Paseo por la otra orilla de Bilbao
El autor de un libro sobre el barrio de San Francisco indica los puntos más singulares y su historia
La calle San Francisco de Bilbao, como vertebradora de un barrio entero. Así es como la ve José Ignacio Salazar Arechalde, autor del libro La otra orilla. Formación del barrio de San Fracisco (1870-1900), editado por Surbisa. Y es que es precisamente esa larga vía, antiguo camino a Balmaseda, la que separa dos partes bien diferenciadas: la noble, hacia la Ría, que la calle San Francisco sigue perpendicularmente; y la más humilde y problemática, hacia las minas, ahora convertidas en el barrio de Miribilla.
A finales del siglo XIX y parte del XX, la zona era "un barrio industrial, con talleres, fundiciones, cordelerías, etcétera, una actividad que surgió por la cercanía de las minas y el bajo coste del traslado de los materiales", explica Salazar. Precisamente un tatarabuelo suyo, teniente de alcalde, era dueño de una fundición en la calle La Laguna y ese ha sido el lazo sentimental que le ha llevado a investigar sobre la historia de San Francisco en unos años muy concretos. Se ha servido fundamentalmente de los fondos del Archivo Muncicipal para documentarse sobre el trabajo. Planos y fotografías de la zona completan el discurso narrativo. "El título de La otra orilla está para señalar que San Francisco es el lugar fronterizo al Bilbao tradicional, el histórico de las Siete Calles", comenta Salazar sobre su obra, la segunda que escribe sobre la capital vizcaína (la anterior versó sobre la Ría en el siglo XIX y sus puentes). "A unas decenas de metros de ese Bilbao histórico se encuentra la otra orilla que parece ajena a la primera y que empieza a crecer en 1870. Se trata del primer lugar de expansión de la Villa, anterior al Ensanche", indica. Aunque reconoce que las obras de urbanización fueron "complicadas" por lo empinado de su orografía (sus calles ascienden de la Ría hacia el monte) y la existencia de galerías de las minas.
La población respondió a esa expansión y habitó los edificios del nuevo barrio. "A finales del siglo XIX el barrio de San Francisco congrega a casi el 30% de la población de todo Bilbao", asegura Salazar, para indicar la importancia que adquirió la zona debido a la revolución industrial.
PUENTE DE CANTALOJAS.
La estatua de Manolo Valdés corona ahora una plaza que lleva el nombre del puente sobre el que se encontraba, el de Cantalojas, al principio tan sólo un endeble paso peatonal que pertenecía a la compañía ferroviaria. Por este lugar "se entraba y salía del barrio", dice Salazar. Al fondo, el barrio de Zabala.
CORAZÓN DE MARÍA.
Esta plaza albergaba el convento de San Francisco. Las actuales obras de construcción de un aparcamiento subterráneo han sacado a la luz los muros y pilares del antiguo convento, que están siendo estudiados. Sobre él se edificó el cuartel de San Francisco, que ocupaba toda la plaza de Corazón de María.
LOS TRES PILARES.
La irregular plazuela de los Tres Pilares, también llamada de la Verónica, es el comienzo de la urbanización del barrio. "De aquí hacia la iglesia de San Antón era el arrabal medieval que ya estaba construído, y es desde este punto pero hacia Cantalojas hacia donde crece el nuevo suburbio de San Francisco", explica Salazar.
CONDE DE MIRASOL.
Esquina de la calle San Francisco con Conde de Mirasol. La casa, de mediados del siglo XIX, es la más antigua de esa calle. Varios edificios del barrio cuentan con amplios miradores, como éste, especialmente en esquin
a. San Francisco engloba a la mayoría del comercio de la zona y a una población pequeño burguesa.
PLAZA DE LA CANTERA.
Este lugar fue el único espacio para el ocio del barrio durante años.
Aquí tuvo la sede la primera agrupación socialista de Bilbao. Facundo Perezagua, principal líder del socialismo vizcaíno en su primera etapa, fue concejal por San Francisco. El arco, remodelado, fue realizado en 1885 por el ingeniero Hoffmeyer.
LOS MUELLES.
Para José Ignacio Salazar (en la imagen), un paseo por Bilbao La Vieja ha de concluir en los muelles, desde donde se contempla la orilla noble, la histórica, dónde surgió la Villa. Hay cuatro muelles en esta orilla y hasta el puente del Arenal: el de Urazurrutia, el de Marzana, y los de La Merced y La Naja.
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