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Montilla asegura que prefiere la oposición a un pacto con CiU y a un "mal tripartito"

El candidato socialista comunica a Artur Mas que rechaza una coalición con los nacionalistas

Después de unas horas de hermetismo tras las elecciones del miércoles, el candidato del PSC a la presidencia de la Generalitat, José Montilla, ha roto su silencio para confirmar que su única opción es un nuevo Gobierno de izquierdas con Esquerra Republicana e Iniciativa Verds. Así al menos lo comunicó ayer por la tarde al líder de Convergència i Unió, Artur Mas, en una reunión celebrada a instancias de éste. Previamente, Montilla se había puesto ya manos a la obra en sendos encuentros con los presidentes de ERC e ICV, a quienes dijo también que se irá a la oposición antes que formar un "mal tripartito".

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Artur Mas ofreció a Montilla una gran coalición sociovergente, que enterraría los aventurerismos, y daría estabilidad a la política catalana y a la española, al representar a una inmensa masa de votantes. Montilla le razonó su negativa porque en su opinión esa alianza "liquidaría" la autonomía del PSC; se percibiría como "una imposición" desde fuera de Cataluña; sería letal para el PSC al contrariar y desmovilizar a sus bases; y también sería perjudicial para el resultado global del PSOE en las próximas elecciones generales, pues su gente aporta el segundo paquete de diputados, después del procedente de Andalucía.

Montilla dejó meridianamente claro tanto a Artur Mas como a los presidentes ERC y de ICV, Josep Lluís Carod y Joan Saura, respectivamente, que no quiere ser presidente "a cualquier precio", confirmaron a este diario fuentes de los cuatro partidos involucrados en las conversaciones. "Me ilusiona serlo, pero no me deprimiré si no lo consigo", les transmitió con el tono grave que le caracteriza. Por esto rechaza tanto un pacto con Convergència i Unió, que considera contra natura, como la reedición de un "mal tripartito". Esta vez quiere garantías de que un Ejecutivo formado por las tres izquierdas no chocará con la falta de cohesión contra la que que se estrelló Pasqual Maragall.

Por este motivo, las primeras reuniones que ha mantenido Montilla con Josep Lluís Carod (ayer) y Joan Saura (anteayer), respectivamente, han servido para comenzar a poner las bases de un "protocolo de funcionamiento interno", unas reglas de juego para evitar que las discrepancias deriven en enfrentamientos públicos.

Ese protocolo escrito formalizaría "la necesaria complicidad, la confianza mutua, la corresponsabilidad en todas las actuaciones del Gobierno de la Generalitat, que debe ser uno y no tres; en suma, un cambio de cultura", de manera que no se construya "un Ejecutivo en crisis permanente". Los eventuales socios empezarán inmediatamente a redactar borradores de ese protocolo, aunque las negociaciones apenas han empezado y pueden hallar obstáculos y acarrear sorpresas. En cálculos optimistas de los negociadores podrían durar unos 10 días.

De cara a vencer las reticencias de personalidades como José Bono hacia un tripartito reformulado, Montilla recuerda que CiU, es el principal rival del PSC, como el PP lo es al PSOE. "Y nadie entendería que nos aliáramos con ellos", sentenció en sus conversaciones con los otros líderes. Todo ello en consonancia con la opinión de los miembros de la Ejecutiva del PSC. En su última reunión, el pasado jueves, las 22 intervenciones que se sucedieron apoyaron la formación del tripartito.

Lo mismo expresó ayer la plataforma Ciutadans pel Canvi, coaligada con el PSC, que recordó que sus diputados sólo votarán a favor de la investidura de un presidente de la Generalitat que sea socialista.

En sus conversaciones, Montilla, Carod y Saura coincidieron en dos cosas: intentar la formación de un gobierno de izquierdas y establecer en primer lugar la metodología de la negociación. Se comenzó perfilando el protocolo de funcionamiento.

Su objetivo es disponer de un método rápido y eficaz para dirimir las discrepancias en el seno del Ejecutivo. Y evitar que la oposición pueda lanzar las acusaciones de "desbarajuste" que constituyeron uno de los principales argumentos de CiU y PP en la pasada legislatura. Máxime cuando a la vuelta de la esquina hay unas elecciones municipales que se presentan muy reñidas y en las que, como acaba de suceder, los tres partidos de la izquierda compiten duramente para ensanchar sus respectivas cotas de representación.

El programa y la composición del futuro Ejecutivo quedan para las siguientes fases de la negociación, pero los partidos implicados están convencidos de que la garantía para un buen funcionamiento reside en que todos los líderes de los tres socios estén dentro del ejecutivo. En el anterior tripartito, los principales dirigentes de dos de los tres partidos aliados estaban fuera del Gobierno, lo que impedía tomar determinadas resoluciones sin consultarles previamente.

En el caso del PSC, sucedía con Montilla. Y en el de ERC con Carod y el secretario general del partido, Joan Puigcercós. "No hemos hablado de nombres, pero esta vez lo que tenemos claro es que todos cuantos mandan en el partido estarán en el Gobierno", aseguraba ayer un dirigente socialista. Para ERC, esto significa "que Puigcercós entre en el Gobierno junto con Carod". Éste defiende que el segundo puesto del futurible Gobierno, sea como consejero primero o como vicepresidente, debería recaer en él, como presidente de la formación republicana.

Convencido de que es posible, aunque no seguro, un acuerdo satisfactorio para un nuevo gobierno de las izquierdas, Montilla confía en que las palabras del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, llamando al orden al PSOE para que no se inmiscuya en las negociaciones del PSC surtirá efecto. Y minimiza ante sus compañeros posturas como las expresadas ayer por el ex ministro José Bono en favor de un Gobierno de coalición encabezado por CiU.

Información elaborada por Enric Company, Josep Garriga, Miquel Noguer y Marta Albiñana.

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