"Nos toca ser libres, con el único límite que imponga la música"
Nicolas Joel, futuro responsable de la Ópera de París, estrena 'Los cuentos de Hoffmann'
Las emociones y la adrenalina se le dispararon ayer al director de escena francés Nicolas Joel en Madrid. No sólo llevaba la carga de estrenar en el Teatro Real su montaje de Los cuentos de Hoffmann, la obra más afamada de ese compositor atípico que es Jacques Offenbach (Colonia, Alemania, 1819-París, 1880), sino que, además, un comunicado le plantaba en primera línea de la actualidad europea anunciándole como el futuro director de la Ópera de París a partir de la temporada 2009-2010.
Es la fecha en la que acaba su contrato Gérard Mortier, uno de los gestores culturales más poderosos y polémicos de Europa, que marcó una época en su mandato de más de una década -la de los noventa- al frente del Festival de Salzburgo. Joel ultimaba ayer los detalles de su montaje de la ópera de Offenbach, que nunca se ha escenificado en el Real. Pero estaba eufórico y satisfecho ante la que se le venía encima. "Es mi ciudad natal y conozco la institución perfectamente. He trabajado en la Ópera de la Bastilla, en la Ópera Cómica y en el Palais Garnier", asegura, los tres centros fundamentales de la lírica parisiense.
Su receta para la máquina que tiene el presupuesto más elevado de Europa, con 160 millones de euros y 1.500 personas trabajando con la obligación de ofrecer 350 representaciones al año, es la variedad y la apertura. "Haremos el mayor número posible de óperas contemporáneas y modernizaremos el repertorio siempre abiertos a todas las tendencias y todas las estéticas del arte presente", asegura el que desde 1990 es director del teatro Capitole de Toulouse.
Su experiencia en el Teatro Real ha sido muy buena. Es la tercera vez que dirige en Madrid, donde antes montó Werther y Manon, ambas de Massenet, como buen experto en la ópera francesa. Promete que la colaboración entre París y Madrid continuará: "Mi amigo Antonio Moral [director artístico del Real] y yo continuaremos trabajando juntos", aseguraba ayer.
No confía en que para los tiempos revueltos que vivimos, donde la tensión puede gangrenarse en una inoportuna autocensura, como en un primer momento ocurrió con el montaje de Idomeneo, de Mozart, en Berlín, que finalmente va a escenificarse, sea la solución de los teatros para afrontar su compromiso con el público contemporáneo. "Lo que nos toca, por el contrario, es ser más valientes, no mostrar ningún miedo. Ser libres, con el único límite que imponga la música", afirma.
Para Los cuentos de Hoffmann, que estarán en cartel hasta el 23 de diciembre, a lo largo de 12 representaciones y con dos repartos alternativos, Joel confiesa que ha puesto en funcionamiento "un gigantesco juguete escénico lleno de sorpresas". Es lo que necesita esta ópera que ensalza la figura de un personaje entre romántico y absurdo, poeta maltratado por el amor, pendiente al tiempo tanto de las musas como del vino. "Es un antihéroe moderno, no es un cínico, es un personaje real, de los que nos podemos encontrar en Madrid tirados por la calle. Es todo un Bukowski operístico".
Para Joel, hay poco romanticismo puramente francés en Offenbach, que aunque ha pasado a ser uno de los creadores del mito parisiense, era alemán de nacimiento. "Su romanticismo tiene más que ver con la nostalgia alemana que con un carácter francés, creo yo".
El surrealismo romántico
Muchos sostienen que Jacques Offenbach fue uno de los más eficaces médiums para trasladar el romanticismo francés a la ópera. Pero para Emmanuel Villaume, director musical de Los cuentos de Hoffmann estrenados ayer en el Real, el compositor consigue algo más. "Un sentido de la bufonería y el absurdo que lo entronca con lo que para mí es la mejor expresión del romanticismo francés, y que no es otra cosa que el surrealismo". Pero el músico francés ve más referencias en la partitura de Offenbach. "Era un estilista, perfecciona el género que elige, desde el clasicismo de Mozart, por quien siente un gran amor, hasta Meyerbeer". Al tiempo es capaz de componer una auténtica parodia o pastiche de lo que hace. "Tanto, que a veces nos podemos sentir con él dentro de un cuadro de Toulouse-Lautrec", añade este músico amante del repertorio lírico francés.
Su trabajo al frente de la Orquesta Titular del Teatro Real ha sido esmerado. "Hemos podido ensayar mucho tiempo y por partes. Hay un sentido latino en el sonido de la orquesta que viene muy bien para esta ópera. Son músicos muy considerados y respetuosos con la parte vocal y, lo que es más importante, muy íntegros en su propia flexibilidad".
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