como señala el senador republicano moderado Chuck Hagel a The Washington Post, "el presidente tiene la oportunidad de aprovechar este momento para construir una política bipartidista que aborde los enormes problemas de Irak y las profundas divisiones que la guerra ha abierto en el país".

La parte sencilla -aunque ha costado años- ya ha ocurrido: un diagnóstico realista del panorama en Irak y unas propuestas coherentes con éste. Al frente del Pentágono va a estar, además, un pragmático, Gates, que es lo opuesto a su predecesor, Donald Rumsfeld. Ahora falta lo más difícil: salir bien de la guerra. "Va a costar años, no meses, resolver la situación", es la síntesis de Anthony Cordesman, del Consejo de Asuntos Exteriores, a la vuelta de Irak, donde ha estudiado la realidad del entrenamiento de tropas iraquíes.

La también recomendación del grupo de invitar a la mesa de negociaciones a Siria e Irán tiene riesgos y posibles precios que afectan a toda la zona. Los neoconservadores, horrorizados con la llegada de los republicanos realistas, creen, como Reuel Marc Gerecht, que "entrar en una conferencia regional en una posición de debilidad garantiza salir de ella aún más débiles". No son los únicos preocupados. David Ignatius escribe en el Post que los iraníes ven así la situación: "Irán arriba, EE UU abajo. Y todo acuerdo sobre Irak debe reflejarlo". Éste es el "profundo precio de la ayuda iraní". En The New Republic, Martin Peretz afirma que la relación entre Baker y el régimen sirio permitirá a Damasco volver a Líbano a cambio de una promesa: ayudar a que Irak se estabilice, "que seguramente el presidente Assad no podrá cumplir".

TRES ESTRATEGIAS PARA IRAK

George W. Bush

Ha insistido hasta ahora en que el Ejército

de Estados Unidos permanecerá en Irak hasta que haya "cumplido su misión y el Gobierno iraquí "desee nuestra presencia".

Ha reiterado su oposición a mantener conversaciones directas con Irán y Siria. Ha acusado a ambos países de apoyar a los terroristas.

Quiere acelerar la transferencia de los poderes a las autoridades iraquíes y asignar objetivos al Gobierno iraquí. No menciona sanciones en caso de que los iraquíes no alcancen los objetivos.

Es partidario de invertir dinero para alentar al Gobierno iraquí. Quiere que los vecinos ricos de Irak, especialmente Arabia Saudí, transfieran más fondos a Irak para asegurar su estabilidad.

Donald Rumsfeld

Reducir de 55 a cinco las bases de EE UU en Irak desde ahora a julio de 2007. Desea sacar las tropas de las zonas más difíciles

y dar más responsabilidad

a los iraquíes.

Aumentar de manera significativa el número

de instructores militares. Propone financiar a los principales líderes políticos y religiosos.

Recomienda dejar de recompensar las "actitudes negativas" y concentrar el dinero en las regiones de Irak "que funcionan". Desea lanzar un plan de ayuda masiva para el empleo de los jóvenes.

Pretende desplegar las tropas de EE UU en las fronteras con Irán y Siria para reducir la infiltración de combatientes extranjeros y limitar la influencia iraní sobre el Gobierno iraquí.

Grupo de Estudios

Recomienda la retirada de todas las unidades de combate en el primer trimestre de 2008. Sólo

se quedarían las tropas encargadas de instruir

a los iraquíes.

Propone aumentar el número de asesores de 5.000 a 20.000. Sugiere amenazar al Gobierno iraquí con suspender la ayuda económica y militar si no alcanza sus objetivos.

Quiere que se incremente el esfuerzo de reconstrucción y que se mejoren los programas

ya existentes.

Recomienda iniciar conversaciones directas con Siria e Irán. Propone una conferencia regional que reúna a todos los países vecinos de Irak y pide a Bush que se implique más en la solución al conflicto entre Israel y los palestinos.

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