Cercanías de Cataluña
Utilizar el servicio de Cercanías en Cataluña se ha convertido en una aventura que perjudica la salud psíquica y física. El incidente ocurrido el lunes en la barcelonesa estación de Sants, donde unas 300 personas estuvieron una hora y media encerradas en un convoy bloqueado sin recibir apenas información, es vergonzoso y exige depuraciones administrativas. Fomento ha destituido al responsable del servicio en Cataluña, Josep Manau, una primera y urgente medida perfectamente en consonancia con la gravedad del incidente. No es el primer suceso de este tipo en Barcelona, aunque sí el más espectacular. Los viajeros fueron liberados gracias a un ciudadano que acudió hasta el lugar después de la llamada por móvil de su mujer. Pudo haber ocurrido una tragedia si en el momento que los pasajeros bajaban del tren hubiera pasado otro por la vía contraria.
Renfe está granjeándose en Cataluña una pésima imagen. Sus responsables no pueden justificar que el caos del transporte ferroviario se deba sólo a las obras de construcción de la línea del AVE Madrid-Barcelona, que en teoría está previsto que llegue a la Ciudad Condal antes de finales de 2007. Es verdad que los viajeros más que ningún otro colectivo están pagando la mala planificación del Gobierno anterior. En las circunstancias actuales, la estación de Sants muestra un panorama de caos de obreros y máquinas. Todo ello a costa de haber desatendido un servicio rentable como el de Cercanías, que a diario utilizan 400.000 usuarios en Barcelona, y que ahora Fomento tiene que modernizar. No tiene ninguna lógica que la construcción del AVE y el mantenimiento de un buen servicio de cercanías se conviertan en cosas incompatibles y en una contradicción que estalle en toda la cara de los ciudadanos.
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