Polonia, un socio incómodo
Varsovia quiere ganar peso en la Unión Europea tras su veto a Moscú
La atmósfera de guerra fría creada por Polonia con Rusia durante las últimas semanas, con el bloqueo de Varsovia al inicio de negociaciones de la UE con Moscú, es fruto de la desesperada búsqueda por los gemelos Kaczynski del reconocimiento de su país como socio de primera en la Unión, capaz de tenérselas tiesas con el secular enemigo del Este.
Desde la llegada al poder del presidente, Lech Kaczynski y su hermano Jaroslaw como primer ministro, paradójicamente, tal ansia y la falta de tacto diplomático de Varsovia perjudica a Polonia. El país se ha convertido en un incómodo socio de una UE que sólo tiene fuerza si es capaz de hablar con una voz única. El embajador ruso ante la UE, Vladímir Chizhov, ironizaba el pasado fin de semana cuando se le inquiría sobre la relaciones Rusia-Polonia. "¿Quiere decir Rusia-Polonia o UE-Polonia?", se preguntó con una sonrisa perversa. Luego se explayó sobre cómo para Moscú el conflicto de las pasadas semanas con Varsovia "es un problema interno de la UE; de Polonia con los otros 24 y con la Comisión".
Según el embajador, "la UE nunca fue un socio fácil para nadie; ni para EE UU, ni para Rusia, ni para China... y no ha mejorado la situación tras la última ampliación. En especial con respecto a Rusia. Puede que sí para Estados Unidos".
Polonia, el país más grande de los diez de la ampliación, tanto como los otros nueve juntos, accedió al club comunitario en 2004 con una vitola de puente entre la UE y los nuevos vecinos que Bruselas agradeció, al dar a la Unión una proyección hacia el Este. Varsovia estuvo a la altura en la revolución naranja de Ucrania. Fue un espejismo. La llegada de los Kaczynski al Gobierno hace un año ha restado eficacia a su proyección exterior, y la depuración del Ministerio de Exteriores ha desbaratado un servicio diplomático que se siente incapaz de gestionar las complejas relaciones con Bruselas.
Más allá de las fronteras comunitarias, Varsovia está más en sintonía con Washington y Londres que con el cuerpo central de la UE. Es un reconocimiento a la historia: EE UU nunca transigió con la URSS que ocupaba Polonia. Si en Irak Polonia acudió rauda al socorro de George W. Bush, ante el desafío que presenta Kosovo, cuya independencia patrocina la Casa Blanca, de nuevo se alinea con Washington cuando el resto de Europa aún no se ha pronunciado. Su atlantismo no siempre es correspondido, pero el ministro de Defensa, Radoslaw Sikorski, confía en lograr para Polonia la instalación de un avanzado sistema de dirección de combate a distancia al que también aspira Zaragoza.
Varsovia mantiene también un pulso con Bruselas a propósito del euro. Es el único país de la ampliación que no ha fijado fecha para la adhesión. "Porque somos serios y no como otros, que adelantaron fechas y luego han tenido que renunciar a ellas", dice Zyta Gilowska, viceprimera ministra y ministra de Hacienda. Gilowska asegura que su país cumplirá los imperativos técnicos para entrar en la eurozona en 2009 y que en 2010 el presidente, Lech Kaczynski, convocará un referéndum.
"Hay un movimiento conservador en Polonia que reta al orden liberal del resto de Europa", explica Krystof Bobinski, de Unia & Polska, un centro proeuropeo de Varsovia, en alusión a otra de las vertientes de la política polaca que chocan en la UE. "Y a eso hay que añadir el desafío de los Kaczynski al orden interno nacido de 1989", con la puesta en marcha de la ley llamada de Lustración, dirigida a purgar el país de la connivencia con los herederos del régimen comunista. De ahí los continuos sobresaltos que los Kaczynski producen dentro y fuera del país. "Les juzgaremos por lo que hagan, no por lo que digan", señaló el pasado verano el presidente de la Comisión, José Manuel Durão Barroso.
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