Tangos de cera

Un pequeño prodigio: la voz de Cristóbal Repetto parece salir de un gramófono. Si alguien le oye cantar en la radio De tardecita, tango con el que abrió la noche, probablemente crea que se trata de una grabación de principios del siglo XX remozada. Pero no, ese timbre agudo de otro tiempo, que ya es también de éste, lo tiene un cantor extraordinario de 27 años al que guían las voces añejas de Ignacio Corsini, Agustín Magaldi o Luis Cardei.

Fue Gustavo Santaolalla quien le llevó a su proyecto electrónico Bajofondo Tango Club y le produjo el primer disco. A Repetto le ha agarrado el tango de los años veinte y treinta. Así se canta una milonga de la nonagenaria Nelly Omar y evoca a su abuela que le enseñó Cantando. Para este encuentro generacional buceó en un cancionero olvidado, hablando con coleccionistas y dejándose las yemas de los dedos entre lomos de viejos vinilos. Ahí están Acquaforte, el censurado tango anarquista de 1931; el atorrante Allá en el bajo, de 1926, sobre el duelo de dos hombres por el amor de una mujer, o Por un cariño, que grabó Gardel y del que hizo una interpretación primorosa.

Creció con Mercedes Sosa, Violeta Parra y Atahualpa Yupanqui y ha vuelto a unir tango urbano y música campesina en un repertorio entrañable. Si el tango, como se dijo, es la memoria de un pueblo, él no está dispuesto a que se pierdan las claves. Ya se ha presentado en el Olympia y el Royal Albert Hall. Tiene voz, intención, sentimiento y sobriedad. No hay muchos como él.