La fama del amigo crápula de Picasso
El 'Retrato de Ángel Fernández de Soto' es una de las estrellas de las subastas neoyorquinas
Si no hubiera sido amigo de Picasso, si éste no le hubiera retratado en varias ocasiones y si su aspecto no diera para muchas elucubraciones literarias, seguramente el nombre de Ángel Fernández de Soto (Barcelona, 1882-1938) permanecería en el olvido. Pero mañana su retrato, conocido como El bebedor de absenta (1903), puede valer más de 50 millones de euros y eso es razón suficiente para que interese su biografía.
Será una de las estrellas de las subastas de otoño neoyorquinas, que prometen batir récords después de que el pasado viernes el cuadro Número 5 (1948), de Jackson Pollock se convirtiera en la obra más cara del mundo al venderse por 109,6 millones de euros (140 millones de dólares). Abre el fuego hoy la casa de subastas Sotheby's con la venta de Naturaleza muerta con frutas y bote de gengibre (1895), de Paul Cézanne, que sale con una estimación de ventas de entre 22 y 27 millones de euros. Hace seis años, en 2000, Christie's vendió la misma obra por 12,8 millones de euros (16,4 millones de dólares), lo que da cuenta de la inflación del mercado. Es la estrella de una subasta en la que en sus jornadas de hoy y mañana podrán verse otras piezas importantes como La plage à Trouville, de Claude Monet (entre 12,9 y 15,7 millones de euros), así como obras de Modigliani, Picasso, Toulouse-Lautrec, Matisse y Vicent Van Gogh, del que se subasta Un par de zapatos, un bodegón de 1886 que está valorado entre 6,2 y 9,4 millones de euros.
Con todo, las mayores expectativas están puestas en la subasta de su competidora, Christie's, que se celebrará mañana. Los lotes son de órdago, desde un cuadro de Gauguin, L'homme à la hâche (1891), pintado en Tahití que se ha valorado entre 27 y 35 millones de euros, hasta las últimas cuatro pinturas de Klimt procedentes de la colección de los herederos de Ferdinand y Adele Bloch-Bauer (que les fue robada por los nazis y recientemente restituida por el Gobierno austriaco). El Retrato de Adele Bloch Bauer I ostentaba el título de la más cara del mundo (la compró el empresario de los cosméticos Ronald Lauder por 105,7 millones de euros, 135 millones de dólares) en junio de este año.
Pero la estrella de esta subasta de Christie's será sin duda Retrato de Ángel Fernández de Soto, de 1903. Este cuadro ya fue vendido en mayo de 1995 en Sotheby's por 29,1 millones de dólares (más de 3.500 millones de pesetas de entonces) y al poco se supo que el comprador había sido el famoso compositor británico Andrew Lloyd Weber, que lo tenía como una de las joyas de su amplia colección centrada en los artistas prerrafaelistas, cuya influencia veía en la obra del joven Picasso. Ahora, Weber ha decidido subastarlo de nuevo con fines benéficos ya que tiene la intención de destinar lo recaudado a una fundación para la formación y asistencia a jóvenes compositores. El precio estimado de salida oscila entre los 31 y los 48 millones de euros
pero el indicador del mercado Artprice ya adelanta que podría valer con los actuales precios unos 58 millones de euros.
Picasso conoció al retratado en 1899 en el Eden Concert, entonces un famoso cabaré del barrio chino de Barcelona que ambos frecuentaban. Ángel Fernández de Soto, un año más joven que Picasso, formó parte de su grupo de amigos más íntimos entre los que figuraban también el hermano de Ángel, Mateo, que era escultor, Jaume Sabartés, Ramon Raventós (que trabajaba con Àngel en un almacén de especias), y Carles Casagemas, el desgraciado amigo cuyo suicidio -de un tiro en un café parisiense delante de Germaine, la joven modelo que le había abandonado- dio origen en 1901 a la denominada "época azul" de Picasso en la que se enmarca el cuadro que sale a subasta.
En Barcelona frecuentaban todos ellos tabernas bohemias, como Els Quatre Gats, y también los burdeles, como quedó de manifiesto en varios de los irónicos dibujos que realizó Picasso de sus amigos en plena faena y que se conservan en el Museo Picasso de Barcelona. Ángel Fernández de Soto debía ser uno de los más crápulas, ya que tenía especial fama de mujeriego y bohemio. Sus amigos le llamaban El Patas, al parecer porque se pasaba el día haciendo recados para el almacén en el que trabajaba, y durante un tiempo, hacia 1903, compartió estudio con Picasso en el casco viejo de Barcelona. Lo bohemio no quita lo consciente y durante la República fue comisario artístico en representación del sindicato de pintores. Según explica Concha Rodríguez en su libro El ángel de Picasso (Parsifal Ediciones), en diciembre de 1938 murió atropellado por un camión ambulancia una noche oscura de bombardeos sobre Barcelona.
Babelia
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