_
_
_
_
Elecciones legislativas en EE UU

Una presidenta para la Cámara de Representantes

La demócrata Nancy Pelosi, de 66 años, será la tercera persona más importante de EE UU

Yolanda Monge

Nancy Pelosi no sólo se convirtió en la noche del martes en la primera mujer que preside la Cámara de Representantes del Congreso de Estados Unidos, si no que es desde entonces la segunda persona en la línea de la sucesión presidencial, después del vicepresidente Dick Cheney. Su frase de cuando fue elegida en 2002 jefa de la minoría demócrata en la Cámara (también en esto fue la primera mujer que accedía a ese cargo) es ahora más apropiada que nunca: "He roto el techo de mármol" del Capitolio. Mucho más difícil de romper que el "techo de cristal" que frena a muchísimas mujeres. "¡Nan-cy! Nan-cy! ¡Nan-cyyy¡", gritaban sus seguidores de madrugada.

"Los demócratas están listos para liderar. Estamos preparados para gobernar. Y lo haremos trabajando junto a la Administración republicana y los congresistas republicanos en común, no desde la parcialidad", declaró conciliadora Pelosi poco después de conocer la victoria de su partido, y por tanto la suya. Cuando todavía era una promesa, esta representante de California lanzaba propuestas con tanta soltura como quien pide un café con leche. Y todas esperaba ponerlas en marcha en sus primeras "cien horas" de trabajo. Los enunciados son sencillos, su aplicación no tanto, y en algunos casos puede llevarla a enfrentamientos con los miembros de su propio partido. La nueva presidenta de la Cámara quiere elevar el salario mínimo, aunque no ha especificado ni la cantidad ni en qué plazo; desea aumentar los fondos federales para investigar con células madres, pero para ello antes tendrá que emprender una batalla contra la prohibición federal; sobre la estrecha cobertura farmacéutica que tienen los ancianos, se limitó a decir "hay que hacer algo al respecto"; aplicar las recomendaciones de la comisión del 11-S: obvio.

Su victoria le hará la vida más difícil a Bush porque promoverá investigaciones
Más información
Bush destituye a Rumsfeld tras la derrota

¿Todo en sólo 100 horas? "Yo lo haría todo en el primer día, pero algunos querrán tomárselo con más calma", dice Pelosi con una sonrisa de complicidad. ¿Abrirá, como sueñan algunos, un proceso de destitución de George Bush por la guerra de Irak? Pelosi lo descarta explícitamente, aunque se lo reclamará la Cámara demócrata. Sus compañeros de partido son tan difíciles de controlar como un empecinado señor de la guerra afgano que defiende su feudo a sangre. En los últimos meses, se ha vivido una guerra abierta entre Rahm Emanuel, quien dirige el comité de campaña de la Cámara, y Howard Dean, presidente del partido. Pero la señora Pelosi ha hecho un buen trabajo y, según la publicación Congressional Quartely (CG), los demócratas de la Cámara baja votaron en 2005 un 88% de las veces con la mayoría de su partido, el nivel más alto desde que CG comenzó a recopilar datos en 1956.

Uno de los cometidos que más quebraderos de cabeza le va a proporcionar será la repartición de los 19 Comités de la Cámara -a partir de enero, cuando se abra la sesión 110 del Congreso-. Los demócratas están hambrientos de poder, tras 12 años en la sombra.

Nacida en la Costa Este de Estados Unidos hace 66 años, su carrera política se ha desarrollado en el oeste, donde se trasladó a vivir con su marido, un millonario de San Francisco, distrito que ella representa desde 1987. La Dama de San Francisco aprendió el arte de la política en la vieja escuela, de la mano de su padre, un congresista de la época del New Deal que acabó siendo alcalde de Baltimore, ciudad natal de Pelosi. La pequeña Nancy era la benjamina de una familia de seis hijos, de los cuales ella era la única fémina. Su victoria del martes le hará la vida más difícil al presidente Bush, no sólo porque bloqueará iniciativas de la Casa Blanca, sino porque promoverá investigaciones hasta ahora ahogadas. Madre de cinco hijos, abuela de cinco nietos, llegó a la política a los 46 años. Liberal hasta la médula, su máxima en política respecto al partido ahora en la oposición de la Cámara queda definida por una frase de Groucho Marx: "Sea lo que sea, estoy en contra".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Yolanda Monge
Desde 1998, ha contado para EL PAÍS, desde la redacción de Internacional en Madrid o sobre el terreno como enviada especial, algunos de los acontecimientos que fueron primera plana en el mundo, ya fuera la guerra de los Balcanes o la invasión norteamericana de Irak, entre otros. En la actualidad, es corresponsal en Washington.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_