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La campaña electoral en Cataluña

Mas reclama el voto para "un proyecto de país" y no para las siglas de CiU

El candidato se compromete a "dedicarse" a Cataluña "pase lo que pase" el día 1

Artur Mas no pudo en la tarde de ayer contener la emoción ante las más de 14.000 militantes y simpatizantes de Convergència i Unió (CiU) que le aclamaron como futuro presidente en el pabellón olímpico de Badalona. Mas se comprometió a "dedicar a Cataluña, los mejores años" de su vida, "pase lo que pase" el miércoles y reclamó el voto de los electores, "no para las siglas de CiU, sino para un proyecto de país".

Como ya sucedió en 2003, los convergentes se conjuraron para demostrar, como dijo Mas en su discurso, que por alguna razón CiU "ha ganado todas elecciones" catalanas desde 1980 e "interpreta" como ningún otro de sus rivales "el sentimiento mayoritario del país".

Mas hizo un doble discurso. Uno, el de la primera parte, electoralista, y un segundo con una alta carga de nacionalismo. Recordó, por ejemplo, que en 2003, en el mismo escenario, prometió "entregarse totalmente a la causa que los electores" le confiaron, la del servicio a Cataluña. "Creo que he cumplido", proclamó. "Y ahora", continuó, "pase lo que pase el 1 de noviembre, podéis contar con que Artur Mas seguirá dedicando los mejores años de su vida al servicio de Cataluña". La afirmación sonó a un compromiso de seguir al frente de CiU en caso de un resultado adverso.

"Cataluña no es hija de la Constitución ni del Estatuto, sino de 1.000 años de historia"
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Pero Mas ha repetido durante esta campaña que "no hace falta hacer política para servir a Cataluña". O sea, que no quedó claro el fondo de su mensaje. Acaso continuar los pasos de Jordi Pujol, de quien dijo que "todavía sirve a Cataluña" pese a haber dejado la presidencia de la Generalitat.

El nacionalista desgranó su proyecto de país, la de esa Cataluña que quisiera dejar a las generaciones futuras. "Una Cataluña con personas libres y responsables, donde la cultura del esfuerzo sea más importante que la cultura de la subvención; una Cataluña moderna y puesta al día, que no confunda su modernidad con la decadencia de España, sino con su autoafirmación, que se considere de excelencia, que respete a su gente mayor, que tenga alma social, donde la creación de riqueza no sea un bien en sí mismo y una Cataluña desacomplejada con su identidad y personalidad colectiva".

Pero Mas puso el acento en ese lado nacionalista, el de la reclamación de mayor autogobierno que ha impregnado la política de CiU desde su fundación y durante los 23 años en el Gobierno catalán. Así, aseguró que su objetivo es una "Cataluña que se pueda gobernar a ella misma tanto como sea posible", porque, agregó, "Cataluña no es hija de la Constitución ni del Estatuto, sino de 1.000 años de historia". Por este motivo proclamó que CiU "tiene la obligación de levantar la bandera del autogobierno, que es la de nuestra libertad, y a la que nunca renunciaremos".

No faltaron las críticas al tripartito, al que acusó de querer arrinconar políticamente a CiU. "Nos querían más débiles y somos más fuertes, nos querían marginales y seguimos ocupando el espacio central de la política catalana, nos querían más divididos y estamos más unidos, y nos querían dividir y hemos demostrado que somos la casa grande del catalanismo". Ante estos propósitos, fracasados en opinión de Mas, éste pidió no fiarse de las encuestas y apostar por una formación que garantizará "un buen gobierno, el voto de la ilusión, de la esperanza, de la confianza de cara al futuro". Y se expresó confiado en lograr este objetivo el miércoles y demostrar que CiU no era "un capricho, ni una moda pasajera, ni un producto caducado". Para demostrarlo, en las primeras filas del público, estuvieron, entre otros, Jordi Pujol, Miquel Roca, Josep Maria Cullell, Joan Rigol y Xavier Trias.

El democristiano Josep Antoni Duran Lleida se encargó de repartir estopa a sus contrincantes, y no dejó títere con cabeza. Del PSC dijo que el 1 de noviembre, Día de Todos los Santos, "enterrarán la pequeña alma catalanista que aún les quedaba". Reclamó el voto de los simpatizantes de Esquerra para que "Cataluña pueda tener el Gobierno que se merece una nación". Finalmente, afirmó que "la reedición del tripartito es la mejor cantera de votos para Rajoy y el PP". Sus críticas más duras tuvieron como destinatario a José Montilla, el candidato socialista, a quien acusó de haber intentado "dividir a la comunidad catalana, hurgando en la lengua y al lanzar el eslogan 'ahora es la hora de los catalanes". Frente a este intento de división, proclamó que CiU "ha sido y es" la garantía de la "cohesión de un país".

Pujol también lanzó contra Montilla -a quien no nombró- casi todas sus invectivas y, de esta manera, señaló que no puede ser presidente de la Generalitat una "máquina de partido, con una mentalidad burocrática y mucho más mecánica". "El presidente que Cataluña necesita tiene que ser un patriota, que lleve Cataluña en el corazón y tenga un alto sentido de catalanismo", manifestó. Y, sobre todo, pidió el voto para Mas para poder "descontaminar" a Cataluña.

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