Hezbolá retira a sus cinco ministros del Gobierno libanés
El grupo fundamentalista no está conforme con el reparto del poder
Hezbolá no cesa en su empeño por rentabilizar la que considera su victoria contra Israel en la guerra del verano. El movimiento libanés decidió dar un golpe sobre la mesa y los cinco ministros de este partido-guerrilla y de Amal, otro grupo chií, abandonaron ayer el Gobierno. Es el último paso en su estrategia de acoso al primer ministro, Fuad Siniora, al que acusan de sometimiento a los intereses occidentales.
Pero también un capítulo más en la lucha por la influencia en Oriente Medio que sostiene Estados Unidos contra Irán y Siria, y a la que Líbano nunca es ajeno.
El Partido de Dios, firme aliado de Damasco y Teherán, no está conforme con el reparto de poder basado en las confesiones religiosas que establece la legislación libanesa y considera que la influencia de los chiíes, comunidad cuya población crece a ritmo muy superior al de otras confesiones, debe ser superior, y mayor su representación en el Gobierno.
Pretenden también sacar provecho de la reciente guerra contra Israel, que consideran saldada con una victoria. Por ello, durante una semana, todos los partidos libaneses han estado negociando la formación de un nuevo Ejecutivo en el que Hezbolá deseaba contar con un tercio de los 24 ministros, una minoría que es suficiente para bloquear las decisiones del Gabinete surgido de las elecciones de junio de 2005, en las que vencieron los candidatos antisirios.
Pero estos partidos, opuestos a los manejos de Siria en Líbano, no han accedido a las demandas de Hezbolá, y los cinco ministros chiíes han dejado el Ejecutivo. Siniora rechazó las dimisiones, pero la estabilidad de su Gobierno, en todo caso, ha sufrido un duro varapalo.
Riesgo de violencia
El grupo fundamentalista, que ha advertido que organizará manifestaciones en las calles, con el riesgo de brotes violentos que ello supone en la turbulenta política libanesa, quiere forzar las elecciones anticipadas, porque no está dispuesto a que el actual Parlamento sea el encargado de elegir al próximo presidente, que sustituirá al prosirio Emile Lahoud. Los dirigentes de Hezbolá y sus aliados están convencidos de que, en unos nuevos comicios, su representación en la Cámara mejoraría los alrededor de 50 diputados con los que cuentan hoy día en el Parlamento de 128 escaños.
Continúa de este modo la pugna entre EE UU -que acusa a Damasco de haber organizado el asesinato del ex primer ministro libanés Rafik Hariri- y el binomio Siria-Irán, una lucha que siempre atrapa a Líbano. El pasado 1 de noviembre, Washington acusó a Damasco y a Teherán de alentar la caída del Gobierno de Beirut y de presionar para impedir la constitución de un tribunal internacional para juzgar el atentado contra Hariri. "Lo que estamos advirtiendo es que nadie debe meter las manos en el Ejecutivo de Fuad Siniora", señaló el portavoz de la Casa Blanca, Tony Snow. Pero Hezbolá considera justo lo contrario, que son EE UU y Francia los que interfieren en los asuntos internos libaneses y que Siniora se somete a los designios occidentales en Oriente Próximo.
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