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Entrevista:BLANCA LLEÓ | Arquitecta

"La vivienda para toda la vida ya no existe"

Anatxu Zabalbeascoa

Su libro Sueño de habitar es un clásico sobre los espacios domésticos. Blanca Lleó (Madrid, 1959) lleva años analizando la célula madre de la arquitectura: la vivienda. Con el estudio holandés MVRDV construyó uno de los nuevos emblemas de Madrid, el edificio de viviendas Mirador, que acaba de ser premiado por el Ayuntamiento. Ayer presentó Informe habitar, un volumen, firmado con Carlos Sambricio, que indaga en otras formas de organizar las viviendas.

Pregunta. ¿Qué concluye el libro? ¿Se puede vivir mejor?

Respuesta. Se acabó la solución tipo. La vivienda para toda la vida ya no existe. Un remedio no cura todos lo males.

P. ¿Por qué no sirven los pisos de siempre?

R. La individualidad requiere pisos más versátiles. Lo que ocurre en todos los órdenes de la vida se está traduciendo a la arquitectura. Antiguamente, en Madrid, si querías pan podías comprar un tipo: una barra llamada pistola. Ahora, cuando vas a la panadería hay 20 tipos. Y eso en la vivienda no se daba. La gente pide poder identificarse con su casa. En el informe hay propuestas: pisos sin jerarquías, a la medida del individuo. Otra conclusión del libro es la apuesta por una mayor calidad espacial.

Lo que proponemos es: en lugar de partir superficie, repartamos espacio"
"Me parece perfecto que arquitectos extranjeros hagan vivienda en Madrid"
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P. ¿Cómo se consigue?

R. Se podrían dividir los edificios como puzles tridimensionales. Jugaríamos con los volúmenes para lograr calidad espacial. Lo que proponemos es: en lugar de partir superficie, repartamos espacio.

P. ¿Quién va a hacerlo? ¿Arquitectos? ¿Políticos?

R. Entre todos. ¿Qué fue antes, los 20 tipos de pan o la gente diciendo que estaba harta de la pistola? La demanda se crea. Los arquitectos pueden hacer propuestas de interés en lugar de modelos obsoletos fabricados con fotocopiadoras. Los promotores están entendiendo que su negocio no florecerá repitiendo un producto hasta la saciedad. En Madrid se ha hecho más por la dignidad de los pisos desde la vivienda social que desde la privada. Pero los promotores privados ya han entendido esa necesidad. Se deben diferenciar los productos.

P. ¿No ve peligro en que muchos edificios maquillen sus fachadas sin cambiar por dentro?

R. Ahí es donde los arquitectos tenemos que ser serios. Sí hay propuestas muy banales: parecen distintas pero resultan iguales. Eso es peligroso. El reto no consiste en lavarse la cara, sino en dar respuesta a otras formas de habitar.

P. ¿Una casa a medida forma parte del Estado de bienestar?

R. Está muy relacionada con la sostenibilidad. Cuando uno se compra una casa quiere hacerla suya. Y se mete en obras. Se tira lo construido. Una enorme cantidad de energía, materiales, dinero y tiempo se desperdicia así, cuando uno trata de transformar un piso estándar en su propia casa. Eso se podría solucionar ofreciendo variedad de soluciones antes de construirlas: esa elección previa es sostenibilidad.

P. La Empresa Municipal de Vivienda y Suelo (EMVS) les ha financiado el libro. ¿Cree que es una institución modélica?

R. En Madrid, sí. Por ella han pasado personas con diversas tendencias políticas, con distintas orientaciones para hacer vivienda social, y esos cambios no sólo no han debilitado la institución, sino que la han fortalecido. Es algo excepcional. En paralelo está la situación de la Comunidad, que no funciona así.

P. ¿Cómo funciona?

R. Al mejor postor. Se presentan contratistas con arquitectos y gana los concursos el más barato. Ese sistema es veneno. El dinero es un factor en la arquitectura, pero no puede ser el único.

P. ¿Las grandes figuras con las que trabaja la EMVS pueden resolver los problemas de la vivienda?

R. Ellos dan cabida a todo aquel que tiene algo que proponer. Me parece perfecto que arquitectos extranjeros hagan vivienda en Madrid. Que se abran las puertas y corran las ideas. ¿En el mundo de la ciencia no es así? ¿Y en el de la cultura?

P. ¿Es la vivienda la asignatura pendiente de los arquitectos?

R. Es poco espectacular y muy trabajosa. En los años treinta se avanzó tanto que lo que vino después vivió de esas ideas. Pero de la vivienda tipo a la contemporánea hay la misma distancia que entre la pistola de pan y las panaderías de hoy.

P. ¿Por qué cambian más las ciudades que las viviendas?

R. Cuanto más íntimas son las cosas, más reticencias hay para cambiarlas. Uno cambia con su mundo pequeño."

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