¿Dónde están las mujeres del PSOE?
Las voces femeninas socialistas han estado ausentes en el proceso de toma de decisiones y negociación del Estatuto andaluz
Durante la tramitación del nuevo Estatuto de Autonomía en el Congreso de los Diputados ha llamado la atención la ausencia total de mujeres del PSOE en el proceso de toma de decisiones. Este vacío es aún más grande en comparación con el protagonismo central que las diputadas del Parlamento andaluz Concha Caballero (Izquierda Unida) y Pilar González (Partido Andalucista) y la parlamentaria nacional Soraya Sáenz de Santamaría (Partido Popular) han tenido en sus respectivas formaciones.
Estas tres mujeres no sólo han tenido el foco encima, sino que en el caso de Sáenz de Santamaría y Caballero han sido los referentes principales de la negociación, las que hablaban de tú a tú, se plantaban y transigían. De la primera todos pueden dar fe de su cualificación y firmeza jurídica; de la segunda, su solvente tenacidad. González ha intentado que la voz del PA se escuche, entre los potentes altavoces de los partidos estatales.
"El discurso de género está en el Estatuto, pero nuestra voz va a tardar más en llegar"
Y enfrente, un PSOE con un compacto coro de voces masculinas, igualmente capacitado y hábil.
Todavía hoy, ni siquiera las mujeres del PSOE, el grupo mayoritario de ambas Cámaras, han conseguido corregir el lenguaje sexista de la proposición de ley de reforma, una promesa que hicieron cuando el texto se debatió en el Parlamento andaluz y que dejaron pasar "por falta de tiempo". Lo volvieron a prometer cuando el texto entró en el Congreso, pero en ninguno de los pliegos de enmiendas presentados figuraba esa petición. Teóricamente, esta misión recaerá en los letrados del Congreso cuando elaboren el dictamen de la Comisión Constitucional. Eso, si alguien con poderío (es decir, un hombre con mucho, mucho, mucho poder en el PSOE) vence las resistencias del diputado socialista Ramón Jáuregui, que no está de acuerdo con algunas propuestas de redacción.
El papel de las mujeres socialistas en la negociación de la reforma del Estatuto ha sido testimonial desde su inicio. Cuando se amplió a 11 el número de integrantes de la ponencia del Parlamento andaluz, el PSOE, incumpliendo sus reglas internas, no nombró una delegación paritaria. Por cuestiones puramente de partido, mantuvo a José Caballos (destituido de la portavocía del grupo) como ponente junto con Manuel Gracia, Luis Pizarro y Antonia Moro.
Cuando se nombró la ponencia del Congreso de los Diputados, los socialistas designaron a tres hombres: Alfonso Perales, Javier Torres Vela y Ramón Jáuregui, todos ellos de la confianza de Manuel Chaves.
Ninguna de estas decisiones fue cuestionada por las secretarias de Igualdad andaluza y federal del PSOE, ambas diputadas por Sevilla. Esas secretarías supuestamente tienen una función principal: la de estar alerta y molestar a sus compañeros. Nadie incluyó redacciones con términos inclusivos de ambos sexos, desde que el proyecto empezó a germinar como borrador de lo que en breve será ley orgánica de reforma del Estatuto de Autonomía para Andalucía.
Lo más chocante es que esta invisibilidad de las mujeres del PSOE en la toma de decisiones se produce con un Estatuto que apuesta de manera decidida en casi todos sus títulos por la igualdad en todos los terrenos y que obliga a la paridad en el Gobierno, las candidaturas de los partidos y en la Administración pública andaluza.
Lo más chocante es que esto ocurra en un partido que ha hecho de la paridad una de sus señas de identidad, que tiene más mujeres que hombres en el Ejecutivo andaluz e igual número de diputadas que diputados. ¿Nadie lo advertía en el partido socialista, en el Gobierno socialista, en el grupo parlamentario socialista?
La presidenta del Parlamento andaluz, Mar Moreno, referente para muchas mujeres en el PSOE, asegura: "Las cosas para nosotras van lentamente. Las fotos no hacen sino reflejar la realidad de las direcciones. El discurso de género está en el nuevo Estatuto, pero nuestra voz va a tardar más en llegar. Ha habido muchas más mujeres en el segundo nivel que en el primero, pero la voz y la foto han sido abrumadoramente masculinas. En el Estatuto de 1981 no había ni segundos niveles", recuerda Mar Moreno, quien subraya que "no hay que despreciar la mano de las mujeres" en el texto de reforma aprobado por la Comisión Constitucional.
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