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Columna
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La hipoteca o la vida

Mientras le traían el desayuno, se preguntó qué haría él si tuviese el 76,6% más de cualquier cosa, por ejemplo de salud, dinero y amor, igual que en el tango de Rodolfo Sciammarella; o de tiempo, o de espacio, o de felicidad... Y, como ya lo conocen, podrán imaginar que no se le llenaron las respuestas de casinos y coches descapotables, sino de ruinas griegas, libros, viajes y tumbas de filósofos...

Al ver que el camarero se acercaba con su café, hizo un gesto en el aire con la mano, parecido al de quien borra lo que está escrito en una pizarra, para apartar de él esa quimera inofensiva que le había saltado a la cabeza desde la sección local del periódico como otras mucho más salvajes le saltan a la billetera, desde los anuncios por palabras a los jóvenes que pretenden comprar un piso en Madrid, cuando descubren que la hipoteca le va a costar justo eso: el 76,6% de su sueldo.

¿Alguien se ha fijado en las cosas que tienen en común 'préstamo' y 'mordisco'?

O sea, un bocado tan grande a su pequeña economía que habrá que imaginarse que si la Quimera mitológica tenía cuerpo de cabra, cola de serpiente y tres cabezas, una de león, otra de macho cabrío y otra de dragón, y se dedicaba a devorar rebaños enteros, la hipoteca debería representarse como un ser de cien bocas con cabeza de ministro, cuerpo de banquero y cola de especulador inmobiliario, que vive en cajas acorazadas y se alimenta de ciudadanos, a los que se come en cuotas mensuales.

¿Alguien se ha fijado en la cantidad de cosas en común que tienen la palabra "préstamo" y la palabra "mordisco"? Pues ya lo ven.

La verdad es que Juan Urbano no entiende demasiado de finanzas, y es de esas personas que tiene la impresión de que las reglas del mercado consisten en que si la economía va mal, a la gente le va mal, y si va bien, le va peor.

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Volvió a pensar de esa forma, en su infinita inocencia, después de leer que ahora mismo los créditos inmobiliarios suben y suben a la vez que los beneficios de los bancos y las empresas constructoras alcanzan máximos históricos.

Ante tal incongruencia y falta de comprensión, decidió que tal vez debiera plantearse escribir una nueva mitología, adaptada a nuestros tiempos, en la cual la Quimera, que fue la madre de la Esfinge, tuviera una hermana gemela, la Hipoteca, que lo fuese de la Banca.

Se imaginó a las dos primas plantadas cada una en un desierto, vigilando con ojos herméticos este mundo de cifras indescifrables en el que uno siempre sabe el cuánto de las cosas, pero nunca su porqué.

Juan pensó que, ya que cada vez somos todos menos ciudadanos y más clientes, tal vez debiera cambiarse también el nombre de nuestro sistema político para pasar de Democracia a Negociocracia, o algo así.

"Bueno, al fin y al cabo", se dijo, "todo es acostumbrarse y eso explicaría mejor muchas cosas, entre ellas todo este asunto de la corrupción urbanística que consiste en que nosotros metemos en las urnas votos y ellos sacan cheques".

Los datos que acababa de hacer públicos el Observatorio Joven de Vivienda en España, que depende del Consejo de la Juventud de España y maneja para sus informes datos de la Encuesta de Población Activa y del Ministerio de Vivienda, no sólo hablaban de ese 76,6%, sino que además revelaban que en la Comunidad de Madrid la edad media a la que los jóvenes pueden dejar la casa familiar para independizarse está en 34 años. Y eso es haber perdido el derecho a tener una existencia propia.

La Unión Europea considera que una persona, para tener calidad de vida, no debe destinar más del 30% de su sueldo a la hipoteca y debe poder emanciparse, como muy tarde, a los 25 años. El Consejo de la Juventud, por su parte, afirma que el porcentaje del dinero que un joven de 25 años debe destinar a la compra de un piso en Madrid sube hasta el 103,6%. Ya lo ven, un hombre es una isla rodeada por todas partes de números rojos.

Juan acabó su café y dejó escapar una risa teatralmente cínica cuando leyó, una paginas más allá, que uno de los lemas de la Asamblea contra la Precariedad y por una Vivienda Digna, era: "La vivienda es un derecho, no un negocio". En la última manifestación que convocaron, hubo varios detenidos, que están acusados de alteración del orden público y resistencia grave a la autoridad. ¿Será posible? A algunos les permiten vivir con el 23,4% del dinero que ganan y aún se quejan.

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