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Reportaje:Universidad

Los ensayos de Bolonia

El profesorado de la UPV aplica ya, a través de experiencias piloto, el método docente que marca el proceso europeo

¿Cómo serán las clases en la universidad pública a partir del 2010? ¿Cómo se plasmarán en la práctica conceptos como "protagonismo del alumnado", "competencias transversales" o "contrato entre profesor y alumno" que se utilizan al hablar del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) que diseña el proceso de Bolonia? Más de 800 profesores de la Universidad del País Vasco (UPV) y sus alumnos han participado ya en experiencias piloto que les desvelan muchas de las incertidumbres que plantea la nueva metodología.

Azahara Turienzo y Altair González, estudiantes de Biología en la Facultad de Ciencia y Tecnología, descubrieron el nuevo modelo docente al cursar Genética Humana. Su profesor, Alberto Vicario, empezó a aplicar el modelo por su cuenta y prefiere no asociarlo a Bolonia: "Puede poner en contra a los alumnos por la influencia del movimiento estudiantil. Es un modelo independiente del resto de cuestiones que implica el EEES".

"Sin darse cuenta, están aprendiendo a trabajar en grupo, a hablar en público"

Para los tres, el elemento realmente innovador es que el docente, más que transmitir conocimientos, enseña a manejarlos. "Los alumnos aprenden con las preguntas del profesor a filtrar la información e interpretarla", dice Vicario. "Los manuales siempre estarán ahí. Lo importante es saber encontrar la información precisa", apunta Turienzo.

La joven asegura que el éxito de la metodología depende de la actitud del alumno: "Además de estudiar, hay que comprometerse. Yo aprendí porque me involucré al máximo". Su compañera está de acuerdo: "Si la asignatura te apasiona, la aprovechas y empiezas a hacerte cargo. Disfrutas y sientes que sabes, sirves y puedes". Así, el alumno se responsabiliza de su trabajo y, para Vicario, "cuanto más se implica más ve que es en su beneficio".

Para ambas resulta igual de importante la actitud del profesorado. "Tiene que interesarse por los alumnos y saber llevar el ritmo de la clase", indica Turienzo. Para González, esa relación corre el riesgo de que "los alumnos puedan cuestionar la objetividad del profesor". Vicario no obvia las reticencias de algunos: "Les costará asumirlo, porque creen que ellos deben decidir en qué medida se tiene que esforzar el alumno".

Con el sistema de créditos ECTS el número de alumnos por grupo se reduce, lo que conlleva una relación más estrecha. "Los profesores pasan de ser superiores a sentirles como iguales y esa cercanía te anima a no querer decepcionarles", apunta González. Ese sentimiento es la base del llamado "contrato" entre alumno y docente que propone la nueva metodología, término que Vicario prefiere reemplazar por "compromiso".

Uno de los grupos docentes más novedosos es el seminario. Vicario emplea para ello el seminario clásico, en el que un grupo de alumnos expone un trabajo, y un método añadido en el que los alumnos escenifican una situación real y preparan su interpretación yendo a hospitales, asociaciones de afectados, etcétera. Otra actividad empleada por el profesor es el congreso científico: cada grupo de alumnos elige un tema y desarrolla una ponencia en la que expone una postura a favor y otra en contra. Presentan el trabajo y el resto de grupos lo evalúan.

Para Vicario, con estas prácticas se alcanza uno de los objetivos que se ha marcado la nueva metodología: que el alumno adquiera competencias transversales. "Sin darse cuenta, están aprendiendo a trabajar en grupo, a hablar en público, a desenvolverse en un contexto laboral, etcétera", explica.

Las nuevas tecnologías resultan también clave en este método docente. La UPV ha desarrollado las plataformas informáticas Ekasi y Moodle en las que el profesor cuelga los apuntes, pone un calendario de entrega de trabajos y habilita un foro de debate.

Si uno de los argumentos a favor del sistema de créditos es que se contabilizará el trabajo del alumnado, Turienzo cree el modelo impone una gran carga de trabajo: "Conlleva mucho trabajo en casa, quedarse después de clase a trabajar en grupo,... Aprobar tres o cuatro asignaturas así es imposible". Para Vicario, se trata de un problema de infraestructuras: "Un alumno no tiene despacho. Se mide su esfuerzo, pero no se tiene en cuenta que anda de un lado para otro buscando los espacios adecuados".

Pese a ese esfuerzo, las estudiantes aseguran haber aprendido más y mejor: "En el momento tienes la sensación de no haber aprendido nada y de que el profesor sólo hace preguntas, pero ahora sé que sabría realizar de nuevo el trabajo que hice con Alberto", apunta Turienzo. Además, para esta joven la evaluación continua favorece al alumno, ya que no se juega la nota en el examen final.

Aunque el profesor haya notado que las calificaciones mejoran, se muestra precavido: "Puede que seamos más benévolos porque estamos ensayando". La conclusión final de Vicario, una vez más, tiene que ver con la actitud del alumno: "Mejorarán las notas, pero sólo para quienes le pongan ganas".

El espíritu crítico y un aprendizaje autónomo

Ana Bergara, profesora de la Facultad de Psicología de la UPV, es otra de las docentes que de manera voluntaria están llevando su asignatura mediante el sistema de créditos ECTS del proceso de Bolonia. Así, ha reducido las clases presenciales para potenciar el aprendizaje autónomo, ha empezado a aplicar una evaluación continua y ha descubierto la plataforma informática Moodle como herramienta de apoyo.

El proceso de Bolonia le ha brindado la oportunidad de plantear sus clases como siempre había querido. "El nuevo modelo docente invita a los docentes a una reflexión tanto individual como en equipo sobre la manera de enseñar", asegura.

El trabajo práctico de su asignatura, Diseños de Investigación en Psicología, incluye las siguientes actividades: analizar textos en grupo para defenderlos y discutirlos en clase, realizar ejercicios de análisis estadístico en el aula de ordenadores y desarrollar una investigación completa. Gracias a estas prácticas los alumnos van asimilando conocimientos de manera que en las clases teóricas basta con explicar los contenidos que resultan más complejos.

Estas actividades sirven también para desarrollar destrezas transversales. "Potencian su espíritu crítico, defienden su trabajo ante un público, trabajan la ética, se acostumbran a trabajar en grupo y a solucionar los conflictos que esto genera, redactan informes y, en definitiva, potencian el trabajo autónomo", enumera la profesora.

Este método implica también un contacto más estrecho con el alumnado. "Les planteo que somos un equipo que tenemos que conseguir objetivos conjuntamente. Conozco mucho más a mis alumnos, pero la relación sigue siendo respetuosa", explica. La profesora afirma que con el nuevo sistema las notas de sus estudiantes han mejorado. "Pongo más matrículas de honor y ha subido el número de presentados. El aprendizaje continuo mejora el rendimiento".

Pese a mostrarse entusiasmada con el sistema de créditos, Bergara no oculta algunas críticas: "El número de alumnos sigue rondando la centena y eso imposibilita una atención personalizada. Además, el esfuerzo del profesorado debería ser recompensado con más recursos y un reconocimiento de nuestra labor docente".

Sin embargo, esta profesora de la universidad pública recibe otra clase de apoyo: "Los antiguos alumnos me han dicho que han aprendido mucho. Han visto que pueden aplicar lo que les enseñé a otras asignaturas y eso a ellos les motiva y a mí me reconforta".

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