Películas por un tubo
Más de 10 películas se estrenan hoy en las grandes ciudades españolas. Ocurre regularmente, cada semana: 10 o bastantes más. Algunas de ellas serán interesantes (como Optimistas, la Espiga de Oro del Festival de Valladolid); otras, sólo para espectadores especializados, y las demás, y no pocas, simplemente mediocres. Lo dijo el miércoles Antonio Gasset con su habitual ironía al despedir su programa de la 2: "Ojalá la semana que viene podamos hablarles de alguna buena película...". Por su parte, un experto crítico catalán se quejaba con resignación de tener que consumir puntualmente todas las novedades semanales. "¡Qué pérdida de tiempo! Teniendo aún tantas pendientes de ver o que revisar!", se explayaba. Recuerda a lo que, hablando de esos libros que se nos quedan sin leer, comenta Fernán-Gómez en la animada película-conversación de Luis Alegre y David Trueba La silla de Fernando (pendiente de estreno y de emisión en TCM). Dice admirativo Fernán-Gómez que Jorge Luis Borges, sintiéndose ya morir, se despedía de sus libros con lágrimas en los ojos pensando que no iba a tener tiempo de releerlos. "¿Por qué se empeñan en seguir fabricando películas -continúa el colega catalán- si la mayoría ya están hechas?". Para su consuelo, tiene estos días en las teles digitales un amplio recordatorio del cine de Visconti celebrando su centenario... Joyas.
A pesar de todo, entre la maraña de estrenos innecesarios, hay excelentes ofertas en cartelera. Algunas, como la espléndida Infiltrados, vienen precedidas por fuertes campañas publicitarias y, en este caso, con el morbo añadido de conjeturar si por fin esta vez le darán el merecido Oscar a Martin Scorsese; otras, como la canadiense C.R.A.Z.Y., se van posicionando lentamente entre las sorpresas del año; pero hay también títulos, sin suficiente publicidad ni morbo, que acaban confundidos, mimetizados entre la maleza, como La distancia, revelación del joven director Iñaki Dorronsoro. Demasiadas películas para poder separar el grano de la paja. Muchas buenas vienen y se van sin que nadie se entere. Los productores y distribuidores independientes no tienen dinero para grandes campañas, confían en la protección de los hados y en la promoción de festivales o confían en que los gritos de entusiasmo de los críticos ante sus estrenos sean mano de santo; ah, pero los críticos suelen ser muy templados en sus elogios. Nada podrían, en cualquier caso, contra la avalancha semanal de películas ignotas, bastantes de ellas estrenadas en sala sólo para su posterior distribución en formato casero: ambición de las multinacionales. ¿Se podría detener al menos este abuso?
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.