_
_
_
_
_

La belleza de la fealdad

Raimond Hoghe sobrecoge con su versión de 'El lago de los cisnes'

Espeluznante para el espectador balletómano y estimulante para el espectador de vanguardia. Así es la versión que el coreógrafo alemán Raimond Hoghe ha realizado del famoso ballet El lago de los cisnes de Marius Petipa con música de Chaikovski. Ver en escena a un hombre pequeño, casi enano y con joroba, encarnando al cisne protagonista cala hondo en la sensibilidad del público, al que provoca repulsión o ternura, según el caso. Ese cisne maltrecho es el propio Hoghe. Swan Lake, 4 acts es un espectáculo difícil de olvidar que acompañará durante semanas a la mayoría del público que acudió el jueves al Mercat de les Flors de Barcelona, en donde también se ha presentado estos días su particular versión de La consagración de la primavera.

Hoghe fue dramaturgo de Pina Bausch entre 1980 y 1990. En la actualidad, crea espectáculos de teatro-danza que se caracterizan por sus austeras puestas en escena, su movimiento minimalista y la poesía conceptual que encierran. Son espectáculos corrosivos, con pinceladas de ternura y humor. El baile es escaso y su fuerza reside en la carga emocional del gesto.

La deformidad de Hoghe no le ha intimidado a la hora de subir a un escenario; al contrario, la utiliza para manipular al público a su antojo estrangulándole el corazón con las imágenes que crea. Estamos ante un hombre valiente, que en este espectáculo encarna a un cisne herido de amor. Sobrecogedora la imagen en que se le ve en escena con la joroba al desnudo, mientras sus cortos brazos se ciñen en triste aleteo al compás de la música de Chaikovski. Ante esta imagen, el espectador queda clavado en su butaca y le cuesta tragar saliva. Su movimiento, tierno y grotesco a la vez, es una reflexión sobre el amor y el odio. Él desea ser bello como un cisne, ama esa forma, pero también la odia porque su cuerpo no se lo permite. Sin embargo, hay un momento en este fragmento en que se llega a ver a Hoghe como un ser bello.

El otro pilar del espectáculo es Ornella Balestra, la bailarina fetiche de Béjart. Esta hermosa mujer con unas condiciones técnicas que rayan en el virtuosismo emana en su rostro una vida y una fuerza que ilumina el espectáculo. Su bello movimiento de brazos es genial, incluso mejor que el de la propia Maya Plisétskaya. Tanto en tutú como en gabardina está majestuosa. Su solo bailando la variación del cisne negro estirada en el suelo es genial. El resto de los intérpretes -Brynjar Bandlien, Lorenzo de Brabandere y Nabil Yahia-Aissa- cumplen de comparsas, pero no son necesarios en la obra.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_