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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Cita en Montevideo

La XVI Cumbre Iberoamericana que se abre hoy en Montevideo debería producir un nuevo compromiso sobre uno de los temas centrales de nuestro tiempo, la inmigración, que recoja un acuerdo para ordenar esos flujos no sólo desde el subcontinente hacia EE UU y España, sino también internos, y que ofrezca mayores garantías de protección de los derechos del emigrante. Estas migraciones, que afectan a 25 millones de personas, tienen que ser parte de la identidad iberoamericana, y la utilidad de estas reuniones al más alto nivel se debe traducir en medidas concretas. Sin por ello convertir la cita en antiamericana, l

a Cumbre debe apoyar a México en un texto de crítica a la valla, insultante, inútil y costosa, que pretende levantar la Administración de Bush a lo largo de 700 de sus más de 2.000 kilómetros de frontera con su vecino del sur. Aunque ausente de este foro, EE UU es hoy uno de los principales países "iberoamericanos" merced a los más de 35 millones de hispanohablantes residentes allí, y las elecciones legislativas del próximo martes al Congreso pueden cambiar muchas cosas.

Dieciséis años después de su lanzamiento, estos encuentros se presentan como foros complejos, pero necesarios, de discusiones a 22, que es el número de países que participan. Cuba ha tenido siempre un protagonismo desmesurado, pero esta vez, aunque sea en los debates a puerta cerrada, pesará aún más dada la grave enfermedad que padece Castro y que ha cambiado las perspectivas para la isla. El momento es de sumo interés. Las elecciones recientes en algunos de estos países están despejando quiénes gobernarán en América Latina en los próximos años, que deben aprovecharse para crecer y reducir la pobreza y la desigualdad, los grandes males de la zona.

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Como siempre, el Rey encabeza la más que nutrida delegación española. El Gobierno de Zapatero estrena una secretaria de Estado para Iberoamérica, Trinidad Jiménez, que aún debe hacerse un perfil propio en el cargo. Ésta es la ocasión. Por el contrario, con don Juan Carlos presente y dadas las dificultades que atraviesa el proceso de paz con ETA, no parece Montevideo ni el lugar ni el momento adecuado para buscar otro apoyo internacional a esa posibilidad.

La construcción de la identidad de estas cumbres no es una tarea fácil. Su secretario general, Enrique Iglesias, lleva menos de un año en el cargo, pero antes de esta cita ha visitado los Gobiernos de los 22 países miembros con una tarea central y compleja: la de aproximar enfoques sobre lo que deben ser estas reuniones, que ya han desbordado su marco puramente gubernamental con encuentros de parlamentarios, medios y empresarios para impulsar una sociedad civil iberoamericana. Pero necesitará de mayor inspiración y todavía mayor voluntad política para que adquieran la dimensión que les corresponde.

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