Las cuentas, claras
"Las cuentas de Europa están más claras que las de España", dice sin dudar. Ha pasado casi ocho años de su vida controlando y aclarando, como responsable socialista del presupuesto en el Parlamento Europeo (PE), quién da y quién recibe los dineros en Europa. Desde febrero de 2004, en que fue elegido por el Parlamento Catalán, es síndic de comptes: se ocupa de esclarecer nuestras cuentas públicas. ¿Están claras estas cuentas? "Pse", responde en un susurro tan hermético como explícito. El dinero público es nuestro dinero: lo que cada uno aporta en impuestos da muchísimo de sí. "Los ingleses tienen esa expresión, accountability, rendir cuentas. Expresa un hábito que es muy diferente al de la responsabilidad". La transparencia: en países como Suecia todo el mundo puede acceder a las cuentas públicas de las administraciones. Aquí el gasto público parece una maraña que él, ojos de experto, se ocupa de desenredar.
Modesto, fiable, resistente y flexible como un junco, tenaz, observador, atento, sabe desde hace tiempo que bajo las olas de la superficie circulan mareas, laten maremotos y se gestan tsunamis económicos y sociales. Su trayectoria personal le ha obligado a conjugar sin aspavientos lo local y lo global cuando, en 1986, fue elegido eurodiputado. ¿Qué puede hacer un experto en presupuestos públicos desde Estrasburgo? En menos de un año, se convertía en portavoz de todos los socialistas europeos en materia de presupuestos, sería vicepresidente del PE de 1999 hasta 2004. "Han sido 20 años de mucha responsabilidad, de una acción política al máximo nivel: Maastrich, el euro...". Él ya pensaba en el euro cuando en Madrid el Gobierno reconvertía la industria española. "Llamé a Solchaga: ¿qué hay que hacer con el euro? Tienes nuestra confianza, compañero, me dijeron, tu posición será la del partido". Y está el dinero europeo reclamado con insistencia y paciencia: "¿cuánto dinero se habrá logrado para España con esa presencia?", se preguntaba hace poco con el ministro Solbes. Ni él lo sabe, ¿800.000, 900.000 millones de pesetas?
Barcelonés, 61 años, su familia paterna era republicana y catalanista de pedigrí, la de su madre norteamericana, de Nueva York, de funcionarios de las Naciones Unidas. Alumno del Liceo Francés, su infancia transcurre entre las películas que su padre importaba desde la mítica Universal: "Te apuntabas a visionar las copias que tenían que distribuir, así iba al cine gratis". Lo vio todo y hoy, casado desde hace más de 30 años con una médico y con dos hijos mayores, no se pierde lo último. Es, como Vargas Llosa, un adicto a una serie de culto, 24, protagonizada por Keiffer Shutterland.
Está en política desde 1963: toda una vida que va desde las huelgas universitarias, la militancia en un grupúsculo socialista radical (Forces Socialistes Fedrals, en la que también estaban Lluís Armet y Carme Valls, luego integrado en el MSC de Reventós) la Caputxinada y mil batallas hasta -hoy- el ala izquierda del socialismo europeo. "Soy socialista autogestionario. Me han llamado muchas veces socialdemócrata", se queja. Un reformista lúcido, siempre en un voluntario segundo plano, que los socialistas llevaron a las Cortes como diputado en 1982, desde donde -no podía ser de otra forma- se ocupó de los Presupuestos, participó en las relaciones con el Tribunal de Cuentas español y entre las Cortes y el PE.
"La carrera de Económicas era un gran paraguas, también estaba la política". Se doctora con una tesis sobre Haciendas Locales. Trabaja seis años como economista en una multinacional de la alimentación y, a la vez, da clases de Hacienda Pública y Derecho Fiscal; es profesor titular de Economía Aplicada, mantiene su excedencia. Su graduación vital se la dan los 20 años de Europa. Ha estado 20 veces en China explicando la realidad europea: "Tengo amigos allí, hablan un español excelente. Cuando comentamos que Luxemburgo era un país europeo muy pequeño respondieron que todos los países europeos son pequeños. Así nos ven: enanos. Por eso Europa ha de unirse, pero ahora los líderes parecen tener miedo a perder más soberanía". Un estancamiento europeo, que sigue atentamente desde su austero despacho -con el mar y el pez de Frank Gherry de fondo- mientras ajusta la maquinaria de nuestras cuentas catalanas: "Se ha puesto orden, se ha tratado de compensar el retraso acumulado, la falta de auditores y letrados: cuando llegué sólo había un letrado y medio. Se han presentado las cuentas al Parlament". Se ha valorado lo que llama "bola de nieve acumulada". Un trabajo de chinos y de detectives. O casi. El síndic de comptes, como en el siglo XII, existe hoy para saber qué pasa con nuestro dinero.
m.riviere17@menta.net
PERFIL
Barcelonés, 61 años, el que será 'síndic de comptes' hasta 2010 piensa que las cuentas europeas están más claras que las españolas y las catalanas, "una bola de nieve acumulada". Experto en presupuestos públicos, sus 20 años como europarlamentario socialista, portavoz económico del grupo socialista europeo y vicepresidente del Parlamento Europeo le han dado la facilidad de entender lo global y lo local, sin tabúes. "Rendir cuentas es un hábito democrático básico", recuerda a los olvidadizos.
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