La guerra inacabada
Los bombardeos israelíes perjudicaron a los aliados de EE UU y reforzaron a Hezbolá, lo contrario de lo que se pretendía
En los barrios céntricos de Beirut, donde viven suníes y cristianos, han desaparecido las banderas libanesas que hace un año engalanaban balcones y comercios. El arrebato nacionalista se ha esfumado. Ahora se respira miedo al rebrote de cualquiera de las dos guerras mal acabadas, la que les enfrentó este verano a Israel y a la civil que destrozó el país de los cedros entre 1975 y 1990.
"Antes íbamos en una dirección y ahora vamos en la contraria. Antes de la última guerra, los prosirios estaban debilitados y ahora es el movimiento del 14 de marzo el que está a la defensiva. La situación es peligrosa, hay mucho odio entre ambos bandos", afirma la intelectual chií Mona Fayed.
"La coalición se formó tras el asesinato de [Rafik] Hariri con un objetivo: la salida de Siria, pero nunca fue un grupo homogéneo. En la guerra, muchos de ellos esperaban que Israel aplastara a Hezbolá, cosa que no sucedió. Están debilitados porque EE UU, su aliado, ha sufrido un enorme descrédito [por apoyar a Israel]. En cambio, Hezbolá está más fuerte desde el punto de vista político y cuenta con el apoyo de Michael Aoun [el más votado entre los cristianos]. Por eso ahora quiere parte del poder", apunta Hilal Khashan, profesor de Ciencia Política de la Universidad Americana de Beirut.
"En Oriente Próximo no es importante que te quieran, sino que te teman", dice un analista
"Habrá asesinatos políticos. Uno que está en peligro es Siniora", asegura un profesor
"El secuestro de los dos soldados [en julio] fue un pretexto para empezar una guerra que Israel tenía decidida desde hace tiempo, aunque se vieron sorprendidos por nuestra capacidad de lucha. El Ejército más poderoso del mundo no pudo derrotarnos. No lograron sus objetivos. ¿Dónde está su victoria?", se pregunta Nawar el Sahili, diputado del Partido de Dios.
"Era una contienda desigual: uno tenía aviones, carros de combate y barcos, y el otro, no. Hezbolá se concentró en hacer el máximo daño a su enemigo. Tuvo éxito, pero no venció", asegura el turco Timur Goksel, portavoz de la Fuerza Interina de Naciones Unidas en Líbano (FINUL) de 1978 hasta su jubilación en 2002.
"Hezbolá habla mucho de victoria, pero no gana quien más grita. Le debieron hacer daño desde el punto de vista militar y además han perdido el control del sur. (...) Hezbolá quiere bloquear el juicio de la muerte de Hariri porque se lo exige Damasco y porque temen que algún día se juzgue a [Hasan] Nasralá por los crímenes de 1983 [dos coches bomba contra los marines y los paracaidistas franceses]", dice una fuente del 14 de marzo que no desea ser identificada.
"Es difícil precisar el daño infligido a Hezbolá. No es sencillo hablar del debilitamiento militar de una guerrilla porque no sabemos con exactitud lo que tenía y lo que conserva. Sabemos que perdió entre 700 y 800 combatientes, aunque sólo reconocen 200. Hombres dispuestos a la lucha no es precisamente su punto débil; hay miles deseando alistarse. Estoy convencido de que los israelíes actuaron bajo ciertas restricciones impuestas por EE UU para no hundir al Gobierno de [Fuad] Siniora. Sin esa limitación, Israel hubiera aplastado a Hezbolá y arrasado el país", añade Khashan.
"En Oriente Próximo no es importante que te quieran, sino que te teman, e Israel ha perdido prestigio en esta guerra. Ha perdido el aura de imbatibilidad. Ya no es ese Ejército capaz de acabar con varios enemigos simultáneamente en seis días. A los soldados israelíes se les ha olvidado cómo se lucha tras años haciendo de policías con los palestinos. La guerra no ha terminado. Esto es sólo un tiempo muerto. La próxima será más inhumana y mortífera. Israel no puede permitir otra humillación. No será en semanas ni meses, pasarán años", dice el ex portavoz de FINUL.
Mona Fayed está de acuerdo, pero cree que la próxima guerra será regional y afectará a Siria y Líbano. Respecto a la política interna tampoco es optimista: "No creo que estalle una guerra civil como la de 1975, pero tendremos secuestros y coches bomba". Khashan coincide con ella: "Habrá asesinatos políticos para desestabilizar al Gobierno. Uno de los que está en peligro es Siniora".
"Las cosas han cambiado. Líbano no puede ser aliado de un Gobierno que dedica miles de millones a que Israel nos destruya y a nosotros nos da una limosna para reconstruir lo destruido. EE UU habla de democracia, pero después no respeta la victoria de Hamás en Palestina. Para los americanos, democracia es hacer lo que ellos quieren", añade Sahili.
El profesor Khashan está convencido de que Hezbolá ya se ha aprovisionado de armas y municiones. "Siria trató de suministrar material durante la guerra, pero la aviación israelí fue muy efectiva y se fueron obligados a detener las operaciones. Ahora pueden pasar sin problemas. No utilizan las principales carreteras sino rutas de montaña. Las mulas de noche son difíciles de detectar. Existe además una docena de túneles por los que entran fusiles y proyectiles. Son 273 kilómetros de frontera imposibles de vigilar para el Ejército libanés, la FINUL y el propio Israel".
Goksel cree que se están cometiendo errores que podrían poner en peligro la misión de las tropas internacionales, incluidas las españolas. "En FINUL hablan demasiado y sus políticos también hablan en exceso en Europa. Lo importante no es tener muchas armas y hacer alarde de ellas como si fuera un espectáculo; lo importante es tener la voluntad de usarlas. ¿La tienen? Si se amenaza a Israel con disparar contra sus aviones, la gente de aquí se pone en alerta, escucha y espera. Si después no se actúa y los israelíes siguen violando el espacio aéreo libanés, esa misma gente dirá: 'No son fuerzas de paz, sino de ocupación'. Sería un razonamiento bastante peligroso a medio plazo para las tropas extranjeras".
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