_
_
_
_
_
Reportaje:

Agentes entre grietas

Las familias de un cuartel de la Guardia Civil declarado en ruina económica piden que se garantice su seguridad

Reyes Rincón

El techo de las oficinas de la Guardia Civil de Alhama (Granada, 6.000 habitantes), se vino abajo hace algo más de un mes, en plena madrugada. Hoy esas dependencias ya no existen porque el Ayuntamiento ordenó la demolición inmediata. Así que las oficinas del cuartel son ahora unas casetas portátiles ubicadas en el solar donde se levantaba el edificio. Un terreno vacío enmarcado por dos torres de tres pisos, con la pintura blanca levantada en algún tramo y un andamio en el que desde hace semanas trabajan varios obreros. Allí viven tres familias de guardias civiles con hijos y ocho agentes sin sus familias. "Si han tirado las oficinas es por algo. No puedes evitar acostarte todos los días con la mosca detrás de la oreja", dice uno de ellos.

"Hay bastantes rajas entre la acera y la pared en las que cabe una mano"
"Son viejas, pero no hay peligro y es más caro rehabilitarlas que hacer otras"

Las familias piden que les garanticen "por escrito" la habitabilidad de sus casas. "Hace unas semanas vino un arquitecto de la Guardia Civil y nos dijo que no parecía que se fueran a caer, pero que no ponía la mano en el fuego", cuenta este agente, que prefiere no dar su nombre. Él tiene una grieta de extremo a extremo en el salón, causada, según le han explicado, por una viga que ha cedido. "Pero me han dicho que no parece que sea peligroso".

El arquitecto les aconsejó dar la voz de alarma inmediata si observaban "una grieta oblicua", pero, por ahora, no hay ninguna de éstas. Aunque, desde fuera, se aprecia que el terreno arcilloso sobre el que se asienta el cuartel ha sufrido más de un desplazamiento. "Hay bastantes rajas entre la acera y la pared en las que cabe una mano", dice el agente.

"Nos hemos tranquilizado un poco con el arquitecto, pero a nadie le gusta vivir así", afirma este vecino. Las casas de los agentes miden 48 metros cuadrados, repartidos entre tres habitaciones, una cocina y un baño. El agua, cuentan, llega con poca presión y en la parte trasera del edificio sobresale una montaña de cáscaras de almendras tapadas con un plástico. "Todos tenemos una estufa que se alimenta con cáscaras porque si no, en invierno, es imposible vivir ahí. Con un brasero eléctrico o un calentador de los de aire es como si no tuvieras nada".

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Pero aunque las condiciones no sean las mejores, a las familias les preocupa sobre todo la seguridad. El informe elaborado por los técnicos tras el derrumbe de parte de las oficinas recomendaba "un estudio en profundidad del modo en que están afectados los dos bloques laterales de mayor altura y ocupados por las viviendas".

Un portavoz de la Guardia Civil de Granada reconoce que el cuartel está declarado en "ruina económica". Es decir, que es más caro arreglarlo que construir uno nuevo. "Se ha echado abajo lo que corría más peligro y se está rehabilitando el resto", explica. ¿Pero es habitable? "Evidentemente. Si no, no estarían viviendo allí". Este portavoz sugiere que a los agentes les compensa vivir en la casa cuartel y no tener que buscarse otra vivienda fuera y tener que pagar de su propio bolsillo. "A lo mejor prefieren guardarse ese dinerito para otra cosa", advierte.

Este portavoz garantiza que si hubiera habido "el más mínimo peligro" para la casa cuartel, la comandancia de Granada habría sido la primera "en decirles a los guardias civiles que sacaran a sus familias de allí y se fueran". "No dejan de ser viejas, pero no hay ningún peligro y es más caro rehabilitarlas que hacer otras", insiste. Tampoco hay un proyecto de nuevo cuartel, aunque a las familias les han asegurado que tendrán que salir de sus casas dentro de aproximadamente un año y medio. Hasta entonces, según este portavoz, las casas "no se van a tocar". "Están bien, no hay peligro", insiste.

Sin embargo, una cuadrilla de obreros trabajaba hace unos días encofrando uno de los dos bloques de viviendas. "El edificio que se ha tirado estaba pegado a esto y ha afectado un poco", explica uno de ellos. Los mismo obreros tienen también previsto arreglar el techo de las casas. Este albañil reconoce, no obstante, que el edificio "está sano". "Para nada que se va a hacer aquí y la que se está montando...", dice.

Ellos mismos trabajaron hace dos años en reformar el interior de las casas de los agentes y sus familias. Cambiaron la instalación eléctrica, los suelos, las ventanas y algunos baños. "Ni siquiera tuvimos que hacer tanta obra en todas las casas porque algunos ya la habían ido haciendo ellos mismos". Para los vecinos, aquellas obras sólo fueron "un lavado de cara". Esos trabajos se realizaron también en las oficinas que finalmente hubo que demoler hace tres semanas. "No entiendo que estuvieran tan mal ahora" cuenta el albañil, que estuvo presente en la demolición del inmueble. "A la máquina le costó trabajo tirarla. No se caía tan fácil", dice.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Reyes Rincón
Redactora que cubre la información del Tribunal Supremo, el CGPJ y otras áreas de la justicia. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactora de información local en Sevilla, corresponsal en Granada y se ha ocupado de diversas carteras sociales. Es licenciada en Periodismo y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_