"Chávez es un títere de Fidel Castro"
Manuel Rosales es la culminación del esfuerzo de miles de personas por dejar a un lado sus diferencias, olvidar los pequeños y grandes errores cometidos y luchar para vencer a Hugo Chávez en las elecciones del próximo 3 de diciembre. Con el fallido golpe de Estado que parte de la derecha venezolana organizó en abril de 2002 contra el presidente Hugo Chávez, los partidos tradicionales de la oposición quedaron más desprestigiados que nunca. Muchos de sus líderes se exiliaron en Colombia y Miami (EE UU). Apenas un semestre después, la oposición convocó una huelga general para provocar la dimisión de Chávez. Durante nueve semanas, que abarcaron todas las navidades de 2002, las tiendas y las gasolineras quedaron desabastecidas. Pero Hugo Chávez aguantó el golpe. No sólo no dimitió sino que despidió a 17.000 empleados de la empresa petrolera estatal.
"Somos una expresión electoral muy pequeñita, microscópica económicamente, si la comparamos con una campaña del Gobierno"
"EE UU tiene su política y nosotros tenemos la nuestra. Yo no me puedo involucrar en su política ni en contra ni a favor. No es mi tarea"
La oposición se había desgastado en el empeño, pero no se dio por vencida. En agosto de 2003 recaudó más de tres millones de firmas pidiendo un referéndum para destituir a Chávez. Y en agosto de 2004, Chávez ganó el referéndum. La oposición quedó abatida, descompuesta. Pero boicoteó las parlamentarias de 2005 y entonces logró un 74% de abstención.
Ahora, casi ocho años después de que Chávez llegara al poder, tres personas unidas por sus ganas de desbancarle aglutinaron en torno a ellas a una treintena de pequeños partidos. Son Teodoro Petkoff, ideólogo izquierdista, Julio Borges, líder de Primero Justicia, pequeño partido de centro-derecha, y Manuel Rosales, dos veces alcalde de Maracaibo -segunda ciudad del país- y gobernador del Estado de Zulia, el más rico y poblado del país. En agosto, Rosales quedó designado como el candidato de la gran coalición para derrotar a Chávez.
Rosales, igual que el presidente, es hijo de maestro de escuela y él mismo fue docente durante varios años. Tiene 52 años, esposa y nueve hijos. Es el líder del partido regionalista Un Nuevo Tiempo, desde que en 1995 abandonase la socialdemócrata Acción Democrática.
Pregunta. ¿Se considera usted de izquierda?
Respuesta. Yo soy un socialdemócrata, en el sentido de que creo que el mejor sistema es la democracia, el sistema de más justicia. Y aparte de eso, creemos en la libertad y la justicia social.
P. Permita que le insista: ¿se considera usted de izquierda?
R. No, yo no soy de izquierda. En todo caso sería de centro-izquierda. Creo en la democracia, en la libertad y en la justicia social.
P. ¿Y qué tiene usted en común ideológicamente con sus aliados electorales de la Unidad, Julio Borges, de centro-derecha, y Teodoro Petkoff, claramente de izquierda?
R. Todos somos militantes en esa tendencia de la democracia, la libertad y la justicia social.
P. ¿Qué errores cometió antes la oposición contra Chávez?
R. Bueno, los errores o los aciertos sólo sirven para recordarlos, y lo bueno repetirlo y lo malo, no volverlo a cometer. En la política, como en la vida, siempre se cometen errores. Lo importante es asumirlos y rectificarlos.
P. ¿Y cuáles se cometieron?
R. No quisiera entrar en ese análisis. Ahora tengo otra onda.
P. El Gobierno recuerda constantemente que usted avaló el golpe de Estado que encabezaron en 2002 el empresario Pedro Carmona y varios generales actualmente exiliados en Colombia. ¿Cuál fue su papel en aquella intentona?
R. Si nos ponemos a hablar del pasado, entonces hay que recordar que yo simplemente, en medio de una confusión, participé en un acto. Pero si echamos la película más atrás entonces hay que recordar que el presidente y el candidato del Gobierno dio un golpe de Estado donde hubo muertos, heridos, se violaron todas las normas constitucionales. Fue uno de los golpes más violentos de Latinoamérica.
P. ¿Hay algo que, según usted, haya hecho bien el Gobierno de Chávez?
R. Seguir los programas sociales que son de mucha antigüedad, que él les cambió el nombre y los llama misiones pero son programas sociales desde hace mucho tiempo. Como, por ejemplo, Mercal antes era Proal, la misión Robinson antes era Acude. Era la orientación social de los Gobiernos, y éste la ha seguido. Con la diferencia de que la ha politizado, la utiliza como instrumento para presionar, juega con el hambre de la gente y además de eso discrimina, sin importarle las necesidades de las personas. Mi misión es que esos programas sociales deben existir, porque ayudan a las familias más flacas económicamente. Pero eso son migajas que le han dado al pueblo durante décadas en un país tan rico como el que tenemos, en un país que tiene ingresos cuantiosísimos por la renta petrolera. De tal manera que la gente no quiere eso solamente, la gente quiere tener una casa buena, quiere tener buenos servicios, un buen sistema de protección social, de salud, de educación... vivir bien. Y eso no se logra a través de programas sociales.
P. ¿Cree que van a ser unas elecciones limpias?
R. Todos pensamos, luchamos y aspiramos a que sean limpias.
P. La Unidad no existía hasta el pasado agosto. ¿Cómo han conseguido ustedes financiar en tan poco tiempo su campaña electoral? ¿De dónde proviene el dinero?
R. Si usted se detiene un momento como periodista, lee los medios impresos, escucha la radio o ve la televisión, ve que nosotros somos una expresión electoral muy pequeñita, microscópica desde el punto de vista económico si la comparamos con una campaña aluvional, grotesca, obscena, que tiene el Gobierno desde todos los puntos de vista; y que además utiliza todas las instituciones para presionar en la campaña electoral. Nuestros datos han sido sumamente modestos, a partir de recursos que hemos logrado recabar por distintas vías y haciendo grandes esfuerzos.
P. ¿A qué se refiere cuando dice en su campaña que usted no tiene dueños?
R. Que no estoy amarrado política ni económicamente con ningún sector, ni ningún cogollo de ningún partido. Tengo suficiente autonomía, ideas limpias y libres. No estaré manejado por nadie dentro del país y mucho menos desde el extranjero, que es lo que ocurre hoy. Chávez es un títere de Fidel Castro y del cogollo cubano.
P. ¿Cuál es el peor problema que padece Venezuela?
R. Tener a Chávez de presidente.
P. ¿Y en qué se sustancia eso?
R. En términos de inseguridad: más de 90.000 personas perdieron la vida en muertes violentas. La mayoría de los responsables quedaron impunes; se ha elevado en más del 500% el secuestro en Venezuela, la guerrilla, los paramilitares y el narcotráfico entran y salen del país porque las fronteras están desguarnecidas... Además de eso tenemos una gran corrupción, no sólo en las estructuras del poder, sino en la policía y el poder judicial. El Ministerio Público ha sido politizado, la mayoría de los jueces y los fiscales obedecen líneas políticas, se ha perdido el equilibrio y la justicia. Y donde no hay justicia no puede haber paz, se violan los derechos humanos, se derrumban las instituciones. En lo económico, el desastre y la ausencia de una política coherente. Dependemos de los recursos que nos genera el petróleo, pero estamos despilfarrando, no sólo dilapidándolo, sino que ahora se lo regalan también a otros países.
P. ¿Qué le parece que Chávez otorgue petróleo a Cuba a precios ventajosos a cambio de la incorporación de unos 17.000 médicos cubanos en Venezuela?
R. A Cuba se le entregan cien mil barriles de petróleo diarios. Si ese petróleo se le asignara directamente al pueblo cubano, hasta perdonable sería. Pero se le asigna a una Cuba que actúa como revendedor de ese petróleo.
P. ¿Respalda usted la política de Estados Unidos en Irak?
R. Estados Unidos tiene su política y nosotros tenemos la nuestra. Yo no me puedo involucrar en su política ni en contra ni a favor, porque ésa no es mi tarea.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.