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Reportaje:

La cultura deja de ser florero

Los ministros de Cultura de la Unión Europea se reúnen hoy y mañana en Bruselas en busca de una mayor potenciación del valor económico del sector cultural y creativo

La Comisión Europea quiere que la cultura se convierta en uno de los pilares de la Agenda de Lisboa, junto con el económico, el social y el medioambiental, para convertir la Europa de 2010 en la zona más competitiva del mundo. El Consejo de Ministros de Educación, Juventud y Cultura de la UE, que se celebrará en Bruselas hoy y mañana, analizará un estudio sobre el sector cultural y creativo, que representa entre el 3% y el 6% del producto interior bruto (PIB), con su influencia en el desarrollo económico y social, el empleo, las tecnologías de la información y la comunicación y el turismo cultural.

El estudio La economía de la cultura en Europa, elaborado por la consultora Kea European Affairs (www.keanet.eu) para la Dirección General de Educación y Cultura de la Comisión Europea, registra la realidad de la sociedad del conocimiento, sobre todo a partir de la digitalización del material cultural. Si la cultura deja de ser un adorno se unirá al desarrollo económico y social, la innovación y la cohesión para hacer de la Unión Europea en 2010 "la economía, basada en el conocimiento, más competitiva y dinámica del mundo, capaz de un crecimiento económico sostenible con más y mejores puestos de trabajo y mayor cohesión social".

"Ya es un paso que la cultura no se entienda como un gasto público", dice Gómez Riesco
El empleo es uno de los argumentos más claros de la repercusión en la sociedad

El sector cultural y creativo facturó más de 654.000 millones de euros en 2003, mientras que la industria automovilística alcanzó los 271.000 millones en 2001 y las empresas de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), 541.000 millones en 2003. El sector contribuyó en un 2,6% al PIB de la Unión Europea en 2003; en el mismo año las actividades inmobiliarias contribuyeron en un 2,1% y el sector de la alimentación y bebidas, en un 1,9%. El estudio señala que ha tenido que elaborar definiciones concretas, instrumentos estadísticos y recogida de datos ante la ausencia de estadísticas adecuadas y de sus contenidos. Han entrado en los datos de Eurostat y en la base Amadeus, con información financiera sobre ocho millones de empresas públicas y privadas de 38 países europeos.

Para situar el sector cultural en Europa, el estudio ha tenido en cuenta las industrias tradicionales (cine, música, libros), pero incluye los medios de comunicación (prensa, radio, televisión), los sectores creativos (moda, diseño, arquitectura), el turismo cultural, las artes escénicas y visuales y el patrimonio cultural. Añade el impacto del sector en el turismo cultural y en las TIC y analiza los vínculos entre cultura, creatividad e innovación. En la evaluación figura el sector cultural, con los sectores no industriales, bienes y servicios de consumo en el acto (el campo de las artes y patrimonio cultural) y los industriales, los bienes culturales destinados a su reproducción, difusión y exportación (libro, cine, vídeo, música). En el sector creativo se incluyen actividades como el diseño, la arquitectura y la publicidad.

En el sector cultural y creativo trabajaban 5,8 millones de personas en 2004, lo que equivale al 3,1% de la población total empleada en la UE de los Veinticinco. El empleo es uno de los argumentos más claros de la repercusión de la cultura en la sociedad, así como su formación. En estadísticas locales, en la Comunidad de Madrid el 5,2% del empleo es cultural y en Cataluña llega al 3,9%. Para el conjunto europeo, el 46,8% de los trabajadores del sector tiene al menos un título universitario (frente al 25,7% de la cifra total de empleo), el porcentaje de autónomos es más del doble del que existe en la cifra total de empleo (28,8% frente al 14,1%) y se registra un 17% de trabajadores con contrato temporal (13,3% en la cifra total de empleo).

Además del efecto directo y cuantificable, el estudio tiene en cuenta los resultados económicos que se generan en otros sectores no culturales, sobre todo en el sector de las TIC y el desarrollo local, con alusiones a la banda ancha, Internet, telefonía móvil y el turismo. No pone en duda que el desarrollo de las nuevas tecnologías depende del atractivo de su contenido creativo (según la consultora PriceWaterhouseCoopers, el gasto en contenidos relacionados con las TIC representará el 12% del incremento total del gasto global en los sectores de ocio y medios hasta 2009). La cultura es motor para el turismo, una industria que contribuye al PIB de la UE con un 5,5% y tiene una cuota de mercado mundial del 55%, siendo Europa el destino más visitado del mundo, con 443,9 millones de llegadas internacionales en 2005, según la organización Mundial del Turismo de Naciones Unidas.

"Es el momento clave para que la cultura no pierda el tren de los objetivos estratégicos de la Agenda de Lisboa, por sus efectos en la ciudadanía, en la identidad europea y la cohesión social", afirma Fernando Gómez Riesco, subdirector general de Cooperación Cultural Internacional, del Ministerio de Cultura español. Después de la reunión de ministros de Bruselas, la Comisión Europea abrirá un procedimiento como base del documento político que se envía a la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno en el Consejo Europeo de primavera, con Alemania en la presidencia semestral.

Gómez Riesco añade que hay que definir los campos y el ámbito de la cultura, establecer criterios de referencia, objetivos europeos, hasta conseguir una acción global, en aspectos como el empleo cultural, la distribución y circulación de bienes, la política de ayudas públicas a las industrias, el mercado interior cultural europeo. "La cultura aporta muchos fondos a través de la fiscalidad y del empleo, superiores a lo que recibe de los Presupuestos del Estado, de las comunidades o de los ayuntamientos. Ya es un paso adelante que la cultura no se entienda hoy sólo como gasto público. Igualmente, estamos ante una oportunidad única para que la cultura se integre con más plenitud en las políticas europeas y no sólo como una acción complementaria o de apoyo".

Un análisis de la inflación de costes en los teatros de Broadway, de 1966, es la primera referencia de los estudios que relacionan la cultura y la economía. Hoy, los expertos en este campo se reúnen cada dos años en un congreso internacional, el último celebrado el pasado mes de julio en Viena (el de 1998 tuvo a Barcelona como sede y el próximo será en Montreal). Discuten los modelos europeo y anglosajón de la cultura y el impacto del Guggenheim de Bilbao en la ciudad. Los departamentos de economía de universidades españolas (Barcelona, Oviedo, Valencia, Vitoria, Madrid, Valladolid, entre otras) investigan políticas e industrias culturales, economía del patrimonio, turismo cultural, y los estudios concretos abarcan el público del cine y del teatro, el Festival de Cine de Valladolid o el impacto en Salamanca cuando fue capital cultural europea.

"Sin duda, éste es un campo y una opción de futuro", señala Víctor Fernández Blanco, de la Universidad de Oviedo, que ha realizado análisis económicos del cine y de los museos, aspectos de defensa de la competencia, el consumo de música clásica y popular, los presupuestos públicos y la política de cooperación exterior. Señala que en los países europeos el sector cultural representa entre el 3% y el 6% del PIB, mientras que en Estados Unidos supera el 6%, siendo la audiovisual la segunda industria exportadora. "El mundo de la cultura está relacionado con la sociedad tecnológica y el mayor tiempo dedicado al ocio, con la creatividad, la defensa de los autores y la propiedad intelectual. Debería haber un claro impulso de la Administración hacia estos estudios".

Las cifras están en las publicaciones de la Fundación Autor (de la SGAE), el Libro Blanco de las industrias culturales de Cataluña o en el Anuario de estadísticas culturales 2005, del Ministerio de Cultura. Este último documento señala que el volumen anual de negocio de las industrias culturales españolas se sitúa en 2004 en los 32.000 millones de euros (la alimentación mueve 77.000 millones), con el sector editorial, que suma 7.400 millones; el de las artes gráficas y reproducción de soportes grabados, con 8.200 millones; las actividades de radio y televisión, con 5.700 millones, o las de cine y de vídeo, con 3.700 millones de euros.

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