¿En Valencia o en Sagunt?
El autor expresa las dudas que rodean a la ampliación decidida por la Autoridad Portuaria para las infraestructuras de Valencia sin haber resuelto sus accesos por vía terrestre
Desgraciadamente usar la expresión complejo portuario Valencia-Sagunt es una inexactitud no exenta de una cierta falacia. No es bueno seguir con conceptos equívocos; en la actualidad, son centenares de miles las viviendas y casi un millón las personas las que pueblan, la franja que separa las instalaciones portuarias al sur de la capital del Turia de las nuevas dársenas que se están poniendo en funcionamiento en Sagunt.
Aunque exista una única autoridad portuaria para ambas instalaciones, estamos hablando de dos puertos, que siendo próximos, desafortunadamente no forman una unidad funcional. Conviene que empecemos a llamar las cosas por su nombre y, en consecuencia, los valencianos tengamos un debate sereno, acerca de dónde poner nuestras prioridades en materia de transporte marítimo, guste o no, el tema no es Valencia y Sagunt sino Valencia o Sagunt.
Para empezar, el cambio climático no es una broma, (para hablar en términos económicos nos va a costar en la próxima década, 4 billones de euros) y en el tema particular del transporte, ello va a suponer una desaparición muy importante de la movilidad basada en la carretera. Frente al cambio climático, conviene seguir el principio de Amnistía Internacional, "analiza globalmente, actúa localmente", y de esto se trata desde esta franja costera frente al uso del camión para llevar mercancías.
Afortunadamente, somos tierra de puertos y la cuestión es cómo potenciarlos en la nueva etapa que nos aguarda y ubicarlos donde produzcan más riqueza con la menor contaminación posible, lo que en nuestro caso significa con el uso de menos camiones. Como escribía Francisco Pons, presidente de AVE, se trata de no perder la posición privilegiada que Valencia ha conseguido en los últimos tres lustros en el concierto portuario del Mediterráneo Occidental (y con ello expresar el reconocimiento a los equipos directivos que hicieron que el puerto de Valencia haya aparecido en el mapa de Europa con la fuerza que lo ha hecho).
La cuestión pendiente que tiene la Comunidad Valenciana es saber dónde poner sus esfuerzos futuros para mantenerse como candidata a seguir teniendo un puerto transoceánico en los próximos años. La respuesta no es obvia, pero se pueden hacer algunas aportaciones a este debate que nos implica a todos. Empecemos relatando las decisiones que se han ido tomando:
1) Hasta ahora no se ha apostado por la intermodalidad entre lo marítimo y lo ferroviario y la dura realidad es que la práctica totalidad de lo que llega a nuestros puertos vía terrestre lo hace por carretera. Desafortunadamente sólo cuando funcione el AVE con Madrid podremos aprovechar para mercancías las actuales conexiones con el centro peninsular, mientras que la salida de Sagunt hacia Teruel, camino del Cantábrico y de Francia (por Canfranc) es una cuestión que no ha pasado de los papeles y de una duras negociaciones que en algún momento el Estado español y francés van a tener que encarar.
El Puerto de Barcelona a sus ventajas, por su latitud, como puerta del sur de Europa (en competencia también con Génova y Marsella) añade las capacidades ferroviarias que le suponen las inversiones ferroviarias de la Generalitat catalana, el Estado y las instalaciones que liberara el AVE. Nuestra competencia ha jugado la carta ferroviaria con una mayor y legítima claridad de ideas.
2) Ante la separación que existe entre las instalaciones saguntinas y valencianas se decidió, hace no muchos años, que Sagunt sería para el tráfico de graneles y de cabotaje entre puertos mediterráneos, mientras que el gran tráfico interoceánico de contenedores se reservara para Valencia.
Desgraciadamente, pronto se hizo patente que en los alrededores de Valencia no se daban los requisitos territoriales que precisan la gestión de los cuatro millones de contenedores que supone aspirar a ser puerto interoceánico. El cambio habido en estos últimos años ha conducido a un serio conflicto entre una gran instalación portuaria y una Valencia que empezaba a mirar a su costa como un recurso territorial destinado a lo residencial. El conflicto era evidente, incluso sin la Copa del América.
3) La respuesta que se dio al posible crecimiento, la conoce bien la ciudadanía: ampliación de la infraestructura con 1,5 millones de metros cuadrados ganados al mar. Sin embargo, ésta fue de nuevo una reacción poco meditada, pues con las infraestructuras terrestres existentes, tratar de mover cuatro millones de contenedores, sin contar con una decidida apuesta por el ferrocarril, supone doblar un tráfico de camiones por el sur de la ciudad que ya ésta saturado en la actualidad. En otras palabras, ampliar el puerto no es sólo ganar metros al mar, sino resolver la capacidad para acceder a él por vía terrestre, y ello en el siglo XXI no es posible sin el tren.
No creo que nadie tenga la absoluta seguridad acerca de lo que es más acertado, pero cada vez surgen más dudas sobre si la macroampliación decidida por la Autoridad Portuaria es más interesante que ubicar el futuro megapuerto en Sagunt.
Valencia con su actual infraestructura de comunicaciones y su desarrollo residencial, va a tener muchas dificultades para convivir con un gran puerto, mientras que Sagunt ofrece unas oportunidades que hay que analizar, incluyendo también sus posibilidades como puerto para los contenedores y por tanto como nodo de las autopistas del mar con otros puertos mediterráneos (por ejemplo, el acceso de las mercancías a Italia en el futuro se hará por mar, olvidando Alpes y Pirineos).
Es cierto que las navieras (esto es, los clientes actuales) no quieren moverse de Valencia, pero siendo éste un argumento no parece que deba ser el único a considerar. Ante el riesgo que exijan la ampliación valenciana, también existe la posibilidad de hacer una oferta más coherente a otros clientes en Sagunt, siempre que ello esté más asumido por el resto de la Comunidad.
Como nos jugamos mucho de nuestro futuro colectivo, tratemos de no equivocarnos, y por ello ha llegado el momento de utilizar argumentos y no decisiones ya tomadas, debatamos y busquemos lo mejor para nuestro futuro. La ampliación planteada por el Puerto de Valencia necesita una revisión frente a la nueva coyuntura. La urgencia no puede ocultar la importancia de lo que va a hacerse.
Gregorio Martin es catedrático de Ciencias de la Computación de la Universidad de Valencia. Ex director del Instituto de Robótica.
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