La ingeniería se feminiza
La jiennense Elena Lobo se doctora en EE UU tras recibir el premio nacional de fin de carrera
Tiene sólo 25 años, pero su trayectoria académica no deja indiferente a nadie. Elena Lobo López, una joven de Martos (Jaén), completa en la actualidad su formación de doctorado en la Universidad de Illinois (Estados Unidos), tras haber obtenido el año pasado, por parte del Ministerio de Educación, el primer premio nacional fin de carrera para Ingeniería de Montes. Su pasión por la naturaleza le ha llevado a realizar investigaciones sobre los bosques tropicales en comunidades rurales de países como Ghana, Ecuador o Malasia. Su experiencia y su expediente no ha pasado desapercibido para la Fundación La Caixa, hasta el punto de que es una de las dos únicas andaluzas -la otra es la sevillana María Fernández Molinero, de 28 años- que disfrutan este curso de una beca para estudios de posgrado en Estados Unidos.
"El tema de los bosques tropicales es muy importante porque son los grandes reguladores del clima del planeta y una fuente de biodiversidad; su conocimiento nos permitirá conservarlos con mayor acierto", asegura Elena por correo electrónico desde su residencia en Illinois, donde realiza el doctorado dentro del programa de Ecología y Biodiversidad Evolutiva. Elena dice que decidió hacerse ingeniera de montes porque lo que más feliz le hace es estar en contacto con la naturaleza. De hecho, su familia asegura que su pasión por el medio ambiente le viene de pequeña, y todos los veranos acude fiel a los Pirineos a practicar senderismo.
En 2002, Elena estuvo con una beca Erasmus en Aberdeen (Escocia) y allí también dejó huella: logró el galardón Ronald Mills Palmer Prize en Tropical Forestry y participó como parte del equipo organizador en el Simposio celebrado por la British Ecological Society. Ese mismo verano estuvo realizando una investigación sobre los montes tropicales en Malasia, una estancia que, según apunta, la dejó "cautivada por la belleza de la selva tropical y por la visión de la vida que tenían las personas que allí vivían".
Al terminar su carrera en España ya tenía claro que ese era el mundo al que quería dedicar sus esfuerzos. Al año siguiente estuvo en Ecuador colaborando con dos ONG en una investigación encaminada a impulsar las potencialidades de cada comunidad indígena para mejorar sus recursos de manera sostenible, desde la artesanía ecológica al turismo antropológico. "El trabajo fue muy gratificante porque sirvió para ayudar a los pueblos indígenas a mejorar su vida sin que para ello tengan que destruir el bosque que les rodea y al que profesan un gran amor y respeto", recuerda con cierta nostalgia. Hace unas décadas, las ingenierías de montes estaban copadas en su mayor parte por chicos, pero en la actualidad es una de las que más cuota femenina tiene entre su alumnado. "No es un problema ser mujer para desempeñar esta profesión", subraya.
Su amor por los bosques le hace tener una ambición sin límites. Por eso ya piensa en sus próximos proyectos, que pasan por viajar la próxima primavera a Costa Rica para realizar un curso sobre ecología tropical y conservación, y más tarde, en el verano, a realizar investigaciones relacionadas con su proyecto de doctorado en las instalaciones que la Institución de la Reserva Tropical tiene en la isla de Barro Colorado (Panamá).
Elena comenta que su experiencia en Estados Unidos le está resultando muy positiva, y sólo tiene palabras de agradecimiento a todos los que la están ayudando, en especial al director de su doctorado, James Dalling, y a la investigadora Carol Augspurger. Eso sí, admite que lo que más echa de menos de España es su cocina mediterránea y el paisaje de su tierra natal poblado de olivares e impregnado de aceite de oliva.
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