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¿Ciutadans o Montilla?

En esta Cataluña siempre más complicada en la realidad que en la teoría, tengo amigos que consideran que el nacionalismo catalán es un atraso y que el debate identitario es una murga que nos conviene sacarnos de encima lo antes posible. Algunos de ellos me confiesan -entre traviesos y perplejos- que para conseguirlo votaron Ciutadans. Yo les digo que se equivocaron. Se puede votar Ciutadans por otras razones, pero si lo hicieron para conseguir dejar atrás el debate lingüístico identitario y para sacar del debate político la cuestión nacional catalana, no utilizaron su voto de la manera en que podían haberle sacado más rendimiento. Para estos objetivos, era mucho más rentable votar Montilla, en cualquiera de las marcas con las que se presentaba.

"Los que quieren dejar atrás el debate identitario se equivocan votando a Ciutadans"

Durante cien años, el nacionalismo catalán se ha basado en la idea de que el debate político en Cataluña tenía dos ejes: el eje social y el eje nacional. Dicho de otro modo, desde Joan Maragall hasta Pujol, los catalanistas han creído que al lado -y a veces por encima- de la confrontación política entre derechas e izquierdas había una especie de solidaridad catalanista transversal, y del mismo modo una solidaridad españolista que superaba las fronteras entre derecha e izquierda. Sectores confrontados en sus ideas sociales podían convertirse en firmes aliados políticos al compartir posiciones en el debate identitario. La naranja política catalana podía dividirse como la de todo el mundo en dos hemisferios de derecha y de izquierda, pero también en dos hemisferios de catalanistas y españolistas. Y para el nacionalismo, esta división era más auténtica, más central, más sustantiva que la otra.

Pues bien, Ciutadans es un partido que se define sustantivamente en el eje nacional, como los nacionalistas. ¿Es Ciutadans de derechas o de izquierdas? No se sabe, ni resulta muy importante. Ha podido recibir votos populares y votos socialistas, de oyentes de la COPE y de marxistas leninistas porque no trabaja en el eje derecha-izquierda, sino en el eje nacional, en el eje lingüístico, en el eje identitario. Por tanto, si de lo que se trata para mis amigos es de dejar atrás el nacionalismo catalán y superar el debate identitario, no lo conseguirán con Ciutadans. Ciutadans participa en este debate, simplemente desde el otro lado. No supera el debate sobre la cuestión nacional, sino que alza su voz desde el otro hemisferio, el que considera infrarrepresentado. Con Ciutadans habrá más debate identitario y, por tanto, se reforzará el eje nacional del debate político catalán. Frente a los que están cansados de la agenda política propuesta por el nacionalismo catalán, Ciutadans hablará de lo mismo, aunque dirá cosas distintas y contrarias a las que se decían hasta ahora. No pasará a hablarse de otra cosa. Habrá una voz discrepante, pero sobre lo mismo. Se mantendrá el eje nacional del debate.

Por el contrario, el proyecto y la actuación de Montilla dibujan un futuro postnacional. Montilla representa la voluntad de situar la política catalana estrictamente en el eje derecha-izquierda: las izquierdas han ganado, las izquierdas gobiernan. La cuestión nacional no existe, ha quedado atrás, o es manifiestamente adjetiva, subsidiaria. Derechas e izquierdas, como en todo el mundo, como en Francia y como en Murcia. Por tanto, los que quieren dejar atrás el debate identitario, la preminencia del eje nacional, se equivocan votando Ciutadans. Su candidato es Montilla. Tan eficaz que ha conseguido incluso desactivar a Esquerra y situarla también en este eje único de la política catalana. Montilla es la opción no para llevarle la contraria al catalanismo, sino para pasar a hablar de otra cosa. O, como mínimo, para señalar que el debate sobre otra cosa es el verdaderamente importante y el que marca la agenda del Gobierno.

Para sacar al nacionalismo catalán de la arena política, para pedir a Convergència i Unió que pase a ser simplemente un partido de derechas y no un partido fundamentado en la transversalidad nacionalista, para atraer a Esquerra al bloque permanente de las izquierdas -en un proceso que recuerda al que se realizó con Euskadiko Ezkerra-, para dejar de hablar de lengua y de identidad, para cerrar el paréntesis extraño que ha sido el último siglo en la política catalana, la opción es Montilla. No Ciutadans. Ciutadans reactiva el debate identitario y, por tanto, reactiva las fuentes del nacionalismo catalán. Montilla supera el debate identitario y, por tanto, deja al catalanismo sin agenda y sin tema. Mis amigos se han equivocado. Para lo que desean, la solución es Montilla. Supongo que la actuación de l'Entesa de Progrés les iluminará y les hará ver el camino, para las próximas.

Vicenç Villatoro es escritor.

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