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Columna
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Volem el Xúqer viu

El presidente de la Junta de Usuarios del Vinalopó, Andrés Martínez, ha declarado en el Parlamento Europeo que el agua del Xúquer, en su tramo final, es venenosa y que los cultivos que riega "no son aptos para el consumo". Y exhibió fotografias de peces muertos. ¡Ahí queda eso! ¿Y cuál ha sido la reacción del presidente Camps y los miembros de su Consell? Según el consejero de Infraestructuras, García Antón, reiterar el apoyo y el compromiso del Gobierno de Camps con Martínez y el colectivo que representa. El tal Martínez quería defender que el trasvase Xúquer-Vinalopó debe hacerse desde Cortes de Pallás y no desde el Azud de la Marquesa, en Cullera. Pues apañados estamos los regantes del Xúquer. Encima de que el tramo final del río, a su paso por la Ribera, lleva poca agua, sólo falta que desde Cortes de Pallás se le quite parte de su caudal. Al Xúquer, como ha dicho en varias ocasiones el presidente del Sindicat de Regs de Sueca, José Pascual Fortea, no le sobra agua. El descenso del caudal del río en los últimos 25 años ha sido importante y hay que tenerlo en cuenta. Y en caso de sobrarle agua, el volumen de ese sobrante sólo se sabrá cuando el río llega al final de su recorrido. Si hay sobrantes, es desde el Azud de la Marquesa de donde se podrán trasvasar. Y ayudaría mucho a que hubiese sobrantes, si Camps procediese a modernizar las infraestructuras de los regadíos del Xúquer, pendiente desde 2001. ¿En qué se gasta el Consell los dineros presupuestados para estas obras?

Pero el señor Martínez, presidente de la Junta de Usuarios del Vinalopó, quiere que el agua se trasvase desde Cortes de Pallás. ¿Y para qué quiere el agua limpia y clara de Cortes de Pallás, el señor presidente? ¿Para cultivar productos hortofrutícolas con agua no venenosa? Puede ser. Pero también, sobre todo, para cultivar ladrillos. El señor Martínez tiene una millonada de metros cuadrados en los que quiere construir una urbanización con viviendas, hoteles y campo de golf. Y necesita el agua. No es de extrañar que cuente con el apoyo del presidente Camps y su Consell, como dice el consejero García Antón. Los ladrillos rinden más que las lechugas y los tomates.

¿Y qué dice el señor Cotino, consejero de Agricultura, de las declaraciones de Martínez cuando afirma que los cultivos que riega el Xúquer en la Ribera "no son aptos para el consumo" porque el agua es venenosa? ¿Cómo piensa reparar el daño que a los agricultores producen declaraciones de este tipo? Y si estas se esparcen y el mercado rechaza los productos de esa zona, ¿quién va a indemnizar a los regantes? El consejero Cotino presume de agricultor y gusta de fotografiarse montado en un tractor arando sus tierras. Pero se olvida de atender y defender a sus compañeros, los que viven del campo. Seguramente porque sus colegas de gabinete son señoritos que no distinguen un nap blanc d'un napicol, o un caqui d'una tomaca. Les importa un bledo la agricultura, de aquí que el otro Camps, el consejero que administra los dineros, no crea necesario dedicarle una parte de los mismos. Son valencianets de camisa i corbata como los que en mi juventud se reunían en Chacalay, en el Navarra de la calle de la Paz, en Capri -el Chicote valenciano- esquina a la calle del Mar, y otros sitios por el estilo y de buen tono. Mientras, en el popular café Royalty, Barcas esquina a Pascual y Genís, se reunían al final de la mañana los agricultores e intermediarios para informarse y comentar los precios alcanzados por sus productos en las cotizaciones del día en la Lonja, mientras el violinista Pascual Camps les acompañaba con sus interpretaciones.

No hemos avanzado mucho en cuanto a políticos preocupados por la agricultura. Sí se preocupaban los políticos de Madrid cuando nuestros campos habían padecido una helada. A las veinticuatro horas ya se había desplazado a Valencia un ministro para conocer el alcance de los daños causados en la naranja. De su exportación dependían entonces las divisas con que la agricultura valenciana ayudaba a la industrialización de España. Ahora, ya, ni eso. No hacen falta nuestras exportaciones agrícolas.

Sin necesidad de nuestra agricultura en Madrid, y abandonada, ahora, por los políticos valencianos responsables de protegerla y promocionarla mediante una política adecuada, es lógico que nuestros agricultores vean negro su futuro. Por eso hay que gritarle al presidente Camps: ¡Volem el Xúquer viu! Y que deje de promocionar el ladrillo.

fburguera@inves.es

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