La hoguera argentina
Las sospechas de amaños y la impunidad de los 'ultras' devastan la credibilidad de la Liga
El 10 de septiembre, en la sexta jornada del torneo Apertura, el Gimnasia de La Plata derrotaba por 1-0 al entonces invicto Boca Juniors. Juan José Muñoz, el presidente del equipo local, bajó en el descanso al vestuario del árbitro, Daniel Giménez, reconocido simpatizante del Boca, y, según éste, le amenazó de muerte si no frenaba su afán sancionador -ya había amonestado a seis futbolistas del Gimnasia y expulsado al entrenador, Pedro Troglio-. Giménez suspendió el encuentro y encendió otra hoguera, apenas una más sobre la ya devastada credibilidad del fútbol argentino.
Porque la continuación de aquel partido frustrado se demoró dos meses, hasta el pasado miércoles. Lo hizo a cinco jornadas de finalizar el torneo y con tres conjuntos en la lucha por el título: el Boca, River y Estudiantes, el acérrimo rival del Gimnasia. En un fútbol normal e incorrupto, éste sería un dato intrascendente, pero no es el caso. Hace exactamente un año, cuando los que peleaban por el campeonato eran el Boca y el Gimnasia, la casualidad quiso que a tres jornadas del final jugaran la misma tarde Estudiantes-Boca y River-Gimnasia. No hubo que disfrazarse de Sherlock Holmes para darse cuenta de que tanto el Estudiantes como el River hicieron poco por ganar aquel día, para beneplácito de sus respectivos hinchas, más interesados en no favorecer a sus rivales eternos que en salvaguardar la honradez.
Un año después, la revancha quedó servida, pero lo ocurrido fue mucho más grave. Según todos los indicios, el martes, víspera del medio partido en La Plata, un jugador del River habría llamado a otro del Gimnasia ofreciendo 3.000 dólares por cabeza para mantener el 1-0 a favor. De alguna manera, la noticia llegó a oídos del presidente de la entidad de La Plata, cuya estrecha relación con La 22, el grupo ultra del club, es pública y notoria. Esa noche, según denunció el diario Olé y confirmaría Ariel Franco, lateral del equipo, hubo visitas en la concentración del Gimnasia. Los capos de La 22, acompañados por dos dirigentes del club, se vieron con los jugadores. Les pidieron dinero, un porcentaje de la prima a recibir y, ante la falta de acuerdo, amenazaron, armas de fuego en mano, con balearles las piernas a los futbolistas si no perdían el partido para así perjudicar al archirrival Estudiantes.
Tras semejante charla, los 45 minutos del miércoles componen uno de los capítulos más vergonzosos del fútbol argentino. El Gimnasia no presentó oposición alguna y el Boca logró cuatro goles, dos en fuera de juego y otro merced a un muy discutible penalti que sus jugadores casi ni celebraron. La 22 despidió con aplausos a los suyos.
Pero el partido todavía no terminó y se sigue jugando en los Tribunales, a los que llegó de la mano de una mujer, Jazmín Salgado, familiar de un futbolista del Gimnasia. Hoy se espera la declaración de la atemorizada plantilla para saber si la causa por amenazas sigue su curso o no.
"Nunca vi un campeonato así", sentenció Federico Lussen-hoff, ex del Tenerife y actualmente en el River Plate. "Nada de esto es serio", dispararon desde aceras opuestas Marcelo Delgado, delantero del Boca, y Daniel Passarella, entrenador del River. Y dieron en la clave. Porque desde hace mucho tiempo casi nada de lo que sucede en el fútbol de Argentina es serio. En las 15 jornadas de este Apertura, y sólo en Primera, además del Gimnasia-Boca, se suspendieron tras empezar otros dos partidos por peleas en las gradas: Godoy Cruz-Arsenal y Colón-Vélez. Rafael di Zeo, líder de la barra brava del Boca, logró aplazar diez días el Racing-Boca porque reclamó ante un juez su derecho a entrar al estadio, algo que los directivos del Racing querían impedir. Los Borrachos del Tablón, hinchas radicales del River, pincharon las ruedas de los coches de los jugadores de su equipo, aparcados en las instalaciones del club, como medida de presión ante los malos resultados de las primeras jornadas. En Mendoza se investiga si es cierto que el Ministerio de Desarrollo Social provincial financia los viajes de la barra brava de Godoy Cruz... Si la relación de hechos se extendiera al resto de las categorías, la lista sería interminable.
Sin embargo, poco o nada se hace para cambiar esta dinámica. El "todo pasa", la célebre máxima que lleva grabada en un anillo Julio Grondona, presidente de la Asociación del Fútbol Argentino desde 1979, vicepresidente de la FIFA, socio de la empresa que posee los derechos de televisión del fútbol local hasta 2014, impera sobre cualquier otra lógica.
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