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Nuevos madrileños | Janio Renwick, panameño

Janio, moda de autor nacido en Panamá

Es la hora del almuerzo y los pasillos del Mercado Puerta de Toledo apenas tienen visitantes. Janio Renwick (Ciudad de Panamá, 1969) tiene abierta su VAVAV (Ven A Verme Alguna Vez), una tienda taller en la que vende ropa de diseño propio y de otras marcas. "Abrimos de 12.00 a 16.00 y de 17.00 a 21.30. Así aprovecho el resto del día para hacer contactos, ir al gimnasio... vivir".

Diseñador de moda ahora, sus 36 años de currículo dan para mucho, aunque su primera vocación fue ser cirujano plástico. "Se me ocurrió viendo las revistas brasileñas que siempre había en mi casa", explica. Empezó el camino hacia el quirófano y hubiera conseguido su propósito de no haberse cruzado con Yves Saint Laurent: "Oí hablar de un argelino pobre que había llegado a ser diseñador de alta costura... y decidí que quería ser como él". Pero en Panamá no había ninguna escuela de diseño de moda y empezó a estudiar publicidad.

"A pesar de algún incidente racista, nunca me he sentido discriminado"

La vida de Janio ha sido siempre así. No ha vuelto la cara a las oportunidades que se le han presentado y ha sacado experiencia y beneficio de todas ellas. "Mientras estudiaba en la Universidad, trabajaba los veranos para poder viajar a Nueva York a comprarme ropa", cuenta.

Una vez finalizados sus estudios, la suerte, como ya le había sucedido antes y volvería a ocurrir después, volvió a llamar a la puerta del futuro modisto: "A mi abuela le tocó la lotería y quiso pagarme un pasaje de avión para que viniera a ver a mi padre, que vivía en Madrid".

"En España me enamoré, encontré un trabajo en Chueca. He estado muchos años trabajando en el ambiente: poniendo copas, de portero, de cajero...". Durante aquella etapa, a comienzos de los noventa, le dieron a Renwick la posibilidad de hacer contactos, contactos que no tardó en utilizar para colarse en el engranaje de la moda. En un desfile de Alvarado se enteró de que aquí, como en Panamá, tampoco existía la carrera de diseñador de moda. No le quedó otro remedio que estudiar corte, confección y sastrería.

Mientras iba haciendo currículo, seguía acumulando ocupaciones. "Entré a trabajar en una tienda de Benetton y aprendí a hacer escaparates". Lo peor de aquellos años fueron las dificultades para regularizar su situación legal, ya que entró en España con un permiso de estudiante.

Eran los primeros noventa, apenas había emigrantes por las calles -"y mucho menos negros"-, pero Janio no se sintió nunca marginado por el color de su piel. "Siempre me moví entre españoles y, aparte de algún calentamiento de boca, no tuve más problema que un incidente con un tipo que me escupió en el metro... y que tuvo suerte de que se cerrara la puerta del vagón".

Asentado en la ciudad, encontró una escuela en la que hizo un master de moda. Con el título en el bolsillo, Janio encontró trabajo en un taller de Usera. Allí fue donde realmente aprendió a coser. "Yo era el chico para todo y decidí no salir hasta que aprendiera el oficio. Fueron tres años muy intensos".

Poco a poco, la noche fue quedando atrás. "En parte porque necesitaba centrarme; en parte porque el sida estaba matando a casi todo mi entorno. Tuve miedo". Así que Janio se centró en su carrera y continuó subiendo escalones "Me invitaron a participar en la pasarela Antimoda. Tuve muy buenas críticas y me decidí a abrir una tienda. Era entonces o nunca".

Con un socio alquiló un local en el paseo de Recoletos. Tras seis meses en marcha, se dio cuenta de que ganaba sólo para pagar el alquiler y se convenció de que no debía hacerlo "tan mal". Las cosas parecían encaminarse, pero su socio le dejó plantado, así que tuvo que empezar de nuevo. "La vida, al menos en mi caso, es como un ascensor; planta uno, planta cinco, planta trece... Lo importante es que ocurran cosas".

Comenzó una búsqueda profesional que le llevó a Alemania, a México y, al fin, al Mercado Puerta de Toledo, donde ahora regenta su tienda. "Era curioso. Salía de Madrid y tenía trabajo, pero aquí no conseguía despegar". Cuando Janio oyó que el Mercado Puerta de Toledo iba a dedicar locales a la moda, no se lo pensó. "Aquí soy feliz. Trabajo en lo que me gusta, voy a mi aire, hago mi ropa, atiendo como quiero...".

Las experiencias se acumulan en la memoria de este hombre llegado del Caribe. "Ya tengo el comienzo de mi autobiografía. Me paseo bajo las fuentes de Colón, cierro los ojos y me imagino que el estruendo del agua, cayendo desde el piso superior, son los aplausos del público al final del desfile".

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